Anexo: Complemento al Calendario Sagrado

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Complemento al Calendario Sagrado

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Así pues, Dios no dejó ningún cabo suelto sin la necesaria consideración, al haber creado su Calendario, como previo conocimiento de lo que vendría a ser Su Plan Maestro de Salvación para el ser humano, empezando poco después de la creación de Adán. Por eso resulta interesante saber cómo se aplica en la práctica el diseño del Calendario Sagrado.

Desde la antigüedad, Dios fue guiando al hombre para que aprenda a contar la longitud de los días, meses y años. Así, en tiempos de Noé, Dios dejó manifiesto en Su palabra escrita, la Biblia, el relato de la construcción del arca y el tiempo que Noé y su familia permanecieron dentro de ella.

Fue desde esa época, que Dios entregó una importante revelación para el conocimiento del hombre. Más tarde, Esteban, primer mártir de la Iglesia de aquel periodo temprano de la era de Éfeso, nos da otro vital relato registrado en el libro de Hechos: “Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida para darnos. Pero nuestros padres incorporadas dentro del día que corresponde al este, y, por el contrario, las islas al este del reino de Tonga, fueron incorporadas en el día que comienza al oeste de la línea internacional. De esta manera, los miembros de la Iglesia en Tonga, comienzan sus sábados y días santos un día antes de los hermanos que viven al oeste de ellos en las islas Aleutianas en el hemisferio norte. Todo esto ocurre debido a regulaciones internacionales, que de ninguna manera alteran el calendario sagrado en sí mismo.

Por otro lado, nos damos cuenta de que Dios determinó Su calendario con una extraordinaria exactitud matemática. Además, sorprende descubrir de qué manera Dios conjugó el alfabeto hebreo, en ciclos de 19 años. Porque cada letra del alfabeto hebreo tiene un interesante valor numérico, el cual sirve de base para calcular las semanas en ciclos de 19 años.

Asimismo, también resulta importante saber que para determinar el día de la semana y el día del mes del nacimiento de la luna nueva en Jerusalén, (molad de Tishri) se emplean, respectivamente, números de días y no quisieron obedecer, sino que lo desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto”. (Hechos 7:38-39).

Con el correr del tiempo, Israel perdió de vista lo que Dios había hecho con Su calendario. No fueron pocos los que más tarde usaron sus propios razonamientos humanos sin poder obtener respuestas.

Gracias a Dios, el pueblo judío guardó celosamente copias de los registros del calendario habiendo sido preservado en el Talmud. Es de esa fuente, y otras, que la Iglesia de Dios pudo continuar con los registros bíblicos que preservaron las reglas del calendario. De esa manera, la Iglesia de Dios pudo continuar celebrando los sábados y las Fiestas Santas, “en sus tiempos” (Lev. 23:4).

He aquí algunas preguntas al respecto: ¿Por qué la Pascua no cae en domingo, martes o jueves? ¿Por qué el día de Expiación no ocurre en viernes o domingo? ¿Por qué el séptimo día de la Fiesta de los Tabernáculos no cae en sábado semanal, como algunas veces ocurre con el Último Gran día?

Estas son algunas curiosidades interesantes que tiene el Calendario de Dios y que se encuentran descritas en los registros antes mencionados. Durante el siglo IV, el líder de los judíos, Hillel II, en el año 358-359 d. C., dictó un decreto para dar validez al Calendario Hebreo en actual uso, habilitándolo hacia el futuro, hasta que, cumplido los tiempos, una autoridad Superior pueda restablecerla en Jerusalén, ya que por autoridad bíblica, nadie puede cambiar su contenido. 

Sin embargo, en un planeta como el nuestro, era necesario establecer una línea oficial de cambio de fecha, a ser determinada por reconocidas autoridades. Esta línea internacional fue fijada en el Pacífico medio, la cual corta Alaska al norte y el reino de Tonga, en el Pacífico sur. De tal manera que las islas de Alaska que se encuentran al oeste de la línea internacional de demarcación quedaron horas en sistemas numéricos de base 7 y 24. Con relación a las semanas de años comunes, el máximo número es 12, esto se debe a que hay un máximo de 12 años comunes y siete bisiestos en un ciclo de 19 años. El proceso matemático se basa en que 19 años solares son exactamente 235 meses lunares. Y que un año solar tiene exactamente 12,368421 meses lunares. El exceso al número 12, en 19 años solares, nos da exactamente 7, (0.368421 x 19), que no son otra cosa que siete meses extras en un ciclo de 19 años (Adar II como precisamente ocurre en 2023-2024).

De esta manera, queda totalmente ajustada la diferencia del exceso entre los meses lunares y los años solares. El procedimiento de cálculo siempre se inicia con la determinación del nacimiento de la luna nueva en Jerusalén. Determinado el día, el proceso matemático continúa con los demás sábados anuales, a través de un sencillo procedimiento, sabiendo que los seis primeros meses del año tienen un número constante de 177 días. Y debido a que la Pascua es el 14.º día del primer mes, restando 13 días obtenemos 164. Por tanto, a partir del día de Trompetas determinado por las reglas del molad de Tishri, restando 164 días, siempre llegamos al día de la Pascua. Los siete días subsiguientes, son los días que corresponden a Panes sin Levadura. Y por las reglas preestablecidas para el conteo de 50 días, llegamos al día de Pentecostés. De la misma manera, sumando 9 días al día de Trompetas, queda determinado el día de Expiación y sumando 14 y 21 días respectivamente en el mismo mes, quedan fijados el primer día de la Fiesta de Tabernáculos y la Fiesta del Último Gran Día. Este proceso se repite automáticamente de año en año. De manera similar, con la ayuda de un ordenador, podemos establecer los sábados anuales y días santos para los años por venir.