Carta del Presidente y de Servicios Ministeriales y de Miembros
14 de octubre 2021
Nos acabamos de enterar del fallecimiento de nuestro hermano y pastor Randy D'Alessandro, el miércoles 13 por la mañana. Él servía activamente a Dios en las congregaciones de Chicago (Illinois) y Beloit (Wisconsin). Siempre apreciamos enormemente sus sermones expositivos y nos sentimos profundamente afligidos por esta tragedia y pérdida para la Iglesia.
Tiempo de respeto por los demás y de aplicación de principios bíblicos
por Victor Kubik, presidente Iglesia de Dios Unida
Y ahora que todos volvimos a la rutina diaria después de la Fiesta de los Tabernáculos, quiero animar e instar a todos en la Iglesia de Dios a “fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe” (Hebreos 12:2, Nueva Traducción Viviente). Jesucristo, identificado por el apóstol Pablo y otros como “la cabeza del cuerpo, que es la iglesia” (Colosenses 1:18) es quien, en un titánico encuentro espiritual con Satanás, el adversario, declaró positivamente que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4, citando Deuteronomio 8:3, énfasis añadido en toda esta carta).
¿Por qué escribo esto? Porque vivimos en una época inusual y llena de dificultades. Felizmente los Estados Unidos (y el mundo) parecen estar saliendo de una oleada agotadora, incluso mortal, de la variante Delta del Covid-19. Pero después de casi dos años de esta pandemia, muchos estamos agotados. Sabemos que el cansancio incesante a menudo deprime, e incluso compromete, nuestro sistema inmunitario. Y esto es particularmente cierto para los que tenemos 60 años o más.
Ahora, especialmente en Norteamérica, nos acercamos a la temporada anual de gripe. He aquí una importante advertencia para esta época: la aparición de esta variante del Covid-19 suele imitar los síntomas de un resfriado o una gripe fuertes.
Afortunadamente, contamos con las bendiciones de los amplios principios de vida saludable descritos en la Biblia. Uno de esos principios (el principio bíblico de la autocuarentena) ayuda a prevenir la propagación de enfermedades y a protegernos. La plaga de la lepra se menciona unas 68 veces en la Biblia. La lepra bíblica probablemente comprendía una serie de dolencias cutáneas devastadoras y diferentes entre sí, pero altamente infecciosas, que posiblemente incluían lo que hoy en día provoca la bacteria Mycobacterium leprae, que transmite una temida y debilitante condición que puede destruir el cuerpo y todavía se encuentra en algunas partes del mundo.
El principio bíblico es claro y directo en cuanto a identificar la enfermedad y hacer progresos en la recuperación. Si al examinarlo el sacerdote israelita encontraba pruebas de “una enfermedad grave de la piel . . . el sacerdote pondrá a la persona en cuarentena durante siete días” (Levítico 13:3-4, NTV). Además, las medidas adicionales indicaban que el individuo aquejado estaría “embozado” (la Nueva Traducción Viviente lo traduce como “[tiene] que cubrirse la boca”) y tomaría otras medidas para ayudar a proteger a otros de la propagación de la enfermedad (Levítico 13:45, Versión Reina Valera). El comentario John Hill’s Exposition of the Bible (Exposición de la Biblia de John Hill) señala que esta cobertura era “un paño de lino o velo echado sobre el hombro, y con el que se cubría la boca; y esto se hacía, como dice Aben Ezra [un prominente comentarista judío del siglo X], para que el leproso no afectara a nadie con el aliento de su boca”.
¿Cuál es el punto? Que si los síntomas de un resfriado, gripe u otra enfermedad infecciosa comienzan a aparecer o hacerse evidentes, es responsabilidad personal de los miembros y de las familias poner en práctica de forma positiva estos principios bíblicos. La autocuarentena adecuada es un acto de amor mutuo, que protege a otros miembros y familias de la Iglesia, especialmente a aquellos cuya resistencia a los contagios puede encontrarse disminuida por la fatiga y el estrés, o que pueden tener sistemas inmunológicos menos eficaces debido a la edad u otras condiciones.
