La Biblia en el mundo contemporáneo
Si la Biblia es en realidad la palabra de Dios, ¿qué debemos esperar encontrar en ella? ¿Debe darnos todo tipo de información que podemos llegar a necesitar en la vida? ¿Debemos descartar todos los demás libros porque la Biblia es la única fuente confiable de conocimiento en todo asunto?
Así es cómo algunos consideran la Biblia; creen que es la fuente completa de todo conocimiento importante. Sin embargo, la Biblia no dice eso; de hecho, hay miles de temas sobre los que guarda silencio. Una educación completa debe comprender el estudio de muchos temas o materias, como sanidad, literatura, negocios, economía, ciencias e historia, de los cuales no se habla en forma detallada en la Biblia. La palabra de Dios no trata todos los aspectos del conocimiento humano. Su propósito es darle al hombre la orientación espiritual que no puede obtener de ninguna otra fuente.
Descubrimientos significativos
En todas las épocas ha habido personas capaces y muy inteligentes —tanto creyentes en la Biblia como escépticos— que han adquirido gran conocimiento en muchos campos. Algunos han realizado experimentos científicos; otros han estudiado las lecciones que se pueden aprender de la historia. Por medio de la simple observación muchos han reconocido la existencia de leyes naturales que gobiernan el universo. Esta investigación nos ha ayudado a entender el mundo en que vivimos. Por ejemplo, algunos investigadores han descubierto la existencia de principios de salud que gobiernan el funcionamiento de nuestro organismo. Estas personas han contribuido grandemente al conocimiento del cuerpo humano y a la longevidad del hombre.
Las obras escritas por los hombres pueden ser de gran beneficio, pero tenemos que reconocer que la Biblia llena un vacío que ningún otro libro puede llenar: revela el propósito por el cual fuimos creados. Aunque muchos otros libros contienen cierto grado de sabiduría, este libro revela, como ningún otro puede hacerlo, la sabiduría y el conocimiento que provienen de la mente misma de Dios.
Este libro contiene verdades eternas que jamás podríamos descubrir por nosotros mismos. Cuando se entiende el verdadero significado espiritual de la Biblia, todos los demás libros palidecen ante ella. Si la estudiamos y ponemos por obra el conocimiento revelado en sus páginas, podemos obtener innumerables beneficios ahora y para siempre, porque “la devoción a Dios es útil para todo, porque nos trae provecho para esta vida y también para la vida futura” (1 Timoteo 4:8, Versión Popular).
La Biblia es un regalo inapreciable que Dios ha dado a la humanidad; es la norma absoluta según la cual se juzgarán nuestra conducta y nuestra moralidad. Las Escrituras iluminan el camino por el que debiéramos andar (Salmos 119:105), conforme lo enseña el gran ser que nos creó (Génesis 1:26-27).
La Biblia revela el modo de vivir que trae la felicidad y produce todo resultado deseable. El rey David, autor de muchos de los salmos, escribió: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos . . . sino que en la ley del Eterno está su delicia, y en su ley medita de día y de noche . . . todo lo que hace, prosperará” (Salmos 1:1-3). Aquí David se refiere a la ley de Dios, tal como se revela en la Biblia, como lo que define la forma correcta de vivir.
¿Qué clase de libro es la Biblia?
¿Qué tipo de instrucción necesita la creación humana de Dios? Cuando Dios creó al hombre, lo dotó de gran inteligencia, curiosidad y capacidad para aprender. A cada ser humano le dio una mente que puede adquirir y almacenar conocimiento y pasarlo a las generaciones siguientes. Los seres humanos han utilizado esta inteligencia para observar, analizar, descubrir y construir; como resultado, se ha producido un tremendo caudal de conocimientos.
