¿En qué cree usted y por qué?

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¿En qué cree usted y por qué?

Aunque la gente no se dé cuenta, puede estar creyendo cosas que simplemente no son verdad. ¿Cómo puede ser eso posible? Simplemente, porque sus opiniones se han forjado a partir de la tradición, rumores o información sin base en hechos reales, o carentes de una investigación seria.

Además, con mucha frecuencia la gente adopta las creencias familiares, de un grupo o de una religión, con escaso o nulo cuestionamiento. Cuando dichas creencias son objetadas, las personas las defienden a pesar de que los hechos demuestren lo contrario. Un ejemplo de tal reacción se describe en la siguiente historia de la vida real.

Elizabeth Kenny y la parálisis infantil

En los albores del siglo XX, Elizabeth trabajaba como enfermera en remotos lugares al interior de Australia, diagnosticando y tratando a personas que no tenían acceso a un médico. Corría el año 1911, cuando cierto día le pidieron que fuera a una granja para ayudar a una niña que sufría terribles dolores y cuyas piernas estaban seriamente afectadas.

En un telegrama a Eneas McDonnell, médico del hospital Toowoomba en Queensland, Kenny le describió los síntomas y le pidió que prescribiera el tratamiento a seguir. El doctor McDonnell supuso que los síntomas eran de poliomielitis, a menudo llamada polio o parálisis infantil, y como en ese entonces no existía cura conocida, le aconsejó a Kenny que hiciera lo posible por aliviar los síntomas.

Así, Kenny procedió a aplicarle a la niña compresas con toallas húmedas y tibias para aliviar el dolor y relajar los espasmos musculares en sus piernas. Luego le estiró y masajeó suavemente los músculos; no obstante, los músculos relajados de las piernas ahora no respondían, por lo cual Kenny empezó a “reeducarlos” para que volvieran a funcionar con normalidad.

La niña no solo se recuperó completamente, sino que Kenny aplicó además el mismo tratamiento a otros cinco niños de la vecindad que sufrían del mismo mal; todos ellos recuperaron la movilidad normal.

Método innovador en conflicto con la práctica tradicional

El innovador procedimiento de Kenny se contraponía a la práctica médica tradicional, que consistía en inmovilizar las extremidades afectadas con yesos y férulas. Ella creía que el método convencional de tratar este mal en realidad generaba deformidades y parálisis. Y aunque la nueva técnica de Kenny no era una cura, sí ofrecía gran alivio contra el dolor y la parálisis severa.

El tratamiento aplicado por Kenny la obligó a enfrentar una gran polémica con muchas autoridades médicas australianas. Para ellos era inconcebible que un método tan simple, creado por una enfermera y no por un doctor académicamente entrenado, produjera resultados tan positivos. Sin embargo, la oposición que enfrentó Kenny no le impidió seguir trabajando para ayudar a los niños necesitados. A pesar de que le tomó casi tres décadas, su técnica ganó cierto reconocimiento en Australia, donde inauguró clínicas de tratamiento en varias ciudades.

En 1940, el gobierno de Nueva Gales del Sur envió a Kenny a los Estados Unidos para que presentara su tratamiento. Y aunque muchos médicos estadounidenses se opusieron, la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil opinó que el método era creíble y lo acogió.

En junio de 1940, Kenny demostró su método en la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota y en el Hospital General de Mineápolis. El personal médico de estas instituciones reconoció en el procedimiento de Kenny una nueva forma de tratar la poliomielitis, y durante la década de 1940 se abrieron en Estados Unidos muchos centros que aplicaban el tratamiento de Kenny.

Ella se retiró a su hogar en Toowoomba en 1951. Dos años después de su muerte, en 1952, se desarrolló una vacuna que produjo un rápido descenso en la cifra de casos de polio. Los principios de la rehabilitación muscular de Kenny dejaron una huella muy importante en el mundo de la medicina, y algunos incluso consideran que ella fue la fundadora de la fisioterapia moderna.

La sabiduría tradicional a menudo parece ser la correcta

La historia de Elizabeth Kenny es extraordinaria tomando en cuenta los miles de niños que ayudó. Sin embargo, más extraordinaria aún fue la intensa oposición que debió enfrentar durante muchos años por parte de la comunidad médica. Este es un excelente ejemplo de lo que ocurre cuando las creencias de la gente son confrontadas con argumentos contrarios.

