Por qué la Biblia es diferente

Usted está aquí

Por qué la Biblia es diferente

Como el escritor David Ewert lo expresa, “la Biblia ha resistido no sólo los embates del tiempo sino también los repetidos intentos de los enemigos de Dios para hacerla desaparecer” (From Ancient Tablets to Modern Translations [“De las tablas antiguas a las traducciones modernas”], p. 16).

Aunque la Biblia es obra de muchos escritores, el lector perspicaz puede darse cuenta de que una sola mente suprema la inspiró desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Con sobrada razón el apóstol Pablo les recordó a los primeros cristianos que las Sagradas Escrituras son “la palabra de Dios” (Romanos 3:2). Son declaraciones divinas.

Cuando Dios reveló su voluntad en el monte Sinaí, le ordenó a Moisés que codificara y transmitiera esta palabra al pueblo (Deuteronomio 5:31; 6:1; 17:18; 31:24-26). Siglos después, las Escrituras aún eran leídas habitualmente en el templo de Jerusalén y en otras partes. Las personas podían oír y entender la Palabra de Dios y actuar en conformidad con ella. Por ejemplo, podemos ver que Jesucristo tenía acceso a las Escrituras y que en cierta ocasión las leyó en voz alta en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:16-22). Los que lo escuchaban se maravillaron de las inspiradas palabras de Jesús cuando él aplicó la profecía de Isaías a sí mismo.

Más tarde, los apóstoles fueron inspirados a escribir cartas a la iglesia en las que explicaron varios pasajes y preceptos de las Sagradas Escrituras. Al igual que otros escritores y seguidores de Cristo, ellos escribieron relatos de la vida y obra de Jesús que llegaron a ser conocidos comúnmente como los evangelios. Dios se aseguró de que estos escritos singulares fueran preservados para las generaciones futuras (2 Pedro 1:15).

Siglos más tarde, después de la invención de la imprenta, y cuando las Escrituras fueron traducidas a los idiomas populares, la gente común empezó a tener mayor acceso a la Santa Biblia. En la actualidad, este Libro de los libros está disponible en casi todas las naciones. No obstante, los patrones del pensamiento irreligioso de nuestra era moderna a menudo restringen poderosamente la lectura y comprensión de sus enseñanzas.

El pensamiento básico del mundo de hoy frecuentemente aleja a la gente de la Biblia. Esta es la razón por la que son tan necesarias las revistas y cursos de estudio que expliquen correctamente la Palabra de Dios. ¡Necesitamos leer la Biblia con verdadero entendimiento divino!

¿Cómo se comunica Dios con su creación?

“He aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento . . . el Eterno Dios de los ejércitos es su nombre” (Amós 4:13).

Al crear al hombre a su imagen, Dios hizo posible la comunicación. Entonces con la ayuda de Dios, los seres humanos pueden entender y responder a los propósitos espirituales de su Hacedor.

Cuando Dios quiso que su pueblo regresara a Jerusalén del cautiverio en Babilonia, ¿pudo lograr su propósito transmitiendo un mensaje importante a un antiguo rey que llevaría a cabo este cometido?

“En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra del Eterno por boca de Jeremías, despertó el Eterno el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito . . .” (Esdras 1:1).

Dios puede comunicarse con cualquier persona cuando así lo desea, aun con monarcas y gobernantes mundanos como Ciro. El rey Salomón comentó: “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano del Eterno; a todo lo que quiere lo inclina” (Proverbios 21:1; ver también Esdras 6:22; 2 Crónicas 36:22-23).

¿Tuvo Dios que revelar la verdadera identidad de su Hijo?

“Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17; ver también los versículos 13-16).

Mucho más importante que los mensajes dados a reyes incrédulos, Dios reveló su preciosa verdad a sus apóstoles y profetas, quienes a su vez la preservaron para las futuras generaciones (ver Amós 3:7; 2 Pedro 3:2; Efesios 2:19-20). En la actualidad, nuestro entendimiento de la Palabra de Dios se basa en esta misma revelación escrita (2 Pedro 1:19-20). Y las Escrituras continúan guiándonos y enseñándonos aun en la era presente (ver Juan 17:20; Mateo 28:20).

