Carta del Presidente: 9 de Diciembre de 2021

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Carta del Presidente

9 de Diciembre de 2021

Vivamos no por fuerza, sino por el Espíritu de Dios

Acabamos de terminar una serie de reuniones con el Consejo de Ancianos y la Administración aquí en Cincinnati. Con regularidad preparamos extensos informes para presentar y discutir durante estas reuniones.

Cuando repasamos los planes recientes y futuros para avanzar en nuestra misión como Iglesia y cumplir con la comisión que se nos ha dado, a menudo vemos que los planes siguen su marcha y van surgiendo otros nuevos. ¡Esto nos llena de humildad y emoción!

En mi informe al Consejo, hice referencia a la magnífica fuente que nos explica cómo avanzar en nuestra misión y visión como Iglesia. Esa fuente se encuentra en Zacarías 4, particularmente en Zacarías 4:6: “Esta es la palabra del Eterno . . . No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Eterno de los ejércitos” (énfasis nuestro en toda esta carta).

Como tal vez recuerden, Zacarías habló de la colocación de los cimientos del templo, la estructura que sería visitada y utilizada como plataforma física por el mismo Jesucristo durante su ministerio humano. A medida que las pequeñas piezas empezaron a encajar en la época de Zacarías, Dios mismo puso las cosas en perspectiva: “Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán” (Zacarías 4:10).

Zacarías también vinculó proféticamente los acontecimientos de aquellos antiguos días con un tiempo futuro increíblemente importante en la historia de la humanidad. Al hablar de dos ramas de olivo, Zacarías deja claro su significado: “Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra” (Zacarías 4:14). Esto, por supuesto, es una clara referencia a los dos testigos de Apocalipsis 11.

Como le he manifestado al Consejo, y como sabemos, Zorobabel lo pasó mal en torno al año 520 a. C. Como se ha señalado anteriormente, Dios nos ha revelado hechos clave para hoy.

Al igual que en ese entonces, hoy vivimos en una época en la que nos enfrentamos a enormes dificultades, amenazas y problemas abrumadores.

Sin embargo, al igual que los antiguos judíos de la época de Zorobabel, quienes vivimos en la actualidad tenemos una promesa inquebrantable de energía de parte de Dios para terminar la obra que nos ha encomendado. Además, sabemos por el Salmos 127:1 que “Si el Eterno no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”.

Personalmente, creo que hoy estamos viviendo en este tiempo profético. Ello se refleja y está en proceso de cumplirse mediante la realización de nuestras declaraciones de misión y visión. En efecto, estamos predicando activamente el evangelio y preparando a un pueblo para recibir esta maravillosa e inconmensurable bendición que Dios ha preparado para nosotros (1 Corintios 2:9). También estamos avanzando firmemente cada día de acuerdo con nuestra visión: “Una iglesia guiada por el Espíritu Santo de Dios, unida y entrelazada con lo que cada miembro aporta, todos haciendo su parte y creciendo en amor para llevar a cabo el gran propósito que Dios tiene para la humanidad, de traer muchos hijos a la gloria” (Efesios 4:16; Hebreos 2:10).

A veces, cuando nos aproximamos a ciertos acontecimientos, puede ser un reto ver cómo se desenvuelven realmente las cosas, sobre todo si nos enfrentamos a dificultades o pruebas. Puede que solo veamos lo que puede considerarse como “pequeñeces”. Sin embargo, como muestra la Biblia, todas ellas pueden ser bloques para construir grandes cosas.

Durante nuestras reuniones del Consejo pude abarcar gran parte de esto: desde nuestro continuo programa del Instituto Bíblico Ambassador, donde se están formando futuros líderes, hasta el hecho de que, a pesar de los cierres y varios problemas graves relacionados con el Covid-19, seguimos teniendo considerable éxito en la realización de campamentos de jóvenes y la Fiesta de Tabernáculos, seguimos progresando en las áreas internacionales, y continuamos realizando servicios sabáticos semanales. No todas las organizaciones han sido tan afortunadas.

Además, durante estos tiempos de prueba y conflicto algunos quizá no han se han dado cuenta de cuántos edificios para el uso de la Iglesia se han construido en África gracias a las donaciones entregadas al programa Buenas Obras de la Iglesia y a las contribuciones de LifeNets (tanto de Australia como de Estados Unidos). Ahora tenemos la increíble bendición de casi una docena de edificios totalmente nuevos o instalaciones mejoradas para los hermanos en África.

También estamos avanzando con paso firme hacia un nuevo sitio web para ucg.org, muy competente y abundante en tecnología. Este proyecto, que comprende literalmente miles de páginas, incorporará lo último en tecnología de la comunicación, lo que nos permitirá personalizar nuestro mensaje y aprovechar de excelente manera tanto los contenidos existentes como los nuevos. Este es un proceso complejo, pero sigue progresando. Sus oraciones por su éxito son muy apreciadas.

Hay algo que he enfatizado al Consejo y que quiero enfatizar a ustedes personalmente: aprecio su fe, apoyo y aliento tan positivos en estos tiempos en que vivimos. Agradezco a todos nuestros fieles ministros y empleados que adoptan desinteresadamente nuestra visión y trabajan por nuestra misión. Agradezco a todos nuestros miembros, familias y simpatizantes que, como lo expresa tan maravillosamente nuestra declaración de propósito, son guiados “por el Espíritu Santo de Dios, [unidos] y [entrelazados] con lo que cada miembro aporta, todos haciendo su parte y creciendo en amor para llevar a cabo el gran propósito que Dios tiene para la humanidad”. ¡Y ello lo incluye a usted, que está leyendo esta carta!

Agradezco a todos los que buscan activamente la ayuda de nuestro Dios y el éxito en la realización de su obra y a los que miran al verdadero Líder vivo de esta iglesia: Jesucristo.

Agradezco a los que han puesto a Jesucristo vivo antes que a sí mismos y no han apartado sus ojos de él. Confío en que un día nos asombraremos al ver que muchos (si no la mayoría) fuimos verdaderamente capaces de “caminar sobre el agua” en nuestra vida diaria y de convertirnos en vencedores, e incluso en conquistadores (Apocalipsis 3:12), en nuestra búsqueda para recibir “las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”.

Jesús nunca nos falla y siempre nos ayuda a encontrar el camino en medio de nuestras dificultades. Creo y sé que eso es un hecho. Que Dios nos ayude a todos a confiar en él.

Servimos a un Dios invisible, pero poderoso. Vivamos nuestras vidas no por la fuerza, no por el poder, sino por su Espíritu.

“Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1:17).

Al servicio de Cristo,