Si se practica correctamente, la cuarentena durante una enfermedad infecciosa refleja el doble mandato de Jesucristo de amarse unos a otros (Juan 15:12) y de vivir según toda palabra de Dios (Deuteronomio 8:3, Mateo 4:4).
La aplicación correcta de estos principios se ha enseñado y practicado en la Iglesia de Dios durante varias décadas. Los miembros de muchos años pueden recordar sermones y sermoncillos que abogaban por la cuarentena apropiada para frenar y prevenir las enfermedades que se entregaban antes de las temporadas regulares de días santos, cuando muchas personas se congregaban.
¿Cuál es nuestra responsabilidad personal en todo esto? Si se siente enfermo o sospecha que usted (o un niño u otro miembro de la familia) se está "enfermando" de algo (particularmente si los síntomas incluyen estornudos, dolor de garganta, tos u otros problemas de los senos nasales), debe quedarse en casa. En esta época tan inusual, no suponga: “Oh, esto es solo un resfriado leve”.
En esta era de Internet existen muchas maneras de que los miembros y las familias se conecten con los servicios en vivo o se alimenten espiritualmente mediante sermones en línea o incluso DVDs y CDs de mensajes en muchas áreas. Esta conectividad puede proporcionar una importante alternativa, y algunas congregaciones (como la de Los Ángeles, en California) ofrecen oportunidades para el compañerismo en línea después de los servicios.
Por supuesto, esto no minimiza ni cambia el principio fundamental de que los miembros sanos no deben dejar de reunirse para rendir culto a Dios y practicar compañerismo en persona (Hebreos 10:25). Y como pastor con más de medio siglo de experiencia, conozco de primera mano el ferviente anhelo de las personas —especialmente las que están confinadas a su hogar o son mayores— de reunirse y tener compañerismo con otros. Para muchos, emocionalmente es muy difícil perderse los servicios y la oportunidad de ver a sus amigos queridos y compartir con ellos.
Sin embargo, como he escrito antes, estos son tiempos inusuales. Y debemos entender que la cuarentena con un propósito es bíblicamente aceptable, incluso cuando se ordena una asamblea en la Pascua o en la Fiesta de los Tabernáculos. La Palabra de Dios advierte que hay serias consecuencias por faltar voluntariamente a tomar la Pascua. Pero la misma Palabra de Dios enseña que pueden surgir circunstancias extraordinarias (incluyendo enfermedad u otros asuntos) que obligan a los miembros a faltar a la observación de esta solemne ocasión.
En el caso de la Pascua, Dios hace posible la postergación de la observancia de la Pascua (debido a circunstancias inusuales) hasta un mes después (Números 9:6-13). No hay ninguna condena o juicio adverso por ejercer esto legítimamente.
Si estamos sanos y saludables. debemos asistir a los servicios, tener compañerismo y reunirnos presencialmente. Pero si la enfermedad o sospecha de enfermedad está dentro de nuestra casa o nos aqueja personalmente, debemos seguir el ejemplo bíblico de ponernos en cuarentena.
También quiero enfatizar que tenemos una responsabilidad personal adicional hacia nuestros hermanos espirituales. Pablo nos enseña enfáticamente: “No se preocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás” (Filipenses 2:4). Si sabemos que hay hermanos afligidos o que padecen alguna enfermedad, ellos deben ocupar un lugar destacado en nuestras listas de oración. En esta época tenemos muchas formas de entablar y mantener contacto con los demás a través de correos electrónicos, mensajes de texto, llamadas telefónicas y notas o tarjetas personales que se pueden enviar por correo.
No es casualidad que la Biblia nos enseñe que “Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene” (Proverbios 25:11). El oro se vende hoy a más de 1700 dólares la onza. Nuestras palabras de ánimo valen mucho más que eso.
