Por qué necesitamos el espirítu santo
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19:23-26).
Al bautizarnos entregamos nuestra vida a Dios. Pero dentro de nosotros mismos no tenemos el poder ni la fe para mantener este compromiso como deberíamos. Necesitamos desesperadamente el poder divino que nos ayude a cumplir con el maravilloso llamado de Dios. Esa fuerza viene como un regalo de Dios.
¿Cómo nos fortalece Dios?
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo . . .”(Hechos 1:8).
Pablo explicó: “. . . Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13). También escribió, con gran confianza: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Al igual que el bautismo, ¿es la recepción del Espíritu Santo parte necesaria de la conversión?
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
“Jesús le contestó: —Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu, es espíritu” (Juan 3:5-6, Versión Popular).
¿Cómo y cuándo da Dios su Espíritu?
“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo . . . Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8:14-17).
Las Escrituras nos muestran, con ejemplos, que Dios normalmente da el Espíritu Santo a aquellos que son bautizados por verdaderos ministros de Cristo cuando éstos oran a Dios al imponer sus manos sobre ellos (Hechos 8:14-17; 19:5-6). En Hebreos 6:1-2 “la imposición de manos” figura en la lista de “los rudimentos de la doctrina de Cristo”, lo que nos muestra que es algo que todavía debemos practicar.