Trasfondo Histórico de los Evangelios: Lección 42: Mateo 28, Lucas 23, Juan 19

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Trasfondo Histórico de los Evangelios: Lección 42

Mateo 28, Lucas 23, Juan 19

Llegamos ahora a la increíble resurrección de Jesucristo de entre los muertos, ¡que fue presenciada por cientos de testigos fidedignos!

¿Cómo sucedió? Los discípulos básicamente habían huido y se habían rendido. Simplemente no podían creer que una persona pudiera resucitar de entre los muertos por sí misma, ¡especialmente después de haber sido crucificada! Esto no era lo que había sucedido con Lázaro, en cuyo caso Jesús había realizado un milagro. Ahora Jesús estaba muerto y ellos todavía no tenían el Espíritu Santo para guiarlos y darles poder (Juan 14:17). No quedaba un verdadero líder entre ellos. Pedro todavía estaba conmocionado y avergonzado por haber traicionado a Jesús, y los demás se escondían y trataban de salvar su propio pellejo.

La resurrección fue el sábado por la tarde, no el domingo

Sin embargo, fueron algunas de las mujeres las que sintieron que debían asegurarse de que Jesús tuviera un entierro decente según los rituales judíos, ungiendo su cuerpo con las especias y fragancias adecuadas para contrarrestar los eventuales malos olores. Eso era todo lo que esperaban hacer, pues no creían que resucitaría de entre los muertos. Tampoco sabían que los soldados romanos habían sido apostados allí para proteger la tumba.

Así que al final de la tarde del sábado, al ponerse el sol, Jesús resucitó de entre los muertos. Cada uno de los evangelios añade algunos detalles, pero lamentablemente la mayoría de los traductores han hecho un trabajo muy pobre, ya que no reconocen que hubo dos “sábados” esa semana: el Primer Día de los Panes sin Levadura, un jueves, y luego el sábado semanal. Sorprendentemente, cuando se tiene esto en cuenta, como hace la Biblia del Jubileo, los versículos se vuelven claros y comprensibles.

Comencemos con el relato de Juan: “Y el primero de los sábados, María Magdalena vino de mañana, siendo aún tinieblas, al sepulcro; y vio la piedra quitada del sepulcro. Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les dice: Han llevado al Señor, y no sabemos dónde le han puesto” (Juan 20:1-2, Biblia del Jubileo [JBS], énfasis agregado en todo este artículo).

También vemos aquí que María Magdalena fue al sepulcro cuando todavía estaba oscuro y encontró la tumba vacía, ¡porque Jesús ya había resucitado de entre los muertos!

Mateo agrega: “Y avanzado el sábado, amaneciendo para el primero de los sábados, vino María Magdalena, y la otra María, a ver el sepulcro” (Mateo 28:1, JBS). Obsérvese que aquí también se menciona más de un sábado: uno que tiene que ver con un día santo, el Primer Día de los Panes sin Levadura (el jueves), y luego el sábado semanal. The Wycliffe Bible Commentary (Comentario bíblico Wycliffe) explica: “El día después de la preparación normalmente se refiere al sábado . . . Sin embargo, este día de preparación era el día que precedía la Fiesta de la Pascua (Juan 19:14, 31), que ese año pudo haber caído el miércoles por la noche. Tal vez esto explique por qué Mateo no utilizó aquí el término ‘sábado’: para que no se confundiera con el sábado [semanal]. Según esta perspectiva, el entierro duró setenta y dos horas completas, desde la puesta del sol del miércoles hasta la puesta del sol del sábado. Este punto de vista le da más sentido a Mateo 12:40. También explica ‘después de tres días’ y ‘en el tercer día’ de una manera más razonable y menos confusa” (1962, p. 984).

Además, el término “al amanecer” significa simplemente “hacia el comienzo de un nuevo día”, como explica A. T. Robertson: “Aquí, tanto Mateo como Lucas (Lucas 23:54) usan ‘amanecer’ (epiphosko) para indicar el amanecer de un periodo de veinticuatro horas comenzando al atardecer, no el amanecer de la mañana de doce horas de luz. El [dialecto] arameo utilizaba el verbo amanecer en ambos sentidos. El llamado Evangelio de Pedro usa epiphosko en el mismo sentido que Mateo y Lucas, e igualmente se usa en un papiro posterior. Aparentemente, el vocablo hebreo equivalente a ‘amanecer’ se expresa aquí mediante este verbo griego” (N. T. Word Pictures [Imágenes en palabras del N. T.], notas sobre Mateo 28:1).