Hoy es tiempo de respeto por los demás y de aplicación de principios bíblicos. Cuando pasemos por tiempos de enfermedades estacionales, vivamos por cada palabra de Dios y pongamos en práctica el mandato de nuestro Hermano Mayor Jesucristo de amarnos unos a otros.
Practiquemos inteligente y fielmente los principios bíblicos de protegernos unos a otros, de hacer cuarentena y cubrirnos la boca cuando sea apropiado.
Y cuando sepamos de otras personas que están afligidas o que no pueden disfrutar de la invaluable oportunidad (que mejora la vida) del compañerismo personal, tendamos la mano, ofrezcamos ayuda y “animémonos unos a otros, sobre todo ahora que su regreso se acerca” (Hebreos 10:25, NTV).
Por favor oren por Mary D'Alessandro y por toda su familia para que reciban consuelo en este momento tan difícil. Nuestra esperanza es la resurrección, y pruebas de fe como esta hacen que esta esperanza sea real para todos nosotros.
En servicio a Cristo,
Víctor Kubik, Presidente de Iglesia de Dios Unida.
No tengo ninguna duda de que hemos estado viviendo tiempos sin precedentes estos últimos casi dos años de la era moderna de la Iglesia de Dios. Al mismo tiempo, si hubiésemos vivido hace un siglo y nos hubiésemos organizado como lo hacemos hoy en la Iglesia de Dios Unida, muy probablemente habríamos enfrentado tiempos aún más complicados.
Tiempos difíciles
Mark Welch, Gerente de Operaciones de SMM
Sin la generalización de los viajes a nivel mundial que tenemos hoy y con una población mundial mucho menor, se estima que hasta 50 millones de personas murieron a causa de la pandemia mundial de 1918-1919.
Lo que pretendo decir es que, aunque no hay precedentes en nuestra vida, no hace tanto tiempo que una plaga aún mayor se abatió sobre la Tierra. Esto no minimiza ni un ápice el sufrimiento, la angustia y la muerte a los que nos enfrentamos hoy en la Iglesia de Dios. La realidad es que no hemos experimentado nada parecido a esta pandemia en nuestra vida. Esta pandemia ha afectado a la Iglesia de una manera que nunca antes habíamos visto.
Como probablemente hayan oído, hemos experimentado la muerte de un querido pastor de muchos años, Randy D'Alessandro, derivada directamente de la pandemia. Todos estamos aturdidos y conmocionados por esta muerte, ya que el Sr. D, como se le llamaba a menudo, estaba bien de salud hasta unas pocas semanas.
Tal vez recuerden que la primera muerte directamente relacionada con el Covid-19 ocurrida en nuestra comunidad fue la de Ossie McKay, acaecida en las islas británicas en abril de 2020. Otros más han muerto de Covid-19 desde ese tiempo, principalmente miembros de edad avanzada. Cada muerte de uno de los hijos de Dios es dolorosa y preciosa a los ojos de Dios, y también a los nuestros.
Por supuesto, todos conocemos el dicho “Después de la batalla, todos son generales”, que destaca el hecho de que siempre vemos las cosas con más claridad una vez que los acontecimientos ya han tenido lugar. Aunque muchos disfrutamos una Fiesta de los Tabernáculos absolutamente inspiradora y edificante, la realidad es que en cierto modo muchos en la Iglesia pagaron un precio muy alto a pesar de su deseo de obedecer a Dios y servirle.
Miles de personas viajaron a varios sitios de la Fiesta en los Estados Unidos y alrededor del mundo (aunque en un grado mucho menor que en años pasados) con el deseo de observar estos días al Señor. Me resulta difícil encontrar alguna falla en nuestro sincero deseo de hacerlo.
Sin embargo, esto no aminora el dolor y la angustia que muchos de nosotros experimentamos cuando nuestros seres queridos, y tal vez nosotros mismos, se enferman, sufren e incluso mueren. Este es el momento de unirnos en ayuno y oración como nunca antes.
