Las pruebas científicas
Una disyuntiva fundamental
Notemos las impresionantes palabras del apóstol Pablo: “Las cosas invisibles de [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas . . .” (Romanos 1:20).
Las palabras del apóstol nos recuerdan que podemos analizar los milagros del mundo que nos rodea y ver en ellos la prueba de la creación de Dios; así podemos darnos cuenta no sólo de que él es el Creador, sino también captar algo de su naturaleza y su carácter.
Analicemos el caso de una flor especial, una orquídea cuyo nombre científico es Coryanthes. Aunque el lenguaje científico es un poco técnico, es importante que leamos el relato en las propias palabras del autor a medida que escribe sus hallazgos y los de otro científico, un tal Dr. Cruger. Vale la pena leer esta increíble historia.
Una ducha empotrada
De acuerdo con un escritor famoso y observador de las maravillas de la naturaleza: “Parte del labelo de esta orquídea, o el labio inferior, termina en un gran cubo, en el que continuamente caen gotas de agua casi pura proveniente de dos cuernos que la secretan y que están en la parte de arriba; cuando la mitad del cubo se llena, el agua se derrama por un canal lateral de desagüe. La parte basal del labelo está sobre el cubo y termina en una especie de cámara con dos entradas laterales; dentro de esta cámara hay unas curiosas crestas con una apariencia carnosa. El hombre más ingenioso, si no ha presenciado alguna vez lo que allí ocurre, jamás logrará imaginarse el propósito de todas estas cosas.
“El Dr. Cruger vio multitudes de abejorros que visitaban las gigantescas flores de esta orquídea, no con el propósito de alimentarse del néctar, sino con el fin de roer las crestas que estaban dentro de la cámara encima del cubo; al hacer esto, con frecuencia se empujaban dentro del cubo y sus alas se empapaban de tal forma que no podían volar, sino que se veían obligados a arrastrarse a través del pasaje formado por el canal de desagüe.
“Además, el Dr. Cruger vio una ‘procesión continua’ de abejorros que tenían que arrastrarse para salirse de este baño forzado. El canal es estrecho y está cubierto por una especie de techo, de tal forma que el abejorro, al forcejear para salir, frota el lomo contra el estigma viscoso (el estigma es la parte pegajosa de la flor, que recibe el polen), y después contra las glándulas viscosas de los gránulos de polen. Así, los gránulos de polen quedan pegados al lomo del primero que salga del pasaje formado por la flor recién abierta, y así son llevados afuera . . .
“Cuando el abejorro vuela a otra flor, o vuelve por segunda vez a la misma flor, lo hace llevando esta provisión, y cuando es empujado por sus congéneres al cubo y tiene que arrastrarse para poder salir, los gránulos de polen necesariamente entran en contacto primero con el estigma viscoso y se adhieren a él, y entonces la flor es fertilizada. Ahora podemos entender el uso de cada parte de la flor, de los cuernos que secretan agua, del cubo medio lleno de agua que impide que los abejorros vuelen y los obliga a arrastrarse a través del canal y a frotar los gránulos de polen, perfectamente colocados, en el sitio correcto del estigma viscoso”.
El diseño revela al Creador
Estos fascinantes detalles de diseño nos muestran la increíble complejidad, variedad y aun cierto toque de humor que hay en el mundo que nos rodea. Varios pasajes de la Biblia nos hablan de que podemos conocer a Dios por medio de su creación.
Uno de esos pasajes se encuentra en Hechos 14. Los apóstoles Pablo y Bernabé lograron alborotar la ciudad de Listra al sanar a un hombre paralítico, incapaz de caminar desde su nacimiento. La idolatría era algo rampante en Listra, y la reacción instintiva de sus habitantes ante este milagro fue rendirles culto a Pablo y Bernabé.
¿Qué hicieron estos dos siervos de Dios? Veamos lo que le dijeron a la gente: “Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones” (Hechos 14:15-17).
Los siervos de Dios rechazaron estas intenciones equivocadas y dirigieron al pueblo al Dios creador.
Una orquídea que dispara directo
Veamos otro ejemplo sorprendente de un diseño meticulosamente planeado. Lo describe el mismo autor que acabamos de citar:
“El diseño de la flor en otra orquídea, la Catasetum, es muy distinto, aunque consigue el mismo fin; y también es muy curioso. Los abejorros visitan estas flores, tal como visitan las de la Coryanthes, para roer el labelo; al hacer esto, inevitablemente tocan una proyección larga, estrecha y sensible, que yo he llamado la antena.
