El uniforme cristiano
Sabemos que la mayoría de las profesiones y oficios utilizan uniformes durante sus jornadas de trabajo. Así también los jugadores de fútbol necesitan uniformes para identificarse unos con otros en el campo de juego. Los cirujanos cuentan con su uniforme que, sin duda alguna, les sirve como medida de higiene. De manera similar, los bomberos tienen su uniforme que también les sirve durante su jornada de trabajo; además, los policías se distinguen por su uniforme, al igual que los soldados.
¿Sabía usted que los cristianos también cuentan con su uniforme?
Una de las analogías que utiliza la Biblia, es la de compararnos con soldados de Cristo (2 Timoteo 2:3,4); por eso, el apóstol Pablo escribió en Efesios 6:11 “Vestíos de toda la armadura de Dios”. Es decir que Pablo nos está instando a usar cada parte de la armadura espiritual, a fin de estar protegidos de las artimañas de Satanás, pero si dejamos de obedecer, podemos caer víctimas de sus darnos venenosos. Análogamente, si nos olvidáramos de colocarnos nuestros calzados cuando nos levantamos de mañana, podríamos caminar con dificultad por las heridas que podrían adquirir nuestros pies en contacto con el suelo. Es decir que no podemos descuidar de ponernos nuestros calzados para proteger nuestros pies.
De manera similar, Dios ha puesto a nuestro alcance su armadura como uniforme espiritual que debe llevar todo cristiano genuino. Porque fuimos llamados a vestirnos de toda la armadura de Dios, para resistir el día malo, ceñidos con el cinto de la verdad, protegidos con la coraza de justicia y calzados los pies con el evangelio de la paz. Además Pablo nos recomienda a tomar el escudo de la fe, para apagar los dardos de fuego del maligno, portando el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, sin olvidarnos de orar en todo tiempo y lugar.
Así, seremos capaces de enfrentar nuestras batallas espirituales saliendo vencedores de ellas. Dios no quiere que nos despojemos de nuestro uniforme espiritual, sino que permanezcamos vestidos en todo tiempo, es decir, sin despojarnos del uniforme que Dios puso a nuestro alcance.
De esa manera vamos a culminar nuestra carrera espiritual, protegidos de las artimañas de nuestro enemigo, para ser un día, parte de la Familia de Dios.