El relato continúa describiendo lo que sucedió mientras las mujeres llegaban al sepulcro: “Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos” (Mateo 28:2-8). 

Marcos añade: “Muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron . . . Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios” (Marcos 16:2-5, 9).

Es importante notar que cuando dice “muy de mañana, el primer día de la semana”, la coma, que no se encuentra en el griego, puede alterar el significado. The Expositor’s Greek Testament (Testamento griego del expositor) explica que la frase ‘por la mañana, el primer día de la semana’ puede estar conectada con (habiendo resucitado), indicando el tiempo de la resurrección, o con (aparecido), indicando el tiempo de la primera aparición”. A. T. Robertson añade: “Es probable que esta referencia de tiempo calce con ‘resucitado’ (anastas), aunque también calza con ‘aparecido’ (ephane)” (N. T. Word Pictures, notas sobre Marcos 16:9). Sabemos por el relato de Juan 18:1 que Jesús resucitó antes del amanecer [después de la puesta del sol y al comienzo del nuevo día], por lo que una traducción más exacta es la de la versión [de la Biblia en inglés] Montgomery: “Habiendo resucitado, temprano el primer día de la semana se apareció primero a María Magdalena”.

Luego Lucas añade, mencionando también los dos sábados: “Y el primero de los sábados, muy de mañana, vinieron al monumento, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron la piedra revuelta de la puerta del sepulcro. Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús” (Lucas 24:1-3, JBS).

El testimonio de las mujeres

María Magdalena fue la primera en encontrarse con Jesús. Juan dice: “Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos. Y volvieron los discípulos a los suyos. Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas” (Juan 20:2-18).

Obsérvese hasta qué punto la resurrección de Jesús está relacionada con la ofrenda de la gavilla mecida (que se mecía al atardecer del sábado que caía en la semana de Panes sin Levadura). Todavía no había ascendido al cielo para ser aceptado formalmente por el Padre como nuestra ofrenda por el pecado.

Ahora bien, mientras María y las otras mujeres (Juana y María, la madre de Santiago — Lucas 24:10) fueron a avisar a los discípulos, Jesús se les apareció de nuevo y pudieron tocarlo, lo que significaba que había subido al cielo, había sido recibido por el Padre y había descendido de nuevo, como relata Mateo: “Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán” (Mateo 28:8-10). María oyó pronunciar su nombre exactamente como Jesús lo había hecho siempre, y lo reconoció como “Raboni”, o Maestro.

Una falsa afirmación de los sumos sacerdotes

Mientras tanto, algunos de los aterrorizados guardias acudieron a las autoridades judías. Mateo relata: “Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy” (Mateo 28:11-15). Este es el primer falso informe de los judíos para poner en duda la resurrección de Jesús. Como vemos, el engaño se basaba en sobornos. Los guardias sabían que era una sentencia de muerte afirmar que estaban durmiendo durante sus horas de trabajo, así que los sumos sacerdotes les aseguraron que “persuadirían” a Pilato, que era conocido por aceptar sobornos, y los guardias recibieron una cuantiosa suma de dinero por mentir.

Esta afirmación de los sumos sacerdotes tiene algunos errores flagrantes. En primer lugar, si los discípulos hubieran robado a Jesús, solo hubiesen tenido un cadáver, ya que él había estado muerto y sellado en la tumba durante tres días. En segundo lugar, si los discípulos realmente hubieran hurtado el cuerpo de Jesús, ¿habrían proclamado valientemente su resurrección, y hubieran estado dispuestos a morir muchos otros mostrando gran seguridad y convicción al respecto? En tercer lugar, ¿cómo pueden explicarse los múltiples avistamientos? Como dice Pablo: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas [Pedro], y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1 Corintios 15:3-8). Nótese que Pablo menciona que algunos de esos testigos aún vivían en su época, y podían corroborar haber visto a un Cristo resucitado.

