Vida eterna en el cielo
Una creencia precristiana
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Vida eterna en el cielo: Una creencia precristiana
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La idea de que las “almas” van al cielo después de la muerte del cuerpo, es algo que existía mucho antes del cristianismo. Una mirada a la historia antigua nos revela que los babilonios y egipcios, así como otros pueblos de antaño, tenían creencias similares.
Según el escritor Lewis Brown, al dios egipcio Osiris supuestamente lo habían matado y después, según la leyenda, había resucitado y había ido al cielo: “Osiris volvió a vivir. Fue resucitado milagrosamente de la muerte y llevado al cielo; en el cielo, según afirmaba el mito, siguió viviendo eternamente” (This Believing World [“Este mundo creyente”], 1946, p. 83).
Brown explica: “Los egipcios razonaron que si el destino del dios Osiris era el de ser resucitado después de la muerte, entonces era posible lograr que este también fuera el destino del hombre . . . La bendición de la inmortalidad, que anteriormente estaba reservada tan sólo para los reyes, ahora estaba prometida a todos los hombres . . . Los teólogos egipcios escribieron extensamente acerca de que los muertos seguían existiendo en el reino celestial de Osiris. Se creía que en cuanto la persona moría, el alma iba a una sala de juicio en el cielo . . . y comparecía delante del trono celestial de Osiris, el juez. Allí tenía que rendir cuentas de sí misma a Osiris y a sus 42 dioses asociados” (ibídem, p. 84).
Si el alma lograba complacer a los dioses, “era llevada inmediatamente a formar parte de la corte de Osiris. Pero si no, si al pesarla en la balanza celestial no daba el peso, entonces era lanzada al infierno para ser despedazada por la ‘Devoradora’. Porque se creía que sola-mente las almas justas, las almas sin culpa, merecían la vida eterna” (ibídem, pp. 86-87).
Brown continúa diciendo: “Por todas partes, en México e Islandia, en Zululandia y en la China, el hombre hace más o menos las mismas especulaciones en su desarticulado intento por resolver el enigma de la existencia. Por esto es tan común este concepto complejo de un dios que ha sido muerto y ha resucitado.
“En tiempos sumamente remotos esta idea floreció no solamente entre los babilonios y los egipcios, sino también entre las tribus bárbaras de Grecia y las tierras circundantes . . . Estos misterios [llegaron] desde Tracia o . . . desde Egipto y Asia Menor . . . Según estos misterios, para todo hombre, no importaba cuán pobre o viciado hubiera sido, había un lugar en el cielo. El único requisito era que uno tenía que ‘iniciarse’ en los secretos de la secta . . . entonces tenía la salvación asegurada, y ningún exceso de vicio ni ninguna degradación moral podría cerrarle las puertas del paraíso en la cara. Estaba salvado para siempre . . .” (ibídem, pp. 96-99).
El hombre siempre ha deseado poder vivir eternamente, pero este mundo y todo lo que ofrece nunca ha podido satisfacerlo. Durante muchos siglos la humanidad ha buscado la seguridad y la felicidad en la esperanza de ir al cielo después de la muerte. Desgraciadamente, ha profesado creencias cuya veracidad no puede ser comprobada.
Dios es el único que tiene las respuestas de los misterios de la vida y la muerte, y las ha revelado por medio de su Palabra, la Santa Biblia. Contrario a lo que muchos suponen, Dios no nos ha prometido que iremos al cielo después de morir. Más bien, lo que Jesús dijo es que aquellos que venzan reinarán con él en ese futuro Reino de Dios que será establecido aquí en la tierra cuando él regrese (Apocalipsis 3:21; Apocalipsis 5:10; Apocalipsis 11:15).