Nuestra transformación final
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20-21).
No deje de leer la descripción que Pablo hace en 1 Corintios 15:50-54 de nuestra transformación final, cuando nuestro cuerpo “corruptible” se convertirá en un cuerpo glorioso, inmortal, espiritual. El apóstol Pedro resumió la transformación de los santos de Dios con estas palabras: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:3-4).