¿Cuál fue una de las principales maneras en las que Dios reveló su verdad a la iglesia apostólica?

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).

El término doctrina simplemente significa “enseñanza”. Se relaciona directamente con la Palabra de Dios. La enseñanza de los apóstoles resume el camino de vida cristiano. Aquellas primeras congregaciones del primer siglo no poseían en un principio los libros que ahora llamamos el Nuevo Testamento.

Sin embargo, tuvieron a los apóstoles, que habían sido escogidos en forma especial, quienes les enseñaban de la Biblia hebrea así como también les repetían de continuo las cosas que habían aprendido directamente de Jesucristo (ver Lucas 6:12-13; Mateo 28:18-20). Su autoridad venía directamente de Jesús. “El que a vosotros recibe, a mí me recibe”, dijo él (Mateo 10:40; Juan 13:20).

Los apóstoles escogidos por Jesús desempeñaron un papel único como testigos oculares, una función que no le tocó a ninguna otra generación. Jesús les dijo: “Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio” (Juan 15:27). Y el apóstol Juan escribió: “Este es el mensaje que hemos oído de él [Jesucristo] y os anunciamos . . .” (1 Juan 1:5; ver también Efesios 3:4-5; Hechos 1:21-22; 1 Corintios 15:1-8).

Guiados por el Espíritu Santo, los primeros apóstoles y sus conversos vivieron de hecho lo que ahora se conoce como el Nuevo Testamento antes de que éste fuera escrito. Sus vidas constituyeron la sustancia misma de todos esos relatos.

Resumiendo las experiencias de estos testigos apostólicos, Juan escribió: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:1-3).

¿Qué es lo que se propone Dios para el hombre?

“Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Eterno, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).

Dios dirigió estas alentadoras palabras hace siglos a una nación que se encontraba cautiva en Babilonia, pero también se aplican igualmente hoy en día. La Palabra de Dios encierra un mensaje de esperanza y un futuro brillante, tanto para los individuos como para naciones enteras.

Las palabras de Dios son tan vigentes hoy como lo fueron cuando las habló o las inspiró hace mucho tiempo. La naturaleza humana ha sido la misma en todos los tiempos. Los hombres y mujeres de la antigüedad estuvieron sujetos “a pasiones semejantes” (Santiago 5:17; ver también Hechos 14:15). Ellos no fueron una especie distinta de humanidad. Las cosas que les sucedieron a ellos fueron para nuestra enseñanza, esperanza, consolación y aliciente, y algunas veces como una advertencia solemne (ver 1 Corintios 10:6-11; Romanos 15:4).

¿Qué garantiza Dios acerca de su Palabra?

“Como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11).

Dios no habla en vano. ¡Él cumplirá su gran propósito en este mundo!

¿Qué requiere Dios a fin de poder impartir más conocimiento?

 

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3).

Primero debemos tener hambre espiritual de la palabra de Dios (Mateo 5:6). Luego, al leer y estudiar la Biblia podremos descubrir verdades esenciales acerca de Dios y del camino de vida que nos revela. También podemos ver sus verdades ampliamente demostradas por los acontecimientos reales en las vidas de sus siervos escogidos. Estas enseñanzas y ejemplos bíblicos iluminan el carácter de Dios y nos permiten entender su voluntad para nosotros (ver Proverbios 3:1-6). A medida que obedecemos a Dios de corazón, podemos confiar en que él dirigirá nuestras vidas por sendas de justicia.

El autor John Stott escribió: “La Biblia es el prisma por medio del cual la luz de Cristo es reflejada en sus múltiples y hermosos colores”. ¡Cristo es la Palabra viviente de Dios!

¿Durante qué época o por cuánto tiempo debe ser nuestra guía la Palabra de Dios?

“Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaías 40:8).

La permanencia de la Palabra de Dios ha sido declarada por miles de años (ver Salmos 119:89, 111, 142, 152, 160). Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lucas 21:33).