Un espíritu amable y tranquilo

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Un espíritu amable y tranquilo

He visto muchas publicaciones en redes sociales en donde mujeres condenan el actuar de ciertos hombres. Sin embargo, no veo tantos casos en los que las mujeres se esfuercen por ser lo que deberían ser. A riesgo de caer en lo políticamente incorrecto, quisiera señalar algunas cosas que he visto en las mujeres (incluyéndome a mí misma) de las cuales deberíamos de estar conscientes.

Cuando tenemos un buen hombre, ¿lo apreciamos? ¿les hacemos saber lo bendecidas que nos sentimos por tenerlos? ¿o insistimos en señalar cada pequeña cosa que no hacen exactamente de la manera en que nosotras la hubiéramos hecho?

“Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa”. (Proverbios 21:9).

“Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda”. (Proverbios 21:19)

“Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes” (Proverbios 27:15)

“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada”. (Proverbios 31:30)

¡Mujeres! ¡Estamos siendo juzgadas por cómo nos comportamos en nuestro hogar!

“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”. (Efesios 5:33)

¿Respetas a tu marido? ¿Es una muestra de respeto cuando le hablas con dureza o desdén? “Ezer” es una palabra que se usa en el antiguo testamento para hablar de la “ayuda idónea”; alguien que es capaz de ser una ayuda real en un momento de necesidad. ¿Eres su “ezer”? ¡Deberías ser su mayor apoyo!

“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”. (1 Pedro 3:1-4)

Mujeres, se nos exige que cultivemos un espíritu amable y tranquilo, ¡especialmente hacia nuestros maridos! Dios encuentra intachable ese carácter humilde y gentil en una mujer. Necesitamos dejar de centrarnos en lo que vemos en los hombres del mundo y centrarnos en nuestros maridos que se esfuerzan por ser cristianos obedientes. ¿Hablamos con nuestros maridos en privado de una manera que nos avergonzaría que otros nos oyeran? No estamos llamadas a recorrer el mismo camino que los hombres y debemos dejar de usar sus errores como una excusa para no andar el camino que se nos ha dado.

“Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”. (Tito 2:3-5)

Si las esposas más jóvenes ven nuestra conducta con nuestros maridos, ¿estarán dispuestas a escucharnos? Antes de poder hablar con las mujeres jóvenes sobre la obediencia a sus esposos y la virtud, primero debemos practicarlo en nuestros propios hogares.