¿Debemos desear el bautismo en fuego?

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¿Debemos desear el bautismo en fuego?

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Juan el Bautista proclamó que Jesucristo vendría y bautizaría “en Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11). Algunos creen que deben recibir este bautismo en fuego. Estudiemos cuidadosamente este pasaje para entender a qué se refiere.

En el versículo 8, Juan les exigió pruebas a los fariseos y saduceos de que se habían arrepentido del pecado, y empleó dos alegorías para establecer un principio. Primero, les señaló que cuando un árbol no da buen fruto, es cortado de raíz y quemado en el fuego (v. 10). Jesús repitió este principio en Mateo 7:19.

La segunda alegoría se basaba en el aventamiento del trigo. Aventar significa separar el trigo de la cáscara, el tallo y la paja. Juan estaba dando a entender cómo Jesucristo va a tratar a las personas que no dan fruto: “Su aventador está en su mano. Limpiará su era, allegará su trigo en el granero, y quemará la paja en el fuego inapagable” (Mateo 3:12, Nueva Reina-Valera).

Ambos ejemplos demuestran el tema principal de la Biblia: Dios quiere que seamos semejantes a Cristo y que demos buen fruto. Si lo hacemos, Jesús nos promete la vida eterna, lo cual es el mensaje del evangelio. Quienes se nieguen a arrepentirse y cambiar su modo de pensar serán consumidos por el fuego (Malaquías 4:1).

A propósito de las actitudes del pecado, Jesús proclama: “Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8). Apocalipsis 20:15 agrega: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.

La muerte en aquel lago de fuego es la segunda muerte; es el bautismo en fuego para los que no se arrepienten. Por lo tanto, definitivamente no es algo deseable.