¿Serán castigados los impíos en un infierno que nunca se extinguirá?
Si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:47-48). ¿Acaso Jesús nos advierte aquí acerca del tormento eterno en un infierno?
La palabra griega traducida como “infierno” en este pasaje es gehenna. Jesús se estaba refiriendo al valle de Hinom, situado en las afueras de Jerusalén. En esa época este sitio era el basurero de la ciudad y allí se incineraban la basura y los cadáveres de animales y criminales, por lo cual el fuego ardía continuamente.
Jesús se valió de este horrible y desolado lugar para describir el destino de todos aquellos impíos que no se arrepientan (ver el recuadro titulado “Lo que la Biblia dice acerca del ‘infierno’”, pp. 36-38). Tengamos en cuenta que lo que Jesús dijo fue que el gusano no moriría; no dijo que las personas serían eternamente atormentadas sin que murieran jamás. El castigo de los pecadores incorregibles será eterno, es decir, será permanente e irrevocable. Sin embargo, esto no significa que esas personas serán atormentadas eternamente por un Dios vengativo y cruel.
En el valle de Hinom, la gehenna original, los restos incinerados de los cuerpos estaban llenos de gusanos o larvas. El fuego no se extinguía, pues se mantenía ardiendo mientras hubiera algo que quemar, y los desechos orgánicos siempre estaban infestados de larvas de las moscas (los gusanos de Marcos 9:48). Las moscas depositaban continuamente sus huevecillos sobre los desechos en putrefacción, de manera que las larvas nunca dejaban de existir. Continuamente estaban naciendo nuevos gusanos en un ciclo que nunca terminaba.
Sin embargo, los cadáveres de personas y animales que eran tirados a este valle eran destruidos completamente, ya fuera por el fuego o porque simplemente se descomponían. De la misma forma, aquellos pecadores que no quieran arrepentirse desaparecerán para siempre al ser completamente consumidos en el lago de fuego mencionado en Apocalipsis 20:14.