¿Dónde encajamos en el cosmos?

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¿Dónde encajamos en el cosmos?

¿Estamos al borde de una guerra nuclear? Recientemente leí un artículo en la revista Forbes que detalla cuatro tácticas que Rusia podría utilizar en su nuevo plan de ataque nuclear en el presente conflicto con Ucrania. A pesar de que he leído y comprendido profundamente las promesas del Reino de Dios venidero para toda la humanidad y de que confío completamente en ellas, este artículo me pareció muy desalentador.

Además de servir a la Iglesia de Dios Unida en mi capacidad de ministro, he estado profundamente involucrado en una organización llamada LifeNets, la cual ha proporcionado ayuda humanitaria a niños que fueron víctimas del desastre nuclear de Chernóbil. Al igual que otras personas, he recorrido a pie las calles aún radioactivas de la ciudad de Pripyat, ubicada a escasa distancia del reactor arruinado de Chernóbil. Cuando leí acerca de un intercambio nuclear “táctico” (sea lo que sea que eso signifique) militar en Ucrania, sentí mucho temor. Mi familia inmediata es de Ucrania y todavía tengo parientes que viven ahí, por lo que esta crisis interminable me afecta personalmente.

Una guerra nuclear en el siglo XXI es algo impensable. El hecho de que estas dos palabras —guerra y nuclear— puedan utilizarse fríamente en una sola frase es una absoluta locura. Cuando las oigo, me siento muy aliviado y profundamente agradecido de poder leer y conocer esta tremenda verdad: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Este versículo es muy famoso, pero es muy importante leer también el siguiente: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17).

Considere este interesante hecho: la palabra griega que se usa aquí para “mundo” es kosmos, que literalmente significa “un sistema organizado”. En el castellano moderno su equivalente es la palabra cosmos, que tradicionalmente utilizamos para referirnos al vasto universo. Sin embargo, en el contexto de Juan 3:16 significa algo diferente: un sistema organizado compuesto de seres humanos, es decir, una sociedad o grupo familiar. En este pasaje se revela que el “sistema organizado” de la humanidad será cambiado por un sistema de justicia dirigido por Dios, un sistema de gobierno que se preocupe genuinamente de fomentar y preservar las relaciones sanas, un sistema planificado que incluye a los hijos mismos de Dios (1 Juan 3:2).

¿Cómo encaja usted en el kosmos, es decir, en el sistema organizado de Dios?

Cuando leo artículos que mencionan la posibilidad de una devastadora guerra nuclear y cosas por el estilo, versículos como éstos me brindan mucho ánimo. Dios no hace las cosas por accidente; por el contrario, las hace de manera correcta y en orden (1 Corintios 14:40).

¿Le preocupa a Dios lo que ocurre en Ucrania? Analicemos ciertos hechos históricos que vale la pena tomar en cuenta. Aparentemente Dios tiene una preocupación especial por esta región, ya que el apóstol Pablo dirigió su primera epístola a “los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1 Pedro 1:1). Éstas eran todas naciones antiguas ubicadas en las áreas costeras del mar Negro y en lo que es la moderna Turquía. Antiguos escritos eclesiásticos también mencionan la presencia del apóstol Andrés (hermano del apóstol Pedro) en dicha región, e incluso en la zona equivalente a Ucrania de la era moderna. Si damos crédito a los antiguos informes de Eusebio y otras fuentes, Andrés incluso llegó hasta Kiev, a unos 2100 km de Jerusalén.

Todo esto me infunde la certeza de que Dios se preocupa profundamente de la gente que vive en Ucrania, y también de usted y de mí. Según la Biblia, Dios tiene un nombre para cada estrella (Isaías 40:26). Él es omnipotente y omnisapiente, y sabe cuál es nuestro nombre y dónde encajamos en su kosmos, tanto ahora como en el futuro.

La Biblia frecuentemente habla de la necesidad de comprobar “cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2, Nueva Versión Internacional). El conocimiento de la voluntad de Dios nos permite saber dónde calzamos en el “sistema organizado” de Dios, su kosmos.

Además, ese conocimiento trae consigo gran poder: poder para cambiar, sobrellevar y superar las pruebas que el “presente siglo malo” nos trae (Gálatas 1:4)

Y aunque me duele profundamente que los líderes mundiales contemplen la posibilidad de llevar a cabo lo inimaginable y estén llegando a la trágica conclusión de que un ataque radioactivo es de algún modo justificable, me consuelo grandemente sabiendo que Dios envió a su propio Hijo, Jesucristo, para que pudiésemos tener acceso a la solución final: la vida eterna en el Reino de Dios como sus propios hijos. Tal conocimiento y convicción nos libra del temor y la ansiedad.

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Fuente: ucg.org