Ayer se me perdió

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Ayer se me perdió

La mitología ha dado explicaciones a un sin fin de misterios que el ser humano no ha podido explicar pudiendo así llenar vacíos mentales con personajes fantásticos con características humanas y con poderes sobrenaturales. Héroes valientes como Aquiles, Hércules y Perseo. Bellas mujeres como las ninfas, las hadas, y las sirenas. Y animales fantásticos como el Ave Fénix, el Pegaso y el Unicornio.

Y tal como los trovadores medievales, hay una canción que nos habla sobre este último animal mitológico, que a su vez tiene un adjetivo más rebuscado todavía: es de color azul. Y para colmo, de alguna manera al dueño se le perdió ayer.

La canción es una triste exclamación de impotencia que inyecta un sentimiento de vacío y melancolía, y sugiere una sutil invitación a interpretar subjetivamente una pérdida en el pasado de quien escucha “Unicornio”.

La interpretación es bastante simple y abierta. Y es que todos hemos perdido algo en la vida, a todos nos han robado algo, todos hemos sufrido alguna despedida de alguien muy querido y valioso. Por eso se produce un vínculo emocional cuando la escuchamos. Inducirnos melódicamente a pensar en algo o alguien que hemos perdido nos lleva a reconstruir el recuerdo y al mismo tiempo extrañarlo, idealizarlo, y hasta hacerlo algo fantástico y lejano, como un inexistente unicornio azul.

A usted querido lector, ¿qué se le ha perdido? ¿qué le han robado? ¿quién se le ha ido? ¿Un lápiz bic, un jeans favorito, su identificación, su vehículo, su trabajo, o un viejo amor? Como puede ver son muchas cosas. Y dentro del gran mar de opciones perdidas, hay una que tengo por cierto que no es fantástica ni mitológica, y la perdimos allá en el Huerto, donde solíamos ser pacíficos en un mundo amable y benigno. Y desde ese punto en adelante nuestro hogar se ha vuelto un lugar difícil para vivir.

Nos lo robaron o ¿dejamos que nos lo robaran? Si dejamos algo sin cuidado expuesto a que cualquiera lo tome y lo mal utilice, lo más probable es que eso suceda, y eso fue justamente lo que sucedió. El Adversario robó nuestra administración porque la descuidamos. Así perdimos nuestro unicornio azul.

Y ha pasado tanto tiempo de este nefasto momento que hemos ido olvidando cómo era. Lucía como un unicornio de color azul, un dinosaurio radiactivo, un leviatán en llamas… y se ha convertido en otras formas más tangibles y modernas como una casa, un auto, tipos de comida, sexo, ropa, dinero (100 mil o un millón). Entonces, ¿qué perdimos en el Huerto?

Respondamos la disyuntiva con el inicio oficial del plan de recuperación. Más brillante y energético que el Big-Bang, Génesis 3:15 estalla en ricas imágenes el plan diseñado desde mucho antes de los albores del mundo. Aunque herida en el talón, la Simiente dará un sendo golpe en la cabeza a quien nos robó la libertad. Y si viajamos en el tiempo, el eco de las imágenes triunfales se pueden leer con el impresionante hecho tan difícil de comprender de Juan 3:16. La Simiente fue sacrificada para que recuperemos lo perdido. Lo vimos vivir y morir muy cerca nuestro. Sudó y sangró tal como nosotros, y fue resucitado por el Padre y su poder, para comenzar a dar aquel golpe magistral en la sien del Adversario. Nos ha invitado a formar parte de este triunfo, a recuperar lo perdido, a volver al amor de Dios y su libertad.

En un mundo desencajado y materialista, tal vez podemos sentir la necesidad infundada de muchas cosas que según dicen nos hacen falta. Pero es un círculo vicioso de unicornios porque nunca encontraremos el que perdimos, porque en realidad no era un unicornio, ni tampoco era azul.

Sepamos lo que realmente perdimos, y vivamos nuestra vida para recuperarlo. Nuestro hermano mayor nos mostró el camino y nuestro Padre espera pacientemente que todos volvamos a él.