¿Por qué necesitamos el bautismo?

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¿Por qué necesitamos el bautismo?

¿Qué parte del proceso de conversión sigue al arrepentimiento?

“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).

Por medio del bautismo hacemos un compromiso formal de volvernos permanentemente del pecado y rendir nuestras vidas a Dios.


¿Bautizaron Jesús y los apóstoles a aquellos que se arrepintieron?

“Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan . . . salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea” (Juan 4:1-3).

“. . . Y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (Hechos 18:8).

¿Quiere Jesús que sus siervos continúen bautizando nuevos discípulos?

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18-20).

Jesús les mandó a sus discípulos que continuaran bautizando después de su muerte y resurrección. Prometió que estaría con ellos hasta el fin de la era, el cual todavía no ha llegado. Por lo tanto, su promesa muestra que él pretendía que el bautismo fuera una parte de las responsabilidades de sus seguidores en todas las épocas, incluida la nuestra.

¿Por qué es tan importante el bautismo?

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:16).

El bautismo está directamente relacionado con el perdón de nuestros pecados y el don de la salvación. Por medio de su muerte, Jesucristo pagó la pena (Romanos 6:23) de nuestros pecados. En la cena de la Pascua antes de su crucifixión, Jesús bendijo una copa de vino y les dijo a sus discípulos: “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:28).

Pablo explicó que “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9). También escribió: “Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él” (2 Timoteo 2:11).

¿Cómo podemos morir con Cristo?

“¿O no sabéis que todos lo que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (Romanos 6:3).

El bautismo es una ceremonia simbólica de sepultura —ordenada por Jesús mismo— por medio de la cual nos unimos simbólicamente con él en su muerte, la cual fue el sacrificio por nuestros pecados. Pablo escribió: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3-4).

Además explicó: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados [considerados libres de pecado] gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre . . .” (Romanos 3:23-25).

Con la ceremonia del bautismo nosotros nos unimos simbólicamente con Cristo en su muerte. “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:5-6).

¿Qué responsabilidad adquirimos con el bautismo?

“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4).

“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” (vv. 11-13).

El bautismo simboliza el fin de una vida de pecado habitual y el comienzo de una nueva vida dedicada a la justicia. “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:11-14).


¿Incluye esta responsabilidad el vivir una vida de obediencia?

“Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).

“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29; comparar con 2 Corintios 10:3-5).

Las enseñanzas de la Biblia —tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo— se convierten en nuestra guía de vida. El Nuevo Testamento explica cómo debemos aplicar las enseñanzas del Antiguo Testamento bajo el nuevo pacto. El énfasis del nuevo pacto es la adecuada aplicación del espíritu —la intención— de las leyes de Dios.

Ya no podemos vivir como queremos, rechazando o haciendo caso omiso de las instrucciones de Dios. Jesús lo explicó claramente: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23). ¡Debemos vivir conforme a la ley, no sin ella!

¿Por qué fue bautizado Jesús??

“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó” (Mateo 3:13-15).

“Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán” (Marcos 1:9).

Jesús nació para ser un ejemplo perfecto para nosotros como ser humano. Aunque nunca pecó y no necesitaba ser perdonado, fue bautizado para mostrarnos el ejemplo que debíamos seguir. De la misma forma en que él fue bautizado, nosotros también debemos serlo. Nos mostró personalmente que el bautismo es la forma que estableció para que nos unamos con él en su muerte para que nuestros pecados puedan ser perdonados.

¿Deben bautizarse los niños?

“. . . Y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (Hechos 18:8).

“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados” (Hechos 2:41).

“Pero cuando creyeron . . . se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12).

El bautismo es para aquellos que sean lo suficientemente maduros como para comprender y creer en el significado del arrepentimiento y del bautismo. Con raras excepciones de algunos en sus últimos años de adolescencia, la mayoría de los niños no tienen la edad suficiente para analizar por qué pecan. Simplemente no son lo suficientemente maduros como para entender su propia naturaleza y qué es lo que hay errado en ella.

Los niños son muy especiales para Dios. Jesús tomó niños pequeños en sus brazos y los bendijo (Marcos 10:13-16). Pero cada vez que se menciona específicamente el bautismo en la Biblia, vemos que los que se bautizaban eran aquellos con edad y madurez suficientes para entender el arrepentimiento, el bautismo y la seriedad del compromiso que todo esto implica. Sólo deben ser bautizados aquellos que son lo suficientemente maduros como para producir los frutos del verdadero arrepentimiento.

¿Hay ocasiones en que es necesario rebautizar a los adultos?

“Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús” (Hechos 19:3-5).

Aunque estas personas habían sido bautizadas por inmersión según el bautismo de Juan el Bautista, no habían recibido el Espíritu Santo (v. 2). Sólo aquellos que reciben el Espíritu Santo son discípulos convertidos de Cristo (Romanos 8:9). Pablo los rebautizó en el nombre de Jesucristo para que pudieran recibir el Espíritu Santo.

Hoy, muchas personas que han sido bautizadas nunca han entendido lo que es el pecado y por qué se requiere el arrepentimiento verdadero. Ellas también necesitan ser rebautizadas para recibir el Espíritu de Dios y ser convertidas.

¿Cómo debemos ser bautizados?

“Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados” (Juan 3:23).

“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él” (Mateo 3:16).

Vemos que Juan el Bautista escogió un lugar en el que había mucha agua para bautizar a las personas que venían a él. Y Jesús “subió del agua” después de haber sido bautizado. ¿Por qué es importante esto? La palabra griega baptizo significa “sumergir”, “meter dentro”.

Jesús fue bautizado en un lugar donde había “muchas aguas” y al ser sumergido completamente nos dejó un ejemplo de cómo debe efectuarse el bautismo. Todos los ejemplos de bautismos hechos por los discípulos de Cristo que aparecen en las Escrituras siguen este patrón. Por ejemplo, en Hechos 8:38 leemos que “descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó”. No hay ejemplo bíblico de otra forma de bautismo en agua.

El simbolismo del bautismo —la sepultura del antiguo yo— requiere una ceremonia que represente una verdadera sepultura. Sólo la inmersión llena los requisitos de este simbolismo. Por lo tanto, para seguir el ejemplo de nuestro Salvador, también debemos ser sumergidos completamente en agua al ser bautizados, simbolizando con ello que estamos sepultando nuestro viejo yo con él en una tumba de agua.