Un mundo peligroso y moribundo

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Un mundo peligroso y moribundo

“Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino . . .” (Mateo 24:6-7).

La primera guerra mundial se inició en el año 1914. Luego, después de dos décadas de aparente paz, vino la segunda guerra mundial. Ambas conflagraciones fueron tan horribles, sangrientas y destructivas que inspiraron esfuerzos en todo el mundo por lograr una paz duradera, primero mediante la Sociedad de Naciones y luego por la Organización de las Naciones Unidas. Pero a pesar de sus buenas intenciones, el mundo ha sido testigo desde entonces, de decenas de conflictos, tanto grandes como pequeños. El mundo sigue siendo peligroso e inestable, y las profecías bíblicas nos indican que la situación seguirá empeorando.


¿Predijo Jesús otras señales que frecuentemente acompañan la guerra?

“. . . y habrá pestes, y hambres . . .” (Mateo 24:7).

Los disturbios sociales y el daño a la agricultura y los sistemas de distribución que se presentan con la guerra, suelen ocasionar escasez de alimentos y hasta hambrunas. Las víctimas de la guerra, hambrientas y debilitadas, son presa fácil de las enfermedades y epidemias. Las guerras acarrean devastación e incalculable sufrimiento, y no únicamente a los combatientes.

Por supuesto, no toda hambruna o toda epidemia es el resultado de la guerra. La erosión, el agotamiento de los minerales, la pérdida de tierra cultivable, la contaminación del agua y los suelos, y aun los gobiernos y sus corruptas políticas contribuyen a la escasez de alimentos. Los desastres naturales, como inundaciones, sequías y el exceso de calor o de frío, también pueden destruir las cosechas y provocar hambrunas. Enseguida vienen las enfermedades, que afligen aún más a las debilitadas poblaciones.

Muchas de las actividades y tendencias del hombre, tales como contaminar el medio ambiente, consumir alimentos carentes de valor nutritivo y aglomerarse en las ciudades, también propician las hambrunas y epidemias. Aun los medios modernos de transporte son una espada de dos filos, porque la misma facilidad con que podemos viajar por todo el globo terráqueo en unas cuantas horas, también permite el esparcimiento rápido e inadvertido de enfermedades.


¿Predijo Jesús que habría desastres naturales?

 

“. . . y habrá . . . terremotos en diferentes lugares” (v. 7)


Y a pesar de todos estos horrores, ¿llegarán a ser aún peores las condiciones mundiales?

 

“Y todo esto será principio de dolores” (v. 8).