“Cuando esta antena es tocada, transmite una sensación de vibración a cierta membrana que se rompe instantáneamente; esto libera un resorte que dispara los gránulos de polen como si fueran flechas, en la dirección correcta, de tal forma que se adhieren al lomo del abejorro por medio de su pegajosa extremidad. Los gránulos de polen de la planta masculina (esta orquídea es unisexual) son llevados así a la planta femenina, donde entran en contacto con el estigma, que es lo suficientemente viscoso como para romper ciertas fibras elásticas y retener el polen para que se efectúe la fertilización”.
Aquí vemos otro maravilloso ejemplo del diseño de Dios. Sin embargo, no todos analizan las pruebas de la creación de la misma forma. El científico que describió todas estas observaciones de las maravillas del mundo a su alrededor, fue nada menos que Carlos Darwin; las citas son de su libro El origen de las especies (pp. 156-157).
¿Le parece insólito esto? En verdad lo es. Darwin se valió de estos ejemplos para mostrar la habilidad que tenían las plantas de adaptarse y variar, en lugar de mostrar la variedad del diseño de Dios. ¿Por qué?
Análisis divergentes de los hechos
¿Por qué no todos analizamos los hechos de la misma manera?
Carlos Darwin no fue el único científico de su época que interpretó lo que estudió en la creación como prueba de la vida sin necesidad de un creador. Muchos otros examinaron lo que nosotros vemos como una prueba innegable, inspiradora, del diseño y la obra de Dios, y concluyeron que Dios no estaba presente.
¿Por qué llegaron a tan diferentes conclusiones y por qué todavía otros llegan a las mismas conclusiones? Examinemos el pasaje que citamos al principio de este recuadro: “Las cosas invisibles de [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas . . .” (Romanos 1:20).
El apóstol Pablo afirma que la creación es una ventana a través de la cual podemos ver al Creador. Aunque todos ven las mismas pruebas, cada uno tiene la oportunidad de elegir cómo va a interpretarlas. Algunos filósofos antiguos conscientemente decidieron rechazar a Dios; escogieron interpretar sus estudios de una forma en que lo pudieran excluir. Desde entonces, los eruditos en varios campos han seguido esta misma senda.
Pero como las estructuras naturales existen de tal forma que ni el azar de causa y efecto ni las causas naturales las pueden explicar, muchos científicos han estado prejuiciados, y continuarán estándolo, en sus interpretaciones. Como la naturaleza no siempre puede explicar la naturaleza, es perfectamente lógico inferir de esas estructuras naturales que existe lo sobrenatural; de otra forma, muchos ejemplos del mundo que nos rodea resultan completamente inexplicables.
Pablo continúa diciendo: “. . . de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (vv. 20-23).
Tenemos que tomar una importante decisión en cuanto a las pruebas de que existe el Dios creador. Debemos escoger si vamos a reconocerlas como tales y creerlas. Lo que decidamos tendrá un profundo efecto en nuestra vida.
Si vemos a Dios en lo que él ha hecho, entonces tendremos un recordatorio constante de su capacidad, su preocupación, su propósito y aun de su humor. Pero si no vemos a Dios, entonces no tendremos la más mínima prueba ni nada que nos recuerde el propósito que él le ha dado a nuestra existencia. Por consiguiente, pondremos en peligro el funcionamiento natural de nuestra conciencia, dada por Dios para que podamos vigilar nuestros pensamientos y acciones.
Creencia y conducta
En el primer capítulo de Romanos, Pablo declara enfáticamente las consecuencias que sobrevienen si no reconocemos a Dios en su creación. Nuestro razonamiento humano se vuelve un sustituto del Espíritu de Dios y de la Escritura. Tarde o temprano, los razonamientos de las personas las pueden llevar a justificar casi cualquier clase de comportamiento.
El Salmo 14 nos confirma esto: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien” (v. 1). Así como en Romanos 1, este versículo implica que la gente que decide no creer en Dios no ve la necesidad de regirse por un código divino de conducta.
Sin embargo, en el versículo siguiente leemos: “El Eterno miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios” (v. 2).
Dios puede guiar y bendecir a todos aquellos que sabiamente decidan aceptar las pruebas y creer en él. Tomemos la decisión correcta.