Vitalidad... ¿Qué significa?

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Vitalidad... ¿Qué significa?

¿Tienes vitalidad?

Esta palabra fue alguna vez trivial - se usaba para describir a un individuo que estuviera en la plena exuberancia de la vida, con energía, empuje y propósito.

De acuerdo con las estadísticas sobre el uso de palabras en Google.com, ésta alcanzó su punto máximo durante los años de 1914-1915, hace cien años, justo durante la Primera Guerra Mundial.

Entonces, ¿qué pasó con toda la vitalidad? ¿Acaso desapareció con el ir y venir de las décadas? ¿Acaso la destruyó la Gran Guerra?

La palabra en sí ha sido reemplazada por otras... energía, fuerza, aptitud... ellas, en su mayoría describen salud, pero ninguna tiene el mismo impacto. La vitalidad, no solo de salud, sino de actitud, se ha ido de nuestra cultura.

Las personas gastan energía en entretenimiento, logros, y, a veces, aunque muy raro, en ideales religiosos. Sin embargo, raramente brillan con vitalidad siguiendo la causa de mayor bien, el Reino de Dios.

Es solo que ya no es tan popular para las personas jóvenes ser “vital”. Cierto letargo lánguido acompaña el cinismo y el escepticismo de nuestra era. Suspiro.

Tal vez, solo tal vez, haya alguna manera de dar vuelta al reloj. Aun aprendiendo de los errores del pasado, pero recuperando la pureza de mente que acompaña a la verdadera vitalidad.

Vitalidad, para que puedas correr con los caballos

La Biblia está llena de personas con vitalidad

Una de mis hazañas favoritas de vitalidad es aquella de Elías. Él estaba en el monte Carmelo y acababa de finalizar la batalla con los sacerdotes malignos de Baal, quienes servían a la reina Jezabel, después de que Dios hubiese aceptado su sacrificio y rechazado el de ellos. Luego Dios acabó con una sequía que había plagado a Israel por años y Elías envió a un mensajero a advertir al rey que las lluvias estarían por venir (1 Reyes 18:1-46).

Así que el rey Acab saltó a su carruaje y se dirigió a su casa, pero Elías corrió toda la distancia del valle Jezreel (casi veintiocho millas)… delante del carruaje del rey. ¡Es decir, iba más rápido que los caballos!

Se requiere de mucha vitalidad para superar a un montón de caballos altamente motivados, lo cual es una imagen muy útil cuando leemos un famoso versículo del libro de Hebreos, “...corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante...” (Hebreos 12:1-2).

El apóstol Pablo también tuvo un grado significativo de vitalidad. En el pueblo de Listra, una turba enfurecida lo ejecutó apedreándolo. Mientras yacía sin vida en las afueras de la ciudad y sus discípulos se reunían alrededor de él para atenderlo, ¡él se levantó! No solo eso, sino que regresó a la ciudad (Hechos 14:19-20). Ser revivido de la muerte requiere una dosis de vitalidad dada por Dios, pero también requirió de un personaje valiente que escogiera volver a entrar a un pueblo lleno de ciudadanos enfurecidos.

Ser leal a Dios, obedecer sus mandamientos, y resistir los ataques del adversario, Satanás, requiere de vitalidad, perseverancia y empuje.

Vitalidad, un estado mental

Algunas figuras históricas también fueron conocidas por su vitalidad. Winston Churchill es un ejemplo clave, y esa vitalidad lo ayudó a enfrentar numerosos peligros y pruebas durante el transcurso de su vida.

“De acuerdo a muchos que lo conocieron, Churchill en sus vidas de juventud brilló con vitalidad; era como si, en palabras de la sama Rebeca West, la vitalidad 'le llegaba a raudales'“ (David Mason, Churchill 1914-1918, p. 6).

Si alguna vez has tenido que lidiar con una enfermedad crónica sabrás que la vitalidad suena como un destino muy lejano que sueñas con visitar, pero al cual nunca logras llegar. A pesar de todo, el esfuerzo físico no es la única medida de vitalidad, una perspectiva vital  es igual de importante, sin importar cual sea nuestro nivel de energía.

“Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Corintios 4:8-10).

¡Desarrollar vitalidad es un importante antídoto ante las presiones que el dios de esta era (Satanás, el diablo) nos arroja!

¡Con la ayuda de Dios, no podemos ser vencidos!

Fuente: ucg.org