Puesto que Dios les dio a los seres humanos una mente con la que podían adquirir mucho conocimiento provechoso, no necesitaba darles un libro lleno de información que podían aprender por sí mismos. Lo que el hombre necesitaba era un libro que contuviera información que él jamás podría descubrir por sí mismo: el conocimiento que tiene que ser revelado divinamente.
Esta es precisamente la información que Dios nos ha provisto en las Sagradas Escrituras. La Biblia es un libro que contiene la verdad espiritual, pero también contiene información acerca del mundo físico porque Dios reveló sus verdades espirituales a hombres y mujeres físicos que vivieron en un mundo físico rodeados de acontecimientos físicos que ahora forman parte de la historia humana.
La Biblia, entonces, es una fuente de gran conocimiento, tanto físico como espiritual. Nos da información acerca de las cosas materiales tales como la creación del mundo. Proporciona información acerca del funcionamiento ordenado de la sociedad. Habla acerca de los principios fundamentales del éxito en la vida. Da pautas para la nutrición y la sanidad.
La Biblia explica muchos tipos de relaciones. Trata principios sobre la sanidad sicológica y mental. Proporciona información básica sobre las ciencias físicas. Pero ninguno de estos asuntos se trata en forma extensa debido a que Dios nos ha dado la capacidad de investigar estos temas por nosotros mismos.
Entre la Biblia y la ciencia existe armonía
La palabra ciencia quiere decir “conocimiento”; proviene de la voz latina scientia, que a su vez se deriva de scire, “saber”.
Es impresionante ver cómo ha aumentado el conocimiento humano; se ha multiplicado en forma exponencial y el ritmo de producción sigue acelerándose. A medida que se obtiene, registra, verifica, analiza y compara la nueva información, el conocimiento previo debe ser reexaminado a la luz de los nuevos descubrimientos. Algunas teorías científicas que anteriormente fueron consideradas como hechos comunes se derrumban ante los nuevos hallazgos.
Sin ser un libro de ciencias, la Biblia contiene cierta información científica. La veracidad de la información incluida en la Biblia puede ser verificada, y una vez que se conocen todos los detalles, concuerda con los hechos científicos. Hablando con el Padre Eterno, Jesús le dijo: “Tu palabra es verdad” (Juan 17:17). El apóstol Pablo aseguró que Dios “no miente” (Tito 1:2). Con base en estas declaraciones, no debemos esperar otra cosa de las Sagradas Escrituras que exactitud.
A medida que examinamos la exactitud de la Biblia nos daremos cuenta de que cuando las Escrituras hablan, nosotros debemos prestar atención. Aunque algunos de los escépticos nunca estarán completamente satisfechos, veremos que la Biblia ha demostrado ser exacta y veraz para quienes están dispuestos a examinar objetivamente todos los hechos. La Biblia está en armonía con el conocimiento verdadero. Las aparentes contradicciones en las Escrituras son sencillamente eso: sólo aparentes. El hombre no ha descubierto todo el conocimiento científico existente; aún hay mucho por aprender.
En algunos aspectos del análisis científico, las pruebas físicas simplemente no existen ya, o mucho está aún por ser descubierto. Esto es particularmente cierto en la arqueología. Muchos acontecimientos descritos en la Biblia ocurrieron antes de que el hombre inventara un sistema confiable y duradero de conservar la historia en forma escrita, y otros acontecimientos ocurrieron aun antes de que el hombre hubiera sido creado. Las inscripciones y documentos históricos, por sí solos, no pueden confirmar ni negar la exactitud de los relatos bíblicos acerca de acontecimientos prehistóricos. Sin embargo, en esta publicación demostraremos que las pruebas que han sido descubiertas hasta ahora no sólo están en armonía con la Biblia, sino que también confirman explícitamente la veracidad de varios pasajes.
Los científicos, historiadores, arqueólogos y otros investigadores continuarán examinando nuestro mundo físico y los datos científicos. A medida que prosigan estas investigaciones, la armonía entre las Escrituras y la ciencia resultará cada vez más clara.