La viña y la higuera

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La viña y la higuera

Hace unas semanas vi un documental sobre David Bamberger y su rancho llamado Selah. Él nació en la pobreza, pero ganó notoriedad por su inclinación a cuidar la naturaleza, a raíz de los consejos de su madre y de la comunidad Amish, donde creció.

Luego de ganar mucho dinero en la venta de pollos en la iglesia, (negocio en el que se involucró desde joven) compró 2,200 hectáreas de tierra sobre pastoreada en Texas. Deliberadamente compró el terreno más pobre que pudo encontrar, con la idea de mejorarlo. La restauración del hábitat fue tan exitosa, que sus métodos están siendo estudiados por los ecólogos.  

Cuando adquirió la propiedad, el suelo era árido y sin agua. Trató de perforar siete pozos a 160 metros de profundidad y en ninguno pudo encontrar agua. El perforador de pozos le contó que había una gran caverna en el subsuelo, pero estaba seca como un hueso. La escasa precipitación que caía sobre el suelo pobre se perdía por la escorrentía y no se acumulaba en el acuífero.

Junto con su equipo, removieron los pocos cedros en crecimiento esparcidos en el paisaje y los fueron reemplazando con pastos nativos. Luego de dos años y medio surgió un nuevo manantial. A medida que el proceso continuó, empezaron a aparecer más yacimientos. Con el tiempo, el sistema radicular de los pastos empezó a acumular agua, llenando paulatinamente el acuífero. Una vez lleno, empezaron a brotar más manantiales.

Ahora, 50 años después, el Rancho Selah (que significa hacer un alto, ver y reflexionar) cuenta con un lago, manantiales y un acuífero con agua. Su motivación fue, como dice la escritura, que debemos ser buenos mayordomos y compartir lo que tenemos. Creó una fundación para continuar con los proyectos que inició para educar a otros y replicar sus logros para la posteridad. Sus métodos han sido replicados con éxito en otras partes de Texas.

Su historia me hizo meditar sobre cómo podemos ayudar a conservar y restaurar la belleza de nuestro país a como estaba cuando llegaron por primera vez a estas tierras nuestros ancestros. He leído historias de aquella época cuando se podía pescar todo lo que necesitaba una familia para su sustento. Los venados y los antílopes eran numerosos, así como los búfalos. Los pastos nativos y las flores en el oeste asombraron a los primeros colonos por su belleza. Creo que este conocimiento está disponible, pero no se ha utilizado ampliamente para recuperar lo que hemos perdido.

En su lugar, hemos construido enormes presas y reorientado el agua para otros procesos que parecen traer sus propios problemas a largo plazo. Como afirmó el señor Bamberger, sus métodos son muy bajos en costo, comparados con lo que el gobierno ha hecho para dotar de agua a aquellas áreas que lo necesitan —y en forma más exitosa.

"Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos, y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo ha hablado." (Miqueas 4:3-4)

Tomará tiempo alcanzar la época donde cada uno se sentará a la sombra de su higuera y de su viña. Siempre ha sido mi sueño ser parte de esta restauración, donde cada uno tendrá una pequeña porción de tierra. Al señor Bamberger le llevó muchos años restaurar lo que compró— en solo 2,200 hectáreas ha logrado crear un hermoso lugar donde los jóvenes aprenden, toman un bote para navegar en un lago que no existía antes y admiran su belleza. Este proyecto, incluso, provee con el vital líquido la ciudad de Austin.

En el documental se ven los verdes prados, árboles y corrientes que afloran desde el subsuelo para convertirse, gota a gota, en cascadas. Se aprecian los campos con pastos nativos y flores silvestres que apacientan los venados.

Imaginemos el tiempo cuando cada uno tenga su parcela, su casa, su viña y su higuera. Quizá tendremos un método para atrapar el calor del sol en invierno y las suaves brisas de los árboles mantendrán una temperatura agradable en el verano. Imagino una época donde las líneas de cables y las carteleras no obstruirán la vista del paisaje. La electricidad posiblemente se continuará usando, pero pienso que utilizaremos otras formas para mantener ocultos los cables.

Los pequeños huertos proveerán mucho alimento y un par de cabras producirán leche, queso y mantequilla. No se requiere de muchas gallinas para abastecernos de huevos y los árboles producirán abundante fruto para la familia. Esto se puede lograr en solo 2 hectáreas de terreno. Una familia podrá producir suficiente alimento para cubrir sus necesidades en 4 hectáreas y adquirir otros bienes con la venta de los excedentes.

Con Dios como nuestro maestro, la conservación llegará a su plenitud. Espero ver algún día que el Suroeste de los Estados Unidos restaure su belleza, como el señor Bamberger lo ha logrado en sus 2,200 hectáreas. No sabemos cómo lo hará Dios, pero ansío ser parte de esa restauración aquí y en todo el mundo y ser un mensajero de los caminos verdaderos para alcanzar una paz y una felicidad perdurables.

Entonces, “Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa.” (Isaías 35:1).