El Orden y la Organización
“No hay nada más terrible que empezar el día con un estrés innecesario al no encontrar lo que necesitamos”, replicó el adolescente con displicencia. Bueno... sí hay algo peor, agregó: “llegar a la oficina y hallar un caos; regresar a casa y encontrar un pandemónium y, ¡sí! hasta no localizar los archivos en nuestro ordenador”.
Necesitamos tener más orden en nuestra vida — ¡y algunos lo necesitamos más que otros! —Tampoco se trata de tener una organización perfecta. Pero, entre tener una montaña de ropa sucia tirada sobre el piso en nuestro cuarto o tener clasificada nuestra ropa en el armario por estilo, color, marca, tallas y tipo de prenda, seguramente podremos encontrar un punto medio funcional.
El desorden puede reflejar desorganización en nuestra mente. Estar rodeado de objetos dispersos y fuera de lugar, puede compararse con tener muchos proyectos sin resolver. El desorden lanza un mensaje de desasosiego interno y falta de definición. Se ha comprobado, científicamente, que el orden y la organización nos brindan muchos beneficios, entre ellos, tranquilidad y un uso más eficiente del tiempo.
Muchas cosas en este mundo tienen la tendencia al caos y al desorden. Si descuidamos el jardín, las malezas empieza a crecer sin control; si no limpiamos la casa, la basura y la suciedad se incrementan cada vez más.
Una tierra desordenada y vacía
El capítulo 1 de Génesis no describe la creación original de la tierra, sino una renovación del planeta después de quedar desordenada y vacía, como consecuencia de la transgresión de los ángeles. Génesis 1:2 “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Dios no es autor de confusión (1 Corintios 14:33).
Necesitamos establecer un orden en nuestra vida personal, pero a la vez ayudar a que la obra de Dios, a través de sus congregaciones, haga la obra en forma organizada. El apóstol Pablo nos insta a hacer las cosas decentemente y en orden (1 Corintios 14:40).
Diferencia entre orden y organización
El orden es la forma en la que están colocados los objetos, las personas o los hechos en un lugar y/o en tiempos específicos.
En una biblioteca, por ejemplo, el orden es tener los libros en la misma posición vertical sobre los estantes, alineados uno junto al otro.
En cambio, la organización es un sistema lógico diseñado para alcanzar ciertas metas y objetivos como orden, eficiencia, productividad, limpieza, puntualidad y bienestar.
En la biblioteca, la organización se alcanza teniendo los libros por orden alfabético o clasificados en secciones de temas relevantes, por números y autores. De esta manera, podremos encontrar con prontitud la información que buscamos.
Las Iglesias en Corinto estaban conformadas por varias razas y clases sociales. Había pocos judíos y la mayoría eran gentiles que provenían de una sociedad pagana. Eran gente muy desordenada y esto afectaba el desarrollo espiritual de los miembros. El desorden había llegado a tal grado que el apóstol Pablo fue movido a escribirles varias cartas para reprender su comportamiento.
Una sociedad organizada
En Japón, el reciclaje se toma muy en serio; ellos no solo separan la basura orgánica e inorgánica, sino manejan muchas categorías, donde cada material tiene su lugar: metal, madera, papel, plástico, cartón, etc. Sus habitantes están organizados para que el sistema de reciclaje funcione, lo mismo para hospitales que para restaurantes. El 80% de la basura se recicla, reutiliza o se transforma en abono.
Dios es de orden y esto lo vemos en la secuencia de las estaciones, las mareas y las órbitas solares. Podemos ordenar nuestras vidas gracias a que el sol se pondrá y volverá a salir con precisión cada mañana y así le sucederán las estaciones del año. La vida en este planeta se sostiene gracias a estos ciclos continuos.
En el libro de Génesis advertimos el ejemplo perfecto de orden y administración del tiempo. En seis días, Dios creó la tierra y todo lo que hay en ella, y el séptimo día descansó; todo sucedió según un plan ordenado. Hubo también una sucesión en la creación de cada especie; él no desperdició recursos ni tiempo.
Noé, José, Moisés y David, por mencionar solo algunos, eran hombres ordenados, organizados, disciplinados y sujetos a los mandamientos de Dios. El rey Salomón siguió meticulosamente las instrucciones de Dios para construir el templo. (2 Crónicas 8:16).
Con esfuerzo y disciplina, podemos alcanzar la meta de ser más ordenados y organizados, no solo para nuestro beneficio, sino para reforzar los cimientos de la obra de Dios.