El cuerpo de Cristo

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El cuerpo de Cristo

¿Qué revela la Biblia acerca de la forma en que está organizada la iglesia?

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo . . . Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo . . . Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1 Corintios 12:12, 18-20, 27-28).

Para que la iglesia pueda realizar el trabajo que Dios le ha encomendado, la ha organizado para que pueda funcionar como una sola unidad. En 1 Corintios 12 Pablo la compara con un cuerpo humano compuesto por partes diferentes con diferentes funciones, que necesita de cada una para que todo el organismo pueda funcionar adecuadamente. Pablo llama a la iglesia el Cuerpo de Cristo (Colosenses 1:24). Los miembros de la iglesia deben todos hablar una misma cosa (1 Corintios 1:10) y hacer las cosas decentemente y con orden (1 Corintios 14:40).


¿Quién es la cabeza de la iglesia?

“Y él [Jesucristo] es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18).

“Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:22-23).

Pablo explicó la posición de liderazgo que Cristo tiene en la iglesia, no sólo como la cabeza de un cuerpo, sino además como un esposo que “amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25). Cristo alimenta y cuida la iglesia, e hizo el sacrificio supremo por ella. La iglesia, en gratitud y apreciación por su sacrificio, lo sirve a él.


¿Cuáles son algunas de las posiciones de servicio que Dios ha establecido en la iglesia?

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:11-13).

Estas responsabilidades de servicio fueron dadas para beneficio de toda la iglesia, para ayudar a preparar, edificar y unificar al cuerpo. Una persona ordenada para tales responsabilidades es llamada generalmente ministro,palabra que significa “siervo”. En las Escrituras también son llamados ancianos.


¿Cómo deben los ministros desempeñar sus responsabilidades?

“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos . . . Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:1-3).

Si se siguiera el ejemplo de servicio de Cristo, esto impediría que se abusara del poder, algo que se presenta naturalmente en los gobiernos humanos (Mateo 20:24-28; Lucas 22:24-26). A los líderes al servicio de Dios se les ordena trabajar por el beneficio de aquellos que sirven, en un ambiente de amor y respeto mutuos.


¿Qué parte desempeñan los miembros en el funcionamiento efectivo del Cuerpo de Cristo?

“Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:15-16).

“Pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (1 Corintios 12:24-26).

Dios llama y coloca a cada miembro individualmente en el cuerpo de tal forma que pueda crecer lo máximo posible y ser de provecho para todo el cuerpo.

¿Qué otras analogías nos muestran cómo Dios apoya y alimenta a los miembros por medio de la iglesia?

“Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre” (Gálatas 4:26).

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:1-8).

Dios, por medio de su iglesia, cuida de cada uno de sus hijos. Pablo se refirió a la iglesia como la “madre de todos nosotros”. Así como una madre alimenta, viste, enseña y consuela a sus hijos, la iglesia cuida espiritualmente de las necesidades de cada miembro (ver el recuadro de la página 11: “La Iglesia de Dios es como una madre amorosa”).

Jesús además comparó esta relación con una vid. Cada miembro conectado a la vida recibe el alimento y el apoyo que necesita para producir buen fruto. Pero si esta estrecha relación es cortada, la rama se secará. No importa si la comparación es el cuerpo o la vid, el mensaje es el mismo: los miembros de la iglesia deben estar conectados a Jesucristo y a los demás para poder crecer y dar fruto. ¡La iglesia es una de las bendiciones más grandes que Dios ha dado a sus hijos!

¿Deben los miembros de la iglesia ser participantes activos en la obra y el funcionamiento de ésta?

“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? . . . Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros” (1 Corintios 12:13-16, 21).

Cuando Dios nos da su Espíritu, nos convertimos en miembros del Cuerpo de Cristo, su iglesia. Ya que somos miembros de su cuerpo espiritual, él espera que lo sirvamos, le demos su ejemplo al mundo y tomemos parte en la obra de predicar el evangelio. También espera que nosotros nos conozcamos, amemos y sirvamos mutuamente.Él nos dice: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).

Podemos hacer esto sólo si somos participantes activos en su obra y servicio. La Escritura nos advierte: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24-25). Cristo espera que los miembros de su cuerpo estén colaborando activamente para lograr la misión que le ha encomendado a su iglesia.