Meditación, la poderosa herramienta de Dios que necesitamos usar más eficazmente

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Meditación, la poderosa herramienta de Dios que necesitamos usar más eficazmente

Dios nos ha entregado cuatro poderosas herramientas espirituales para ser usadas en nuestra vida cristiana. Estamos más familiarizados con la oración, el estudio bíblico y el ayuno, pero hay una cuarta herramienta que es realmente poderosa y muchos no la aprovechamos bien.

La meditación bíblica es tan valiosa que requiere nuestro tiempo y atención, pues “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Esta es solamente una muestra del poder de la Biblia. En 2 Timoteo 3:15-17 se nos dice que “las Sagradas Escrituras . . . te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. ¡Hay tantas razones de peso por las que deberíamos meditar!

La Biblia es la Palabra de verdad (Juan 17:17) y uno de los medios que Dios usa para convencer. El otro es el Espíritu Santo, “el Espíritu de verdad” que “os guiará a toda la verdad . . . y os hará saber las cosas que habrán de venir” (16:13). No es de extrañar que Pablo le dijera a Timoteo “aviva el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:6-7).

Si no estamos meditando tanto como debiéramos, ¡Dios siempre está presto a avivarnos! Para una meditación eficaz, primero debemos pedirle a Dios que nos guíe mediante su Espíritu Santo. ¡Eso sí que es poder! Su Espíritu siempre está listo para ser liberado cuando estudiamos diligentemente el libro de instrucciones de Dios que transforma vidas y reflexionamos en él.

Aclaración de algunos malentendidos

La meditación bíblica no debe confundirse con diversas prácticas orientales de meditación transcendental de la Nueva Era, que se originaron en el hinduismo y el budismo de la India y China y se hicieron populares en la década de 1970. “Buena Nueva” y “Nueva Era” parecieran tratarse de perspectivas similares, pero buscar primero el Reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33) está muy por encima de las falsas prácticas satánicas que simplemente tienen sus raíces en “este presente siglo malo” (Gálatas 1:4).

¿No le parece un alivio que la meditación bíblica no requiera retorcerse como un nudo? Por el contrario, en lugar de intentar vaciar la mente en estado de trance, la meditación bíblica conduce a llenarla con un pensamiento enfocado en cómo desarrollar una relación personal con Dios Padre y llegar a ser uno con él, no con el universo o con la madre naturaleza. ¡Dios ha planeado un futuro fascinante, en el que podemos meditar y tener esperanza!

La meditación bíblica es anhelar la mente de Jesucristo (Filipenses 2:5), “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2 Corintios 10:5). Nuestro Salvador, que vendrá pronto, quiere que nuestra mente esté ocupada y valorando profundamente el hecho de que nuestro Padre nos haya llamado a su familia eterna, compuesta por él y su Hijo.

En lugar de cantar o recitar un mantra (un sonido o vibración silenciosa y sin sentido) para liberar  “el poder interior” mediante el autodescubrimiento y la iluminación, la meditación bíblica nos hace entender que Jesús advirtió contra las vanas repeticiones (Mateo 6:7). Y aunque era Dios en la carne, dijo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30), declarando que sus palabras venían de su Padre, quien hacía los milagros por medio de él. Los hijos de Dios quieren que su Padre y su Hermano Mayor vivan en ellos mediante el Espíritu Santo, reemplazando su naturaleza humana egoísta por un amor entrañable, que se manifiesta en la preocupación desinteresada por los demás.

Los Salmos condensan la mayor cantidad de instrucciones acerca de la meditación

El Salmo 19:7-14, escrito por David, declara el valor de la ley, los testimonios, los estatutos, los mandamientos y los juicios (versículos 7-9). “Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón. ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos . . . [y] de gran rebelión” (vv. 11-13). La meditación sabia acepta la corrección.

David concluyó: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Eterno, roca mía, y redentor mío” (Salmo 19:14). ¡La meditación del corazón de David calzaba con la mente de un hombre conforme al corazón de Dios! ¿Es ese también nuestro caso?

El Salmo 119 tiene 176 versículos, muchos de ellos sobre la meditación, que ensalzan la ley, los testimonios, los preceptos, los estatutos, los mandamientos, los juicios, las palabras, las ordenanzas y los juicios de Dios. El versículo 1 dice “los que andan en la ley del Eterno”.

Mi lugar preferido para la meditación es el Sendero Cuerno Verde, a un poco más de 800 metros de nuestra casa: es un lugar tranquilo, pacífico y con escasos visitantes desde el cual puedo contemplar las majestuosas cumbres montañosas y la creación de Dios en diferentes estaciones del año. Jesús iba a las montañas para alejarse de todo. Isaac salía a meditar al campo en las tardes. David se maravillaba ante el cielo nocturno y se preguntó: “¿Qué es el hombre?”.

Note el versículo 11: “En mi corazón he atesorado tus dichos”. Esto le permitirá meditar cuando no tenga una Biblia a la mano. Se avecinan tiempos difíciles en los que estaremos agradecidos por cualquier versículo que hayamos memorizado.

De día y de noche

El versículo 97 nos dice cuándo meditar: “¡Oh, cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”. El Salmo 63:6 cubre el resto de las horas: “Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche”.

Cuando uno no puede conciliar el sueño, aprender a meditar es la oportunidad más fácil para practicar y mejorar esta poderosa herramienta cristiana. Si no se le ocurre nada en qué pensar, intente recordar un pasaje de las Escrituras, como Apocalipsis 4, que habla del trono de Dios y del increíble poder que él tiene a su disposición. Otra idea es repasar el esquema de la oración modelo de Jesús. ¿Sigue dándose vueltas en la cama? En vez de contar ovejas, eche hacia atrás las cobijas y hojee las páginas de su Biblia o recuerde los versículos que haya leído y quizá estudiado ese día, meditando en ellos mientras deja que Dios llene su mente de entendimiento. La meditación es la herramienta que Dios proporciona para que “conectemos todos los puntos” y veamos cómo las escrituras se relacionan entre sí, y también la belleza de su plan.

La meditación debe motivarnos a la acción

Salmos 1:1-3 y Josué 1:8 confirman el valor de meditar durante día y noche, pero hacen hincapié en un aspecto crucial: “el varón que . . . en la ley del Eterno . . . medita de día y de noche . . . todo lo que haga prosperará”, y que “hagas conforme a todo lo que en él [el libro de la ley] está escrito”. Josué guiaría poderosamente a los israelitas hacia la Tierra Prometida. ¡Necesitamos esto en nuestra caminata hacia el Reino de Dios! Una meditación eficaz ayudará a que Jesús nos encuentre “haciendo así” (Mateo 24:46).

Debemos considerar además cómo la combinación de la oración y el ayuno con el estudio de la Biblia puede aumentar la eficacia de la meditación. Jesús dijo que algunas cosas solamente salen con la oración y el ayuno (Mateo 17:21). En un día de ayuno es recomendable dedicar tiempo adicional a la meditación, así como a la oración y al estudio de la Biblia.

¿Cómo podemos dar gracias a Dios por tan poderosas y maravillosas herramientas? “Todo lo que es verdadero . . . noble . . . justo . . . puro . . . amable . . . de buen nombre, si hay en ello virtud alguna y . . . algo digno de alabanza, en esto meditad” (Filipenses 4:8).  EC