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Testimonio de los romanos

Cornelio Tácito (hacia 56-120) fue senador romano, cónsul y gobernador de la provincia romana de Anatolia (que comprendía la mayor parte le lo que actualmente es Turquía), así como uno de los más grandes historiadores romanos de la antigüedad. En sus últimos años escribió sus Anales, una obra histórica en 16 tomos acerca de los emperadores romanos.

Sin ser amigo de Nerón o de los cristianos, Tácito escribió que Nerón culpó a “una casta odiada por sus abominaciones, a la cual el pueblo llamaba cristianos”. Luego explicó que “Christus [Cristo], de quien se originó su nombre, sufrió la pena máxima [crucifixión] durante el reino de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y así desapareció por el momento una muy maliciosa superstición que, más tarde, apareció nuevamente no sólo en Judea, la primera fuente del mal, sino aun en Roma . . .” (Annals [“Anales”], 15:44, citado por Lee Strobel, The Case for Christ [“El caso de Cristo”], 1998, p. 82).

Cayo Suetonio Tranquilo (hacia 69-140), contemporáneo de Tácito, quien fue custodio de las bibliotecas de Roma y funcionario oficial de varios emperadores, escribió que el emperador Claudio “desterró de Roma a los judíos, quienes continuamente causaban disturbios, siendo Chrestus [Cristo] su líder” (Lives of the First Twelve Caesars: Life of Claudius [“Vidas de los primeros doce césares: Vida de Claudio”], citado por Grant Jeffrey en Jesus: The Great Debate [“El gran debate acerca de Jesús”], 1999, p. 163). Este destierro de los judíos de Roma es mencionado en Hechos 18:2.

También, “Plinio el joven, legado romano de Bitinia-Ponto (lo que es ahora la parte central norte de Turquía) a principios del segundo siglo, le escribió al emperador Trajano pidiéndole consejo acerca de cómo proceder con los cristianos que rehusaban venerar la imagen de César. Plinio señaló que estos cristianos se reunían regularmente y cantaban himnos ‘a Cristo como si fuera un dios’ (Letters [“Epístolas”] 10:96.7). La frase ‘como si fuera un dios’ sugiere que Plinio sabía que Jesús había sido una persona que había vivido en la tierra pero estaba renuente a llamarlo divino” (Craig Blomberg, The Historical Reliability of the Gospels [“La confiabilidad histórica de los evangelios”], 1987, p. 196).

En estas fuentes históricas, sin tener ningún nexo con la Biblia, vemos referencias a estos hechos:

• Un grupo llamado “cristianos” derivó su nombre de “Christus” (Cristo).

• Este “Christus” fue ejecutado durante el reinado de Tiberio a manos de Poncio Pilato (Tiberio reinó del 14 al 37 d.C.; Pilato fue procurador del 26 al 36 ó 37).

• Esta nueva ideología tenía que ver con ‘una muy maliciosa superstición’, posiblemente refiriéndose a la creencia de los cristianos de que Jesús había resucitado de entre los muertos después de haber sido crucificado.

• La nueva ideología que comenzó con los cristianos se inició en Judea y se extendió a Roma.

• Los primeros cristianos pensaban que Cristo era un ser divino.

El testimonio de Josefo

Flavio Josefo, importante historiador judío del primer siglo, ha sido muy conocido para historiadores y eruditos. Nacido de una familia de sacerdotes en el año 37 d.C., Josefo era bien educado y capitaneó un destacamento durante la rebelión judía de los años 66-70, hasta que fue capturado por los romanos. Al final de la guerra se fue a Roma con el general Tito, donde vivió y escribió hasta su muerte alrededor del año 100 d.C.

Josefo menciona dos veces a Jesús en su monumental obra Antigüedades de los judíos, escrita en 90-95 d.C. En su nota más extensa se lee:

“Ahora, alrededor de este tiempo estaba Jesús, un hombre sabio, si legalmente se le puede llamar hombre, porque hacía obras maravillosas, maestro de aquellos que se complacían en recibir la verdad. Atrajo a muchos de los judíos y a muchos de los gentiles. Él era [el] Cristo; y cuando Pilato, persuadido por los principales hombres entre nosotros, lo había condenado a la cruz, aquellos que lo habían amado primero no lo olvidaron, porque se les apareció vivo nuevamente al tercer día, como los profetas divinos habían predicho estas y otras diez mil cosas maravillosas relacionadas con él; y la tribu de los cristianos, así nombrados por él, no se han extinguido hasta este día” (Antigüedades, libro 18, capítulo 3, sección 3).

Aunque muchos eruditos niegan la veracidad de todo el pasaje o algunas partes de él, fue citado como aparece arriba por el historiador Eusebio ya en el año 315.

La segunda mención que Josefo hace de Jesús, muy pocas veces es rechazada por los eruditos. Tiene que ver con el martirio de Jacobo o Santiago, su medio hermano. “Ahora Festo había muerto . . . así que convocó al sanedrín de los jueces, y trajo ante ellos al hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, cuyo nombre era Jacobo, y algunos otros [o algunos de sus compañeros]; y cuando hubo presentado acusación en contra de ellos como infractores de la ley, los entregó para que fueran apedreados . . .” (Antigüedades, libro 20, capítulo 9, sección 1).

Otro personaje importante de los evangelios mencionado por Josefo es Juan el Bautista: “Herodes, quien temía que Juan pudiera utilizar la gran influencia que tenía en la gente para iniciar una rebelión . . . pensó que mejor era matarlo, para evitar cualquier problema que pudiera causar . . . Por consiguiente, fue enviado como prisionero a Maquero, debido al temperamento sospechoso de Herodes . . . y allá fue ejecutado” (Antigüedades, libro 18, capítulo 5, sección 2).

Aunque Josefo nunca fue cristiano, en sus obras mencionó a muchos otros personajes de los evangelios y otros libros del Nuevo Testamento. Entre ellos están la familia de Herodes, los procuradores de Judea y miembros de las familias de los sumos sacerdotes. Sus libros, al igual que los escritos de historiadores y funcionarios romanos, proporcionan una importante confirmación independiente acerca de la exactitud histórica de los evangelios y de la existencia de Jesucristo.