Tales creencias a menudo se describen como “sabiduría convencional”, lo que el diccionario define como “algunas ideas o explicaciones generalmente aceptadas como verdaderas por el público” (Wikipedia, énfasis nuestro). La gente a menudo se siente cómoda con estas creencias porque otras personas se sienten igual, incluyendo a supuestos expertos y autoridades.

Por ejemplo, durante casi todo el siglo XIX comúnmente se creía que las enfermedades epidémicas, como el cólera y la peste, eran causadas por cierta neblina tóxica en el aire nocturno. Por otro lado, hasta principios del siglo XX, una forma muy común de tratar las enfermedades consistía en desangrar controladamente a los pacientes. A pesar de que estas ideas finalmente fueron desvirtuadas, durante generaciones la gente creyó que eran perfectamente válidas.

Las profundas raíces de la sabiduría convencional

La sabiduría convencional puede ser una trampa en la que pueden caer personas de cualquier edad, incluso los niños pequeños. Si, por ejemplo, los padres y familiares pertenecen a un partido político, sindicato o religión, los niños simplemente asumen que los puntos de vista de esas organizaciones son correctos.

Y aun cuando la sabiduría convencional esté profundamente arraigada tanto en la sociedad secular como religiosa, a menudo es incorrecta. El verdadero conocimiento solo proviene del Dios Creador, y es inherente a las leyes que él ha establecido para regir la vida de las personas (Salmos 32:8). Cada persona es responsable de examinar cuidadosamente aquello que acepta como verdad (Juan 8:32).

¿De dónde proviene la sabiduría convencional? Para entenderlo, debemos remontarnos a un pasado muy, muy lejano.

Uno de los ángeles de Dios, al que la traducción castellana de Isaías 14:12 denomina Lucifer, que significa “portador de luz”, era un querubín honorable que la Biblia describe como “el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura” (Ezequiel 28:12).

Este arcángel permitió que su corazón se llenara de orgullo, corrompiendo así su carácter y su juicio. Eventualmente lideró a la tercera parte de los ángeles en una rebelión contra Dios y trató de tomar su trono celestial, pero Dios es más poderoso y luego de derrotarlos, los arrojó a la Tierra (Lucas 10:18, Apocalipsis 12:4).

Después de rebelarse, estos ángeles se convirtieron en espíritus malos —o demonios— y Lucifer se convirtió en Satanás, que significa “adversario”, y desde entonces ha incitado a los seres humanos a la rebelión y la guerra (Apocalipsis 12:9, 1 Juan 5:19). Él se esfuerza especialmente por evitar que comprendan la maravillosa verdad de Dios, promoviendo insidiosamente sabiduría y conocimiento falsos (2 Corintios 4:3-4, Santiago 3:13-14).

El diablo es experto en influir maliciosamente a la humanidad, que por naturaleza no quiere “tener a Dios en su conocimiento” (Romanos 1:28; 8:7, véase también Jeremías 17:9). Esto convierte a la gente en presa fácil ante la influencia perversa de Satanás.

El apóstol Pablo se refirió acertadamente a la sabiduría humana, inspirada por Satanás, como “locura” (1 Corintios 3:19). Pablo insta a la gente a comportarse “no con sabiduría humana,sino por la gracia de Dios” (2 Corintios 1:12). El apóstol les advirtió que no cayeran presa de “los preceptos y enseñanzas de los hombres”, que ofrecen una fraudulenta “apariencia de sabiduría” (Colosenses 2:22-23, La Biblia de las Américas).

Doctrinas convencionales cristianas contradicen la Biblia

Tal vez usted sea cristiano y crea que entiende la importancia de lo que dijo Pablo, pero también es necesario que sepa que los apóstoles y Jesucristo mismo advirtieron en repetidas ocasiones sobre el falso cristianismo. De igual modo, aconsejaron cautela frente a ciertos ministros que, sin saberlo y guiados por el diablo, promoverían doctrinas gravemente tergiversadas (Mateo 7:15; 2 Pedro 2:1; 2 Corintios 11:15).