Así que la gran diferencia entre otros líderes religiosos y sus enseñanzas y Jesucristo y sus enseñanzas, es que él resucitó de entre los muertos y fue visto por cientos de testigos creíbles, mientras que el resto de los líderes religiosos simplemente murieron y, como toda carne, simplemente se convirtieron
en polvo.

Además, Jesús se apareció durante más de un mes a sus discípulos. Como escribe Lucas: “En el primer tratado . . . hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:1-3).

Encuentro con dos discípulos en el camino a Emaús

Cuando Jesús se encontró con dos de sus discípulos en el camino de Emaús, un pueblo a más de 11 kilómetros de Jerusalén, se reveló a ellos como el Cristo resucitado. Lucas relata: “E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido” (Lucas 24:14-21).

¿Por qué dijeron “hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”? ¿Acaso todavía no se habían cumplido los tres días profetizados desde su arresto y crucifixión? ¿Se ha preguntado alguna vez qué significa esta enigmática afirmación? ¿Es acaso una aparente contradicción? Bueno, la respuesta es clara cuando entendemos el estado de ánimo de estos dos discípulos y la frase correcta en el griego, que ha sido mal traducida, cambiando el verdadero significado de estas palabras.

La incredulidad de los dos discípulos

En primer lugar, hasta ese momento estos dos discípulos no creían que Jesús hubiera resucitado. De hecho, estaban muy decepcionados de que ello no hubiera ocurrido al cabo de tres días, como él había prometido. La fecha prevista había llegado y había pasado. Añadieron que sí, que esa misma mañana habían sucedido algunas cosas extrañas y que algunas mujeres habían declarado haberlo visto, pero los discípulos se habían limitado a calificar tales afirmaciones de “locura” (Lucas 24:11) y las habían rechazado.

Entonces Jesús les reprochó su incredulidad sobre lo que había profetizado, y se reveló como el Cristo resucitado que había cumplido el plazo de tres días, tal y como habían predicho los profetas y como él había profetizado reiteradamente durante su ministerio, afirmando que esa era la señal de ser el Mesías.

En segundo lugar, hay un gran problema con el verbo que usaron los traductores en este dicho, “hoy es ya el tercer día”. Como señala Larry Wishon, “En la frase ‘hoy es ya el tercer día’, el verbo griego agei se traduce como ‘es’. Este ‘es’ no es una forma verbal del verbo ser, sino un verbo de acción, cuyo significado básico es ‘llevar, traer o pasar’. Este verbo primario se usa 72 veces en los escritos del Nuevo [Testamento] y nunca se traduce como ‘es’, excepto en este versículo.

“Cuando se usa con la acepción de tiempo, debería traducirse con el sentido de ‘pasar’, por ejemplo, ‘el día pasó’. Para traducir este segmento a un español más preciso, se podría decir: ‘Hoy ya pasaron tres días desde que sucedieron estas cosas . . .’
Esto es muy diferente de la desafortunada traducción tradicional que dice ‘hoy es ya el tercer día’. En vez, debería decir que ‘hoy [el cuarto día] ya pasó el tercer día desde que estas cosas sucedieron’. Hay un significado muy diferente entre las dos traducciones. Es obvio, a juzgar por la declaración de estos discípulos, que el tercer día era significativo para ellos.

“Comprendieron que Jesús había dicho que resucitaría de entre los muertos al tercer día. Es aparente que ellos contaban hasta el tercer día desde que estas cosas sucedieron”.

Algunas traducciones señalan este hecho. Como dice la versión bíblica La Palabra: “Nosotros teníamos la esperanza de que él iba a ser el libertador de Israel, pero ya han pasado [ya han concluido] tres días desde que sucedió todo esto”. Nótese que aquí no se incluye el término “hoy”, que confunde el significado, y se afirma que ya han pasado tres días.

El contexto es importante

En tercer lugar, hay más apoyo para este punto del contexto, donde vemos que Jesús estaba confirmando que había sido resucitado después de tres días, tal como los profetas habían dicho.

Lucas 24:21-27 dice: “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.

El Barnes Commentary (Comentario de Barnes) señala: “Jesús les había predicho que resucitaría al tercer día. Esto no lo entendieron; pero no es improbable que esperasen ese día algo maravilloso, y que la visita al sepulcro se los hubiese recordado, y se asombraron más y más cuando juntaron todas estas cosas”.

