La historia de la enseñanza inmortal
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La historia de la enseñanza inmortal
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La expresión alma inmortal no se encuentra en ninguna parte de la Biblia. ¿En dónde se originó, entonces, la idea de un alma que no puede morir?
El concepto de la supuesta inmortalidad del alma se enseñó por primera vez en el antiguo Egipto y en Babilonia. “La creencia de que el alma continúa existiendo después de que el cuerpo se desintegra es . . . una especulación . . . que no se enseña explícitamente en ninguna parte de las Sagradas Escrituras . . . La creencia en la inmortalidad del alma llegó a los judíos por medio del contacto con el pensamiento griego y primordialmente por medio del filósofo Platón, su principal expositor, quien a su vez fue llevado a creerlo por los misterios órficos y eleusinos, los cuales mezclaban en forma extraña creencias babilónicas y egipcias” (Jewish Encyclopedia [“Enciclopedia judía”], 1941, 6:564, 566.
Platón (428-348 a.C.), filósofo griego y discípulo de Sócrates, enseñaba que el cuerpo y el alma inmortal se separaban en el momento de la muerte. En The International Standard Bible Encyclopaedia se hace el siguiente comentario acerca del concepto que se tenía del alma en el antiguo Israel: “. . . Nosotros siempre recibimos en mayor o menor grado la influencia de la idea griega platónica de que el cuerpo muere, pero el alma es inmortal. Esta idea es totalmente contraria al conocimiento israelita y no se encuentra en ninguna parte del Antiguo Testamento” (“Enciclopedia internacional general de la Biblia”, 1960, 2:812).
Aun cuando el evangelio de Cristo estaba siendo predicado en el mundo griego y en el romano, las filosofías griegas influían en el cristianismo primitivo. Por el año 200 la doctrina de la inmortalidad del alma originó una controversia entre los que se consideraban cristianos.
En The Evangelical Dictionary of Theology se hace notar el hecho de que Orígenes, teólogo antiguo y muy respetado, tuvo la influencia de los pensadores griegos: “Después de la muerte de los apóstoles, la filosofía griega tuvo una influencia profunda en las especulaciones de la iglesia acerca del alma. Esto es evidente en el hecho de que Orígenes aceptó la doctrina de Platón según la cual el alma, originalmente, preexistía como mente pura (nous), la cual, a consecuencia de su caída de Dios, se enfrió y se convirtió en el alma (psyjé) cuando perdió su participación en el fuego divino al volver la mirada hacia la tierra” (“Diccionario evangélico de teología”, 1992, p. 1037).
La historia secular nos revela que el concepto de la inmortalidad del alma es una creencia muy antigua que fue aceptada por muchas religiones paganas. Pero no es una enseñanza bíblica ni apostólica.