¿Cómo puede tener sentido para ti la Pascua judía?
Para nuestros lectores jóvenes • Artículos de la revista Compass Check (en inglés)
Cuando era adolescente, recuerdo que me embargaba una extraña mezcla de sentimientos cada vez que llegaba la Pascua judía. Sabía que era algo en lo cual solo podían participar los miembros bautizados, por lo que era la única vez al año que mis padres iban a la iglesia sin mí. Cuando era pequeño me dejaban en casa de mis abuelos, pero ya de adolescente mi madre me preparaba una cena de esas envasadas (que para mí era todo un privilegio) y tenía la casa para mí solo. Podía ver lo que quisiera en la tele, llamar a mis amigos, hablar por teléfono (entonces solo teníamos un teléfono fijo y, como era el menor de una familia de cinco miembros, tener el teléfono para uno solo era una rareza) y hacer prácticamente lo que quisiera.
Pero a pesar de esta “libertad” durante esa noche, seguía sintiéndome un poco . . . culpable. No por ver la tele o llamar a los amigos, ni siquiera por sacar a escondidas una barrita de chocolate del escondite de mi madre, sino por no estar en la Pascua. Sabía que no se me permitía participar en el servicio, pero, aun así, sentía que debería haber estado allí. Y aunque mis padres me habían explicado lo que ocurría en la Pascua, seguía sin entenderlo del todo. ¿Por qué esta noche era tan diferente de las demás?
Curiosamente, Dios previó que los niños harían esta pregunta. “Y cuando sus hijos les pregunten: ‘¿Qué significa esta ceremonia?’, ustedes deberán contestar: ‘Este animal se sacrifica en la Pascua, en honor del Señor. Cuando él hirió de muerte a los egipcios, pasó de largo por las casas de los israelitas que vivían en Egipto, y así salvó a nuestras familias’. Y los israelitas se inclinaron en actitud de oración . . .” (Éxodo 12:26-27, Dios Habla Hoy).
Por supuesto, el contexto de esta escritura es ligeramente diferente. En Éxodo 12 leemos sobre la primera Pascua, en la que Israel estaba a punto de ser liberado de la esclavitud en Egipto. En esa ocasión también se mataba un cordero y se esparcía su sangre sobre los postes y dinteles de las puertas (Éxodo 12:1-7). Bajo el nuevo pacto, las instrucciones relativas a la celebración de la Pascua son diferentes. Puesto que Jesucristo fue sacrificado por todos los pecados cometidos, ya no es necesario el sacrificio simbólico de corderos cada año (Hebreos 9:26-28; 10:12).
Significado de la Pascua judía mostrado con símbolos
A partir de aquí podemos empezar a comprender realmente lo que significa el servicio de la Pascua; además de eliminarse el sacrificio de animales, se instituyeron algunos símbolos nuevos para esta ceremonia. En su última Pascua, Jesucristo dio el ejemplo del lavamiento de pies (Juan 13:2-6). Aunque esto nos parece muy extraño hoy en día, debemos comprender lo que significaba en aquella época.
La gente iba a todas partes por caminos polvorientos y sucios. Calzaban sandalias, que al ser abiertas permitían que todo el estiércol y la suciedad se les adhiriera a los pies. Cuando uno entraba a un restaurante o a la casa de alguien, a menudo había un criado que le lavaba los pies. ¡Esta tarea era lo más denigrante imaginable! Al lavar los pies de los discípulos, Jesucristo –que está muy por encima de nosotros en todos los sentidos– demostró que debemos ser humildes servidores los unos de los otros. “Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13: 12-15).
Además del lavamiento de pies, Jesús instituyó un nuevo mandamiento relativo al pan ázimo. “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mi” (Lucas 22:19). El símbolo del pan como su cuerpo prefiguraba la terrible golpiza y flagelación que recibiría antes de su muerte. Su cuerpo cargó con todo el peso del pecado por nosotros, para que pudiéramos ser sanados no solo de nuestras aflicciones, sino también del dolor y el sufrimiento que causan la enfermedad, las dolencias y (sobre todo) el pecado (1 Pedro 2:24).
El símbolo del cuerpo de Cristo como pan se ilustra con más detalle en Juan 6:48-51: “Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”. Aquí Jesús contrasta el maná que se dio al antiguo Israel cuando viajaba a la Tierra Prometida, un pan temporal y físico que sostenía sus vidas. En comparación, Jesucristo era “el pan de vida”, capaz de sostenernos permanentemente en la eternidad.
