La lectura, ¿un hábito en vías de extinción?

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La lectura, ¿un hábito en vías de extinción?

Para aquellos que hemos trabajado en la docencia, es evidente observar que la afición de los alumnos por la lectura ha disminuido notoriamente. Esto también lo podemos observar en el hogar, donde se debe desarrollar esta competencia en los niños.

Un factor que posiblemente ha influido en la caída de los índices de lecturabilidad es la tecnología y sus plataformas, donde la lectura ha pasado a un segundo plano. En muchas personas persiste la inapetencia por leer. En este sentido, consideremos la opinión del famoso escritor clásico americano Mark Twain: “El hombre que no lee, no tiene ninguna ventaja sobre el que no sabe leer”.

La lectura es como un ritual íntimo dónde podemos incentivar la mente, la imaginación y el espíritu, pero lamentablemente el hábito de la lectura se está muriendo lentamente.

¿Dónde empezar?

Cuanto más temprano se adquiera el hábito de la lectura, más se disfruta. Esta afición debe desarrollarse en la niñez y, en cierta forma, es como el gusto por una comida o un buen vino, cuyo sabor permanece en la memoria por muchos años.

El hogar es el mejor lugar para iniciar a los niños en la lectura. Un hábito saludable es, sin duda, leerles historias antes de irse a la cama. Así, enriquecen su vocabulario y el amor por las letras. Como padres, debemos estimular a nuestros hijos para que adquieran conocimientos que les permitan optar a mejores oportunidades. Recordemos que los valores y las enseñanzas en la niñez permanecen toda la vida. Proverbios 22: 6 nos dice “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.

Mucho más que la adquisición de conocimiento, nuestra formación como adultos depende de la lectura, reflejada en nuestro léxico. Aunque en la escuela se trata de incentivar este hábito en los niños, no es sino hasta que nos contagiamos con el placer de leer que cimentamos este hábito. Podríamos inferir entonces que “somos lo que leemos y lo que compartimos con los demás”.

La lectura de la Biblia

Para nuestro crecimiento espiritual, debemos leer constantemente la Biblia, conocer las verdades de Dios y aprender más de sus caminos. Preguntémonos ¿Cuántas horas debe leer un estudiante antes de graduarse? Según algunas estimaciones, fácilmente podrían ser entre 5 a 7 mil horas, esto sin considerar los trabajos de investigación, lo cual equivaldría a pasar leyendo un año sin interrupción.

Como cristianos, no podemos servir y honrar a Dios y a Jesucristo si no conocemos cuál es su voluntad, que se descubre leyendo y estudiando las Escrituras. Se ha dicho que la Biblia es el manual de instrucciones para la humanidad.

En la Biblia podemos leer historias y vivencias de personas y pueblos que nos pueden ayudar a evitar cometer los mismos errores. Las experiencias de algunos personajes son lecciones valiosas para nosotros. Como lo explicara el apóstol Pablo en su epístola a los Corintios: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 de Corintios 10:11).

Durante siglos los cristianos no tuvieron acceso a la lectura de la Biblia, ventaja limitada a un pequeño grupo. William Tyndale (1494-1536) ofrendó su vida para entregarle al mundo angloparlante la traducción de la Biblia al inglés a partir del hebreo y el griego. Desde entonces, la Biblia se ha traducido a muchos idiomas y tenemos acceso a ella.

La lectura y el estudio de la Biblia nos proporciona sabiduría y consuelo ante las vicisitudes; nos trae paz y es una guía para la vida; nos ayuda a estar más conscientes de nuestra relación con Dios.

La motivación de leer

Actualmente, los padres y los docentes están preocupados por la pérdida del hábito de la lectura en los adolescentes. ¿Por qué leen tan poco? Algunas de las causas pueden ser el uso excesivo de las redes sociales. Un padre de familia sentenció: “Mi hija disminuyó su hábito de leer y su rendimiento escolar cuando tuvo su primer smartphone”.

Animemos a nuestros hijos a sentirse atraídos por un buen libro y a darse cuenta de que la lectura es una actividad apacible que calma el estrés y la ansiedad y estimula positivamente su imaginación. Además, mejoramos la ortografía, la escritura y la comunicación.

Si bien no debemos descuidar el hábito de la lectura secular o de nuestra profesión, con más razón debemos leer y estudiar la Biblia, que es la misma palabra de Dios como respuesta a muchas interrogantes que no podemos encontrar en otra fuente.