Dime con quién andas... y te diré quién eres
Los nutricionistas nos aconsejan cuidar nuestra dieta porque afirman que “somos lo que comemos”. Pero, en realidad, somos mucho más que eso: lo que vemos, escuchamos, leemos y las personas con quienes nos relacionamos. Debemos evaluar todo lo que entra en nuestro cuerpo en términos físicos, emocionales y espirituales.
Es muy fácil imitar los hábitos de aquellos con quienes nos relacionamos, porque como dice el refrán popular, “el que entre lobos anda, a aullar aprende”. Si nos asociamos con gente inescrupulosa, existe una gran posibilidad que aprendamos sus maneras.
El libro de Proverbios tiene mucho que decir sobre las amistades y lo sensato de asociarnos con aquellos que nos pueden ayudar a crecer en gracia y conocimiento. Al fin y al cabo, solo tenemos dos posibilidades: andar con insensatos o con personas sabias. Proverbios 13:20 “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado”.
Busquemos amigos sabios y rodeémonos de aquellos que nos animen a ser mejores. Si andamos con personas honestas, cuidadosas e íntegras, les puedo garantizar que lograremos alcanzar muchas cosas positivas que nos hemos propuesto. George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, dijo en una ocasión: “Si estimas tu propia reputación, relaciónate con hombres íntegros, porque es mejor estar solo que mal acompañado
”.
Pidámosle a Dios que ponga en nuestro camino gente sabia, cuidadosa y honesta, pero también hagamos nuestra parte no frecuentando ambientes nocivos. Encontremos un mentor que nos ayude a esforzarnos al máximo con sabios principios. Recordemos que, muchas veces, seremos reconocidos por quienes nos hacemos acompañar.
Un consejo para los jóvenes
Tengo que reconocer que, en mi juventud, no siempre estuve rodeado de personas sensatas, lo cual provocó cierto rezago en mi desarrollo personal, poniéndome, incluso, en riesgo. Afortunadamente, Dios me mostró su verdad y me concedió asirme de amigos verdaderos que me animaron a seguir este “camino de vida”.
Si ahora, estimado lector, está viviendo la emocionante etapa de la juventud, seleccione amigos que le motiven e inspiren a crecer y alcanzar sus sueños. Como lo escribiera en su poema “Canción de otoño en primavera” el célebre poeta nicaragüense Rubén Darío, máximo exponente del modernismo hispanoamericano: 'Juventud divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro y a veces lloro sin querer
´… aludiendo al paso de la juventud y la melancolía que provoca.
Debemos estar conscientes de que la juventud es solamente una etapa de nuestra vida y que, conocer la verdad de Dios a temprana edad, es una gran bendición. Esto le ocurrió a Timoteo, el joven discípulo del Apóstol Pablo, que fue criado en un ambiente de espiritualidad en su familia. 2 Timoteo 1:5 “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro de que en ti también”.
Nuestro grupo de amigos puede ser un referente de la influencia que recibimos de su compañía. Aunque este refrán tiene mucho de cierto, seamos objetivos y no juzguemos por las apariencias. Por ejemplo, la gente murmuraba de Jesús por las personas con quienes se relacionaba, pero su propósito era llamar pecadores al arrepentimiento. Mateo 9:11 “Cuando vieron esto, los fariseos dijeron a sus discípulos: ¿por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores”?
El reconocido escritor y conferencista motivacional estadounidense Emanuel James Rohn, dijo en una ocasión: “somos el promedio de las cinco personas con quienes nos asociamos
”, reconociendo la influencia que recibimos de los amigos más cercanos.
En términos generales, no debemos juzgar solo por las apariencias y tratar de ser objetivos al definir a una persona por sus amistades. Además, depende de a quien se juzgue, porque puede ser que el hombre “malo” sea “bueno” o viceversa.
Para convertirnos en cristianos exitosos, no necesitamos tener muchos amigos o ser muy populares. Basta con rodearnos de algunas personas sabias que nos edifiquen, haciendo nuestro mejor esfuerzo por alcanzar nuestros metas tomados de la mano de Dios.