El IVP (InterVarsityPress) Bible Commentary (Comentario bíblico IVP) añade: “Parte de la razón de la incredulidad de los apóstoles era que una resurrección de esta naturaleza contradecía sus expectativas mesiánicas; otra razón puede haber sido que los funcionarios judíos consideraban el testimonio de las mujeres casi sin valor, porque según ellos las mujeres eran inestables y poco fiables”.

El Comentario al Nuevo Testamento de Barclay señala: “La situación les parecía a aquellas dos personas que no tenía explicación. Los sueños y las ilusiones se les habían hecho añicos. Se refleja toda la desilusión más dolorosa y el sentimiento más hondo de frustración del mundo en sus palabras: ¡Y nosotros que habíamos creído que él era el que había de redimir a Israel! Eran las palabras de personas cuyas esperanzas estaban muertas y enterradas. Pero entonces vino Jesús, y habló con ellos, y se les aclararon las tinieblas y el sentido de la vida”.

Crucifixión el miércoles y resurrección al atardecer del sábado

Por último, como explica Larry Wishon: “Si el primer día de la semana pasaba del día que se consideraba el tercer día desde que ocurrieron estas cosas, esto haría que el séptimo día de la semana fuera el tercer día desde la crucifixión y la sepultura . . .
De esto podemos deducir entonces que este séptimo día, siendo el sábado semanal, era este tercer día. Y puesto que el sábado, el séptimo día de la semana[de la puesta del sol del viernes a la puesta del sol del sábado], era el tercer día desde que estas cosas ocurrieron, entonces el sexto día de la semana [de la puesta del sol del jueves a la puesta del sol del viernes] sería el segundo día desde que estas cosas ocurrieron, y el quinto día de la semana [de la puesta del sol del miércoles a la puesta del sol del jueves] sería el primer día desde que estas cosas ocurrieron.

“Entonces, ¿por qué este verbo griego, agei, se traduce como ‘es’ [refiriéndose a ‘hoy es el tercer día’] en prácticamente todas las traducciones? Aparentemente, para mantener la teoría de un acontecimiento de viernes a domingo, el domingo tendría que ser visto como el tercer día. Entonces, ¿está mal traducido a propósito? No se puede decir con seguridad si este fue o no el caso. Sin embargo, debe quedar claro que si el versículo hubiera sido traducido como debiera haber sido, habría creado un agujero en la teoría del viernes al domingo lo suficientemente grande como para que un camión pasara a través de él. Así que para cerrar este enorme agujero, a este verbo se le da un significado que no tiene en ninguna otra parte de las Escrituras, y que nunca se pretendió que tuviera. Esto de nuevo parece ser un ejemplo en el cual hemos anulado la Palabra de Dios para poder mantener nuestras tradiciones”. Efectivamente, en este caso los traductores han adulterado la Palabra de Dios.

Conclusión

Inicialmente, los dos discípulos en el camino a Emaús estaban decepcionados de que Jesús no hubiera cumplido, según ellos, su predicha resurrección después del tercer día. Pero entonces Cristo apareció y los corrigió, confirmando que él efectivamente había resucitado como “los profetas” habían escrito. Esto les produjo (y debería producirnos hoy) mucha alegría. Decidieron entonces volver a Jerusalén para dar a los apóstoles y a los demás discípulos esta buena noticia de la segura resurrección de Jesús. Por lo tanto, esta explicación correcta apoya el escenario de tres días y tres noches, un entierro al atardecer del miércoles, y una resurrección al atardecer del sábado.

Cómo fue que Tomás se convirtió en símbolo del escepticismo

Mientras estaban en Jerusalén, Jesús se apareció a todos los apóstoles menos a uno, Tomás, y esta es la escritura de donde proviene el dicho “Ver para creer, como dijo Tomás”. Juan escribe: “Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:24-31).

A continuación, Jesús se aparece a sus discípulos y a muchos otros en Galilea. Les dice que esperen en Jerusalén, donde recibirán el Espíritu Santo (en Pentecostés), y concluye dándoles la gran comisión: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:18-20). Así culminan estos maravillosos
evangelios. EC