El servicio militar y la guerra

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El camino de Dios es el camino del amor, del sacrificio y del dar (Romanos 12:1, 10). La enseñanza de Dios con respecto a que un ser humano pueda tomar la vida de otro está resumida en el sexto mandamiento que dice: “No matarás” (Éxodo 20:13). Cristo repitió un gran principio cuando dijo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Pablo dijo: “El amor no hace mal al prójimo” (Romanos 13:10).

Jesús declaró: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían . . .” (Juan 18:36). El Israel espiritual de Dios ya no está compuesto de las 12 tribus físicas. Personas de todas las naciones han sido injertadas en el Israel espiritual (Romanos 9:1-8) y son parte del Cuerpo espiritual de Cristo (Romanos 2:25-29). Como cristianos, hemos salido de las tinieblas y pasado del dominio de Satanás al poder del Reino de Dios (Hechos 26:28; Colosenses 1:11-13).

Ahora nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20). Debemos imitar las acciones de Jesús (1 Pedro 4:1, 1 Pedro 4:13-16). Cuando le insultaban, Cristo no respondía con insultos; cuando estaba sufriendo, no amenazaba. Padeció por hacer el bien y soportó con paciencia su dolor porque deseaba agradar a Dios (1 Pedro 2:19-24). También nos enseñó que enojarnos con un hermano nos puede conducir a pecar (Mateo 5:21-22). Debemos amar a nuestros enemigos y hacer el bien aun a aquellos que nos odian (vv. 43-44). No debemos vengarnos; la venganza le pertenece a Dios (Romanos 12:19).

Nuestra lucha como cristianos es espiritual (Efesios 6:10-20). No tenemos lucha contra carne y sangre (2 Corintios 10:3), sino contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12). Debemos ser buenos soldados espirituales de Jesucristo (2 Timoteo 2:3-4). Este es nuestro llamamiento en esta vida. Como consecuencia, a veces nos vemos en situaciones en que entran en conflicto las leyes del hombre y las leyes del Dios todopoderoso. Cuando esto ocurre, un cristiano debe obedecer las leyes de Dios (Hechos 5:29; 1 Pedro 2:13-14).

En la mayoría de los países el establecimiento militar tiene sus propias leyes y reglamentos. Una persona que está bajo autoridad militar no tiene libertad para decidir qué hace y qué no hace. Lo más prudente para un cristiano es que evite ponerse en tal situación, ya que puede verse obligado a matar a otro ser humano. El apóstol Pablo nos exhorta a que no nos convirtamos en esclavos de los hombres (1 Corintios 7:23).

Por lo tanto, la Iglesia de Dios Unida, una Asociación Internacional, respalda la objeción de conciencia de sus miembros en cuanto al servicio militar y la guerra.