¿Qué nos depara el futuro? Es una pregunta que ronda nuestras mentes desde que habitamos el planeta tierra. Estamos sujetos a este valor absoluto y constante del tiempo, que es inevitable e invariable. Nadie podemos detenerlo, nadie podemos acelerarlo, o incluso como muchas películas de ciencia ficción muestran, tampoco nadie podemos viajar en él. Y aunque teoría, es interesante saber que es en realidad una constante que puede modificarse según Einstein. Pero para eso tendríamos que dejar de ser humanos. Como la mayoría sí lo somos, expongo a continuación algo que puede ayudarnos a avanzar en él de una manera mejor.

Hay personas que frente a todo lo porvenir piensan lo peor. Les llamamos “pesimistas” y siempre están creyendo que todo lo malo que pueda resultar de una situación terminará mal. Y al otro lado tenemos los que frente a todo están pensando que siempre resultarán las cosas bien y que no importa esto o aquello, al final, es siempre positivo el resultado. Les llamamos “optimistas”. Se nos ha dicho que ser optimistas frente a los problemas es un plus que irradia buen ambiente y que nos ayuda a sobrellevar los problemas.

Si realizamos la pregunta, ¿somos pesimistas u optimistas en la vida? Usted dará una respuesta en silencio mientras lee estas líneas. Si acaso es pesimista, diremos que ojalá sea más optimista. Y si piensa que es optimista, sepa que todavía hay algo más que se puede hacer.

Sobre este tema leí varios artículos, y me di cuenta que hay bastante imparcialidad en los siguientes conceptos los cuales pretendo definir para ponernos de acuerdo y así intervenir positivamente en nuestros futuros.

Optimista: Ya lo mencionamos. Como antónimo tenemos a alguien pesimista. Pensar en algo “óptimo” como resultado de las circunstancias de la vida es ser una persona optimista. Del latín “optimun” significa “lo mejor”. Ser optimista es tener una visión y convicción de que tal situación resultará de manera óptima.

Positivo: La diferencia entre optimista y positivo está en la praxis, es decir, la aplicación activa de un pensamiento optimista convierte a la persona en alguien positivo. Una persona puede ser muy optimista, pero ¿cuánto influye ella en que lo que piensa de manera optimista se lleve a cabo? Un joven que no estudió para una prueba importante se puede mantener optimista sin haber estudiado la materia. Incluso puede mantenerse optimista frente al resultado (malo). El optimista positivo en cambio cree que le irá bien no solo porque sí, sino que también porque estudió diligentemente. El positivo influye en su propia vida para que su visión optimista se cumpla.

Realista: Una persona realista calcula bien su vida. Analiza riesgos, esfuerzos y vive dentro de un margen posible que lo mantiene como un cable a tierra. Una realista no construye castillos en el aire porque sabe que para construirlos hay que hacerlos en tierra e invertir muchos recursos. Ser realista significa trabajar en un margen real donde podamos construir sueños reales. Estos tres aspectos forman un estilo de vida muy potente. Considere lo siguiente:

Sea optimista frente a la vida. No importa qué circunstancia le haya tocado vivir, siempre se puede ser optimista frente a las vicisitudes. Sea positivo, es decir, procure hacer algo al respecto para influir en su vida. Tome su vida en sus manos, construya su futuro, sea su protagonista y llévela por el camino positivo. Sea realista. La vida no es color de rosa y ser realista lo mantendrá sensato para que con diligencia, esfuerzo y perseverancia, logre sus metas manteniendo ese optimismo original.

Siendo simples pero preparados mortales optimistas, positivos y realistas, podremos domar la invariabilidad del tiempo. Pasado, presente y futuro pueden ser abordados con este estilo de vida. Y esto no es ciencia ficción, sino real, positivo y optimista.