El mundo de Dios todavía funciona

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El mundo de Dios todavía funciona

Un día, temprano, salí a la entrada de mi casa para contemplar mis plantas y flores que estaban en pleno florecimiento. Me sorprendió el batir de las alas y el ruido de un pájaro. Levanté mi vista hacia un árbol situado a unos seis metros de distancia y ví a una hembra zorzal petirrojo mirándome, gimoteando y fingiendo hablarme. Estaba enfadada porque yo estaba debajo de su nido lleno de huevos que estaba incubando.

El pájaros había hecho su nido debajo del techo en la parte alta de una canaleta.Vivo junto a una gran área boscosa y en mi jardín aparecen todo tipo de animales durante todo el año. Me recordó que vivo en su mundo. Sus necesidades y sus vidas no se detienen por la presencia de mi casa. Me quedé el tiempo suficiente para hacerle saber que es mi casa y que está ocupando mi espacio.

Es reconfortante y alegre ver a los pájaros construir sus nidos cada año, sentarse sobre sus huevos y verlos traer comida a sus polluelos cuando salen del cascarón. Los observamos durante unos días y luego desaparecen. Los pajaritos vuelan del nido y se las arreglan solos. Un nido abandonado deja la pregunta: ¿Todos viven? Tal vez el nido vuelva a utilizarse. Tal vez no y el pájaro elija otro sitio.

La pasada primavera en el medio oeste de los Estados Unidos ha sido memorable. Hemos tenido suficiente lluvia este año para que todo crezca verde y frondoso. Es un momento para disfrutar. Creo que este año lo estoy aprovechando mejor. El mundo más allá de mi jardín actualmente es caótico. Les he escrito acerca de estos eventos en otras publicaciones. Sabemos lo que está ocurriendo y estoy seguro que están encontrando sus refugios y sus “escapadas” para hacer una pausa, descansar y observar. Mi bosque y los animales que albergan son el espacio seguro que tengo cada día para contemplar, observar y recordarme que el mundo de Dios sigue funcionando. 

Un salmo dice; “¡Cuán amables son tus moradas, oh Eterno de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios del Señor; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Eterno de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío. Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán. Selah” (Salmos 84:1-4).

Encuentra tu refugio, un lugar donde puedas ir, buscar y hablar con Dios. Un lugar donde puedas observar su mundo y continuar con este ciclo de vida. Hay mucho beneficio en ello. Las cosas simples nos ayudan a lidiar con los asuntos complicados de la vida.