Si tengo problemas de salud ¿debo ayunar?
Si su pregunta es debido a que, por su condición de salud, abstenerse de alimento y bebida pudiera llegar a causarle algún tipo de reacción adversa, dolorosa o incluso que ponga en riesgo su salud, entonces le recomendamos precaución. Nada de lo que se expondrá a continuación debe interpretarse como un consejo médico.
El acto físico de ayunar es también un ejercicio espiritual para enfocar nuestros pensamientos con un cambio de mente y corazón que deberíamos llevar a cabo íntimamente.
Cada caso personal es único. Muchos que padecen diabetes, hipoglucemia, anemia, o son tratados con quimioterapia u otros tratamientos invasivos, se preocupan por la posibilidad de que el ayuno les provoque desmayos o incluso terminen por ir donde el médico.
Si le preocupa el ayuno, aquí hay un par de sugerencias que puede intentar:
1. Experimente practicando un ayuno de medio día en vez de un día completo. De esta manera puede medir el efecto que tiene el ayuno en su sistema y así realizar los ajustes necesarios.
2. Permítase tomar pequeños sorbos de agua para poder ingerir sus medicamentos esenciales.
3. Cuando vaya a practicar su ayuno, tenga a la mano una botella con agua y algunos bocadillos fáciles de comer, para que pueda tomarlos rápidamente si fuera necesario.
4. Después de su ayuno, tenga cuidado de no comer demasiado rápido ni en exceso.
5. Pídale a Dios en oración que ayude a su cuerpo a sobrellevar el ayuno.
Posiblemente su cuerpo pueda soportar un ayuno de un día completo mucho mejor de lo que usted pensaba.
Pero, dicho esto, muchos problemas de salud no son de aquellos que nos causen preocupación por el efecto físico del ayuno en nuestro cuerpo. Así que hagamos la pregunta de forma ligeramente diferente:
¿Por qué una persona con problemas de salud debería molestarse en ayunar?
Dios tiene el poder de sanarnos de nuestras enfermedades y dolencias. Pero Dios no sana a todas las personas de todos los males, en todo lugar, en todo momento. Si así fuera, no habría ninguna enfermedad.
En primer lugar, Dios quiere que le pidamos ayuda. Por nuestro propio bien, nuestro Creador quiere que lo reconozcamos y le demos crédito como el dador de la vida, nuestro sustentador y sanador.
En segundo lugar, Dios quiere que nos sometamos a él. Una mentalidad de sumisión significa que estamos dispuestos a aceptar su autoridad sobre nuestras vidas y también aceptamos cualquier decisión que tome respecto a nuestras peticiones. Esto incluye aquellas relacionadas con nuestra salud.
En Santiago 5:14-16 podemos encontrar esta mentalidad de sumisión relacionada con la sanación y la enfermedad. A las personas que están enfermas se les instruye no solo a orar y pedir que otros oren por ellos, sino también a presentarse a los ancianos de la Iglesia para ser ungidos.
Seguir estas sencillas instrucciones es una expresión externa de humilde sumisión a la autoridad