El concepto griego de la creación

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El concepto griego de la creación

Los antiguos griegos tenían muchos mitos acerca de la creación, varios de los cuales habían sido tomados de la mitología babilónica. Dos poetas, Homero y Hesíodo, describieron el sistema religioso griego según el cual los dioses principales vivían en una corte real llena de intrigas y de lujuria.

En su versión, Hesíodo consideraba que el origen del universo era el caos, la inmensa vastedad, del espacio del cual surgió la primera diosa, Gea (la tierra). Ella creó a Urano (los cielos), quien más adelante se convirtió en su esposo y con quien procreó numerosos dioses menores. La división entre los cielos y la tierra se produjo cuando Cronos, uno de sus hijos, en un acceso de celos arremetió contra su padre Urano. Zeus, quien llegó a ser el dios principal, nació de este furioso Cronos y su esposa Rea.

Desafortunadamente, los únicos escritos acerca del cristianismo que han sobrevivido desde los primeros siglos después de los apóstoles, son de hombres que habían sido educados en la filosofía y el pensamiento griegos: Justino (110-165 d.C.), Clemente (160-220), Orígenes (185-254) y Agustín (354-430). Todos éstos habían sido discípulos del pensamiento de Platón y Aristóteles. Así fue cómo muchos conceptos de la filosofía griega entraron en la iglesia romana e influyeron en su teología.

Según el historiador cristiano Samuele Bacchiocchi: “El problema con los cristianos gentiles no era solamente la falta de conocimiento acerca de las Escrituras, sino su excesiva fascinación con las especulaciones filosóficas griegas, las cuales condicionaban su entendimiento de las verdades bíblicas. Mientras los cristianos judíos tendían a ser demasiado legalistas, los cristianos gentiles se extraviaban con frecuencia en las especulaciones filosóficas que separaban el cristianismo de su fundamento histórico” (God’s Festivals in Scripture and History [“Las fiestas de Dios en la Escritura y en la historia”], 1995, pp. 102-103).

Principalmente fueron Orígenes y Agustín los que empezaron a considerar la mayor parte del Génesis como una alegoría. Creían que muchos de los relatos de este libro estaban llenos de figuras simbólicas utilizadas para representar la verdad o la conducta y experiencia humanas. Poco a poco, este método de analizar el Génesis se fue convirtiendo en una norma del catolicismo. Resulta claro que estos conceptos de los primeros padres influyeron notablemente en las autoridades eclesiásticas posteriores.