Alarmado por los diversos informes que estaba escuchando en los Estados Unidos, decidí que sería prudente hacer una encuesta entre nuestros pastores con el objeto de ver cuán extendida está la enfermedad entre nuestras congregaciones. Creo que siempre es mejor conocer, en la medida de lo posible, la verdadera realidad, la verdad sobre cualquier situación. Conocer la verdad hace que nuestras oraciones tengan más sentido.
Y la verdad es que en Estados Unidos ahora hay muchos enfermos entre nosotros y algunos incluso han muerto. La gran mayoría de nuestros miembros que enfermaron justo antes, durante y después de la Fiesta se han recuperado o están en vías de recuperarse completamente. Pero un número no menor de ellos ha sufrido o sigue sufriendo, y algunos pueden tener un largo camino hasta la recuperación total.
Por eso les pido a todos que nos unamos en oración y ayuno para afrontar juntos estas pruebas. En realidad, cuando un miembro del Cuerpo de Cristo sufre, todos debiéramos sufrir junto con él. Y debemos mostrar ese genuino amor por el que padece por medio de nuestras oraciones y ayunos.
Como ha señalado el Sr. Kubik en reiteradas ocasiones y en su carta de hoy, todos debiéramos tener especial cuidado y hacer cuanto sea posible para hacer cuarentena cuando sospechemos que algo no anda bien en cuanto a nuestra salud. Hagan todo lo posible para asegurarse, sin volverse paranoicos o desequilibrados, de que no están transmitiendo este virus. Entendemos que ninguno de nosotros querría intencionadamente provocar que otra persona enfermara.
Sin duda, esta es una de las lecciones que Dios quiere que entendamos y aprendamos de estas pruebas de salud. Todos tenemos un efecto y un impacto sobre los demás, tanto física como espiritualmente, y no debemos tomar este hecho a la ligera. Todos tratamos de hacer lo mejor que sabemos en aguas desconocidas, muchas veces sin toda la información necesaria y sin una imagen completa a nuestra disposición.
Una cosa que he dicho a menudo con respecto al Covid-19 es que “parece que no hay garantías”. Dado que Satanás es el autor de la confusión, parece que tiene su mano en toda la confusión resultante de esta pandemia.
La verdad es que todos debiéramos sentir humildad ante nuestra incapacidad para comprender o resolver completamente esta situación. Ciertamente, Dios de ninguna manera es incompetente y sabe exactamente lo que está sucediendo y por qué. Todos debiéramos hacer lo mejor que podamos mientras confiamos en Dios para la sabiduría y la guía que él decida proporcionar. Que Dios nos conduzca, guíe y dirija, y que le sigamos humildemente mientras continuamos navegando por estas aguas turbulentas.
Como estoy esperando que algunos de nuestros pastores en los Estados Unidos respondan la encuesta, esperaré hasta la próxima semana para compartir los resultados. Basta con decir que muchos, muchos de nuestros hermanos necesitan nuestras oraciones, nuestra compasión y nuestros actos genuinos de servicio y amor. Por favor, oren por todos los que conocen específicamente y pídanle a Dios que intervenga por los muchos que no conocen y que siguen luchando contra graves problemas de salud de todo tipo, no solo con aquellos asociados a la pandemia.
Mucho antes de la Fiesta de este año estaba muy consciente de que todavía no estamos viviendo los días que anhelamos cuando observamos la Fiesta. Muchos cientos y miles de hijos de Dios han sufrido diversas pruebas, de salud o de otro tipo, a lo largo de los tiempos. Seguiremos sufriendo hasta el momento del regreso de Cristo y el establecimiento de su glorioso reino, cuando un día él “enjugará toda lágrima”.
¡Que todos tengan un sábado muy significativo!
En amor y servicio a Dios,
Mark Welch, Gerente de Operaciones de SMM