Después de comer el pan sin levadura, vemos que Jesús enseñó un nuevo mandamiento relacionado con el vino: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26: 27-28). El vino, de color rojo, representa la sangre de Jesús, que sería derramada en el suelo al día siguiente, cuando murió en la cruz. Gracias a su sacrificio, los pecados del hombre pueden ser perdonados.
Así que, volviendo a la pregunta original, ¿qué significan los servicios de Pascua? Un resumen muy sencillo podría ser el siguiente:
1) Debemos servir humildemente a los demás, como Jesús ilustró mediante el lavamiento de pies.
2) Jesucristo es el pan de vida; por medio de él, podemos tener la vida eterna.
3) El pecado es perdonado mediante el sacrificio de sangre de Jesucristo.
Pero ¿qué significa para ti?
Pero ¿qué significa para ti la Pascua si no estás bautizado? Aunque solo quienes están bautizados pueden recibir el Espíritu Santo y heredar la vida eterna (Romanos 8:9-11), el significado real de la Pascua no cambia para los hermanos no bautizados. Lo que sí cambia es que, en lugar de tener el Espíritu de Dios morando en ti, te encuentras en una etapa en la que estás aprendiendo los beneficios y las razones para asumir un compromiso importante mediante el bautismo.
En mis últimos años de adolescencia pude observar y aprender un poco más sobre la Pascua y su significado. Cuando tenía unos 16 años, me pidieron que ayudara con labores de seguridad durante los servicios de Pascua. Mi trabajo consistía en recorrer el pasillo y asegurarme de que nadie entrara accidentalmente e interrumpiera los servicios. Recuerdo que eché un vistazo a hurtadillas por las rendijas de las grandes puertas metálicas que daban al salón principal, y vi a todo el mundo sentado en silencio mientras el pastor estaba sentado a una mesa, leyendo las Escrituras. Había grandes jarrones de rosas y bandejas plateadas cubiertas que contenían pequeñas copas de vino y pan ázimo, según me enteré más tarde.
Pero quizá lo que más me llamó la atención fueron los rostros de la gente antes y después del servicio. Al entrar para sentarse, había muy poca conversación y el tono era sombrío. Algunos lloraban mientras leían la Biblia. Después, al salir, la sensación era muy distinta. Había una sensación de frescor en el aire, como si todos se hubieran quitado un peso de encima. Aún había algunas lágrimas, pero iban acompañadas de sonrisas y abrazos entre quienes acababan de celebrar una ceremonia muy especial.
Lo que empecé a ver fue que la Pascua, más allá de su significado, era un servicio especial por lo que hacía en beneficio de los que participaban en él. Tal vez el rey David lo expresó mejor en el Salmo 51:11-12: “No me expulses de tu presencia y no me quites tu Espíritu Santo. Restaura en mí la alegría de tu salvación y haz que esté dispuesto a obedecerte” (Nueva Traducción Viviente).
Los que están bautizados y han recibido el Espíritu Santo de Dios han establecido un pacto con él. La esencia misma de ese pacto, o acuerdo, es que aceptamos entregar voluntariamente nuestras vidas a la Palabra y la voluntad de Dios, y él nos añade gozosamente a su familia poniendo en nosotros su Espíritu Santo. A lo largo del año, como humanos mortales que somos, pecamos e incumplimos nuestra parte del acuerdo. Sin embargo, mediante el arrepentimiento podemos reconciliarnos con Dios y volver a tener una relación correcta con él, restaurando ese pacto. Este servicio pascual tan precioso y especial de cada año es la forma en que Dios restaura nuestra relación con él (1 Corintios 11:23-26).
Lo que la Pascua significará para ti algún día
La Pascua es, en efecto, un servicio muy especial. Y aunque aún no puedas participar en él, sin duda tiene un significado
para ti. La Pascua nos recuerda el sacrificio de Jesucristo, por el cual podemos ser perdonados de nuestros pecados y reconciliados con Dios Padre. También nos recuerda la alegría de la salvación: la vida eterna en la familia de Dios. Mi mayor deseo, y el de todos los que trabajamos en Compass Check, es compartir la Pascua contigo algún día.
He aquí algunas preguntas que puedes hacerles a tus padres cuando se acerque la Pascua judía:
1) ¿Hay algún aspecto de la Pascua que tú, como adolescente, no comprendas o que te gustaría que tus padres compartieran más contigo?
2) ¿Qué sienten tus padres antes y después del servicio de la Pascua?
3) ¿Qué pensamientos o acontecimientos llevaron a tus padres a saber que necesitaban bautizarse? EC