Estas enseñanzas erróneas a menudo son verdades a medias. Eso significa que para muchas personas aparentemente son confiables, pero en realidad no reflejan con exactitud la enseñanza bíblica (Juan 17:17; Lucas 4:4; 11:28).

He aquí algunas de las creencias tradicionales que necesita revaluar, seguidas de lo que enseña realmente la Biblia:

Doctrina tradicional: “Una vez salvo, siempre salvo”, también conocida como “la seguridad eterna”.Verdad bíblica: Una persona puede recibir el perdón de sus pecados por medio de Cristo, pero aun así, si termina rechazando a Dios debido a su negligencia, perderá su salvación (2 Pedro 2:21; Hebreos 2:1-3; 6:4-8; 10:26-38).

Doctrina tradicional: La recompensa por haber vivido correctamente es una conciencia incorpórea en el cielo al momento de la muerte. Verdad bíblica:Los muertos no tienen conciencia, y nadie ha ascendido al cielo conscientemente después de la muerte sino Jesucristo, después que resucitó de entre los muertos (Eclesiastés 9:5, 10; Juan 3:13; Hechos 2:29, 34).

Doctrina tradicional:Usted tiene un alma inmortal. Verdad bíblica: Usted no tiene un alma inmortal. Un alma puede morir y, como ya dijimos, no hay conciencia en la muerte. La muerte se compara en las Escrituras al reposo del sueño, del que las personas serán despertadas en la resurrección (Ezequiel 18:4, 20; Eclesiastés 9:5, 10; Daniel 12:2; 1 Corintios 15:18).

Doctrina tradicional:El domingo es el día de reposo.Verdadbíblica:El séptimo día de la semana, desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado, es el día de reposo de Dios (Génesis 1:31-2:3; Éxodo 20:8-10; Isaías 58:13; Marcos 2:28).

Doctrina tradicional: Jesús fue crucificado un viernes y resucitó el domingo por la mañana, estando muerto menos de tres días.Verdad bíblica: Jesús estuvo en la tumba tres días y tres noches, que no encajan entre la tarde del viernes y la mañana del domingo (Mateo 12:39-40).

Estos son solo algunos ejemplos de las muchas enseñanzas cristianas tradicionales establecidas desde hace largo tiempo, en contraste con la verdadera revelación bíblica. ¿Comprende usted la importancia de cuestionar a fondo lo que lee, escucha y acepta como verdad?

Jesucristo se opuso a las ideas religiosas tradicionales

Jesús mismo fue el mejor ejemplo de desafío a los parámetros convencionales. Sus convincentes acciones y enseñanzas corrigieron las nociones religiosas aceptadas en esa época (Marcos 1:22; Mateo 5:21-44). Jesús dijo a sus seguidores que examinaran cuidadosamente lo que les enseñaran y que evitaran seguir el camino ancho y fácil que conduce a la perdición (Mateo 7:13).

El apóstol Pablo también exhortó a la gente: “No os conforméis a este mundo….para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). Igualmente, usted necesita confrontar sus creencias religiosas y compararlas honestamente con la verdad bíblica (Hechos 17:11).

El verdadero entendimiento se produce cuando estamos dispuestos a mirar más allá de las enseñanzas cristianas tradicionales y examinar lo que realmente está escrito en la Biblia (Isaías 55:8-9; 66:2; 1 Corintios 1:19-21).

Por supuesto, aceptar lo que descubra puede ser difícil, pues tendrá que desaprender formas de pensar muy arraigadas. Descubrir que algo que usted ha creído es incorrecto al principio puede hacerlo sentir incómodo. Admitir que uno ha estado errado es una de las cosas más difíciles para cualquier ser humano, sin embargo, si uno sinceramente desea complacer a su Creador y seguir su camino de vida, se esforzará por rechazar todo error y amar la verdad (3 Juan 11; 1 Pedro 1:22).

Viviendo por cada palabra de Dios

Elizabeth Kenny desarrolló un método revolucionario para el tratamiento de la poliomielitis y aunque muchos ridiculizaron su exitoso procedimiento, ella nunca sucumbió ante las críticas. Kenny rechazó la sabiduría tradicional y se aferró a lo que creía correcto. Igualmente, usted debe comparar honestamente las doctrinas cristianas tradicionales con la Biblia. ¡Descubra lo que es verdaderamente genuino!