¡La primera venida de Jesucristo fue profetizada en detalle!

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¡La primera venida de Jesucristo fue profetizada en detalle!

Bienvenido a la sexta lección de la serie “La profecía bíblica y usted”.

Las profecías bíblicas anunciaron en increíble detalle los dos acontecimientos mundiales más importantes para la humanidad, uno en el pasado y otro en el futuro. ¡Estos acontecimientos son la primera y la segunda venida de Jesucristo! Esta lección está enfocada en su primera venida, “la más grande historia jamás contada”.

Muchos detalles del milagroso y maravilloso nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesucristo fueron predichos en profecías diseminadas a lo largo del Antiguo Testamento. Esta lección examinará algunas de estas profecías y su cumplimiento; esperamos que ella le abra el apetito para aprender más y más a medida que sigue estudiando la Biblia.

Considere esta cita de nuestro folleto La verdadera historia de Jesucristo: “Quienes escribieron el Nuevo Testamento citaron profecías mesiánicas del Antiguo Testamento más de 130 veces. Según algunos cálculos, en el Antiguo Testamento hay más de 300 pasajes proféticos que describen quién es el Mesías y lo que él va a llevar a cabo. De estos, 60 son profecías importantes. ¿Cuáles son las posibilidades de que todas estas profecías se cumplieran en una sola persona?”

¿La respuesta? Las posibilidades son increíblemente remotas, tanto así, que eliminan toda probabilidad de simples coincidencias.

El cumplimiento de todas las profecías bíblicas en cuanto a la vida, muerte y resurrección de Jesús comprobó sin lugar a dudas que él era el Mesías prometido, el Hijo de Dios y “el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14).

La Biblia profetizó el sacrificio de Jesucristo con más de 1800 años de anticipación mediante el relato verídico de Abraham y su hijo Isaac.

Abraham amaba a su hijo Isaac tanto como cualquier padre ama al suyo. Abraham y su esposa Sara habían deseado por mucho tiempo tener un hijo, pero Sara era “estéril” — no podía tener hijos. Sin embargo, Dios les prometió que tendrían descendientes, y luego de una espera de 25 años, cuando Abraham tenía 100 años y Sara 90, tuvieron un hijo a quien llamaron Isaac. Este milagroso nacimiento, concedido por Dios a una mujer demasiado avanzada en años como para embarazarse, fue el precursor de la divina concepción del Verbo, Jesucristo, en el útero de una virgen (Juan 1:1-2, 14).

Luego, cuando su hijo era mayor, Dios sorprendió de manera impactante a Abraham cuando le ordenó sacrificar a Isaac como ofrenda encendida en la cima de una montaña en la tierra de Moríah (Génesis 22:2), la cual aparentemente se convirtió más tarde en el Monte del Templo en Jerusalén (vea 2 Crónicas 3:1). Dios estaba probando la fe y obediencia de Abraham y nos estaba entregando un ejemplo de lo que él mismo experimentaría al dar a su Hijo por nosotros. Sin embargo, a pesar de lo triste que estaba Abraham, accedió a llevar a cabo el mandato de Dios porque creía que él resucitaría a Isaac para cumplir sus promesas en cuanto a sus descendientes.

El viaje a Moríah duró tres días, así que en la mente de Abraham su hijo ya estaba prácticamente muerto. Isaac pudo haberse resistido, pero aparentemente no lo hizo. Pero en el último segundo, Dios detuvo a Abraham para que no matara a su hijo. La fe de Abraham había sido probada, y Dios proveyó un carnero como substituto de Isaac.

La disposición de Abraham e Isaac para llevar a cabo el mandamiento de Dios ilustra la disposición de Dios el Padre y de su Hijo para realizar el sacrificio más sublime por el amor que le tienen a todo el mundo. La substitución del carnero representó a un tipo de Jesús que sufriría la pena de muerte en nuestro lugar, y la salvación de Isaac fue un indicador de cómo Jesús escapó del sepulcro al resucitar de entre los muertos. Vea Génesis 22 y Hebreos 11:17-19. Esta conmovedora historia nos da una apreciación y empatía mucho más profundas por el sacrificio que el Padre y el Hijo hicieron por nosotros.

El propósito esencial de la primera venida de Cristo

Tanto el Padre Celestial como su Hijo, llamado también el Verbo, son Dios (Juan 1:1). Ellos planearon –desde antes de la fundación del mundo– que el Verbo un día abandonara temporalmente su gloria y poder en el cielo, naciera como ser humano y fuera un ejemplo perfecto para la humanidad de cómo llevar una vida piadosa (1 Pedro 1:20; Juan 1:14; Filipenses 2:5-11;
1 Juan 2:4-6).

Jesús reveló el increíble plan de Dios para permitir que los seres humanos recibieran el perdón de sus pecados y, mediante el arrepentimiento y la fe en el sacrificio de Jesús, tuvieran acceso al Espíritu de Dios como pago anticipado de la vida eterna, como hijos de Dios en su reino (Romanos 8:14-17). De esta manera Jesús permitió que él mismo, Dios en la carne, sufriera y muriera para pagar la pena del pecado por todos (Juan 3:16; Romanos 5:6-10).

Su resurrección y regreso a su gloria anterior en el cielo fueron las pruebas definitivas de que él era Dios y que se había convertido en el Mediador, el Eterno y el Salvador de la humanidad (1 Timoteo 2:5; Hechos 5:30-31; 2 Pedro 1:11). De hecho, toda la Biblia se refiere directa e indirectamente a la obra pasada, presente y futura de Jesucristo.

Analicemos ahora varias profecías importantes y sus cumplimientos:

u ¿Fue el Mesías descendiente del rey David?

“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces” (Isaías 11:1)

“He aquí que vienen días, dice el Eterno, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 23:5).

“Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1:1).

Note que José, mencionado en Isaías 11:1, fue el padre de David, el rey humano más eminente de Israel. Durante el ministerio de Jesús, algunos rápidamente se convencieron de que él era “hijo de David”. Luego, durante su entrada triunfal a Jerusalén varios días antes de ser crucificado, “la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David!” (Mateo 21:9).

u ¿Provendría de Belén el Mesías?

“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2).

“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos” (Mateo 2:1).

Hay dos ciudades llamadas Belén, una al sur de Jerusalén en la región de Efrata en Judea, y otra al norte, en la región de la tribu bíblica de Zabulón. Pero la profecía de Miqueas es clara: Jesús nació en Belén de Judea, tal como él había vaticinado.

u ¿Nacería de una virgen el Mesías?

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel [que significa “Dios con nosotros”]” (Isaías 7:14).

“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

“Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:26-35).

Un ángel se le apareció primero a María para decirle que concebiría un hijo del Espíritu Santo. Después el ángel se le apareció a José para explicarle que la concepción de María era el cumplimiento de la profecía de Isaías (Mateo 1:20-23).

u ¿Simbolizaban los sacrificios bíblicos
el sacrificio profetizado de Jesús?

“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Hebreos 9:11-12).

“Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios . . .” (Hebreos 10:11-12).

El libro de Hebreos explica cómo los sacrificios de animales y rituales del templo requerían que el antiguo Israel fuese un tipo físico del sacrificio perfecto de Cristo. Representaban al “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). El sacrificio del cordero de la Pascua representaba dramáticamente a “nuestra pascua, que es Cristo, [quien] ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7).

Como cumplimiento de la profecía, Jesús murió el mismo día de la Pascua. La sangre del cordero en los dinteles de las puertas de las casas de los israelitas simbolizaba la sangre derramada de Cristo, quien murió para que pudiésemos ser perdonados y hechos salvos (Romanos 5:9).

u ¿Sería crucificado el Mesías?

“Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies” (Salmos 22:16).

“Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda” (Lucas 23:33).

“Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré . . . Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:25,27).

La crucifixión era probablemente la única forma de ejecución que involucraba la perforación de las manos y los pies. Sin embargo, increíblemente, ¡esta profecía fue escrita casi 900 años antes de que los romanos comenzaran a utilizar la crucifixión para los criminales condenados!

u ¿Serían quebrados los huesos del Mesías?

“El guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado” (Salmos 34:20).

“Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas . . . porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo” (Juan 19:32-33, 36).

A pesar del tormento brutal y cruel que Jesús padeció, Dios se aseguró de que, para cumplir la profecía, ¡ninguno de sus huesos fuesen quebrados!

u ¿Sería traicionado el Mesías por un amigo
de confianza, por treinta piezas de plata?

“Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar” (Salmos 41:9).

“Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata” (Zacarías 11:12).

Cuando Jesús indicó que Judas Iscariote era quien lo traicionaría, dijo que este era el cumplimiento de la profecía en Salmos 41:9 (Juan 13:18; 26). Y efectivamente, Judas recibió treinta piezas de plata en pago por su acto de traición (Mateo 26:14-15).

De hecho, no menos de 29 profecías fueron cumplidas en el periodo de 24 horas que precedió la muerte de Jesús. En un sermón del apóstol Pedro, él dijo: “Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer” (Hechos 3:18).

Ponga manos a la obra ahora mismo

Se debe tomar en cuenta que con todas las profecías de su propio sufrimiento y muerte, Jesús sabía en detalle lo que tendría que padecer. Con razón oró así en Lucas 22:42: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. El versículo 44 explica que “era su sudor como grandes gotas de sangre”, por la agonía mental que estaba experimentando. No obstante, ¡él estaba dispuesto a padecer todo esto para pagar por sus pecados a fin de que usted pudiera ser perdonado y recibir el don divino de la vida eterna!

Lea Hechos 2:36-38 y considere la respuesta que Dios desea recibir de usted por ese gran sacrificio. Lea lo que Pedro, hablando bajo la inspiración de Dios, les dijo a los presentes (y a nosotros) que hicieran. Tómese el tiempo hoy para hablar con Dios acerca del sacrificio de Cristo y lo que él espera de usted. También lo animamos a leer nuestro folleto gratuito La verdadera historia de Jesucristo. Puede solicitarlo o descargarlo de nuestro portal de Internet,iduai.org/folletos.  BN