¿Podemos conocer el futuro?
A lo largo de los siglos la gente ha acudido a videntes, pitonisas, adivinos y médiums para que les digan lo que les depara el futuro. Estos supuestos videntes generalmente no tienen respuesta alguna; sus escasos aciertos pueden atribuirse a la suerte y son sobrepasados por sus múltiples predicciones falsas.
Pero la Biblia es diferente. Contiene centenares de predicciones detalladas, y muestra cómo muchas de ellas se cumplieron siglos más tarde. Gran parte de la Biblia es profética, y sus predicciones son tan fidedignas que podemos decir que son “historia escrita de antemano”. En esta lección leeremos los encabezados de la prensa del mañana.
¿Predice Dios el futuro?
“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:9-10).
¿Permite Dios que algunas personas conozcan lo que sucederá en el futuro?
“No hará nada el Eterno el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).
Dios ha revelado determinados aspectos específicos del futuro por medio de sus profetas. Los mensajes proclamados por esos profetas, así como por algunos de los apóstoles que tuvieron revelaciones sobre los acontecimientos futuros, están registrados en las páginas de la Biblia. ¡La Palabra de Dios es la única fuente de información segura para entender lo que vendrá en el futuro!
¿Puede Dios hacer que suceda lo que ha predicho?
“Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré” (Isaías 46:11).
Una cosa es profetizar acerca del futuro; otra muy distinta es tener el poder de hacer que los sucesos proféticos se realicen. ¡Ningún ser humano tiene ese poder!
¿Habla la Biblia de diferentes siglos o eras?
“Y [Jesús] les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna” (Lucas 18:29-30).
“Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” (Gálatas 1:3-4).
Jesús comparó “este tiempo” con “el siglo venidero”. El apóstol Pablo describió la era actual como “el presente siglo malo”. En esta lección estudiaremos lo que la Biblia tiene que decir acerca de la transición del “presente siglo malo” al “siglo venidero”.
¿Se menciona en la Biblia “el fin del siglo”, o sea el final de la época en que vivimos actualmente?
“Y estando él [Jesús] sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3).
¿Predijo Jesús que ciertos acontecimientos y condiciones específicos precederían a su retorno a la tierra?
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:27-28).
“Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios” (v. 31).
Es importante estudiar detenidamente los capítulos proféticos de Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21. Estos son relatos paralelos de la profecía del monte de los Olivos, que Jesús dio a sus discípulos poco tiempo antes de ser crucificado. En esta asombrosa revelación, Jesús resume las condiciones y acontecimientos que afectarán al mundo en la época previa a su retorno a la tierra.
Esta profecía también nos ayuda a entender los libros proféticos de Daniel y el Apocalipsis, los cuales describen algunos de los mismos acontecimientos. Le recomendamos que después de que termine el estudio de esta lección, lea también estos dos libros, con el fin de ampliar su entendimiento sobre las condiciones y los eventos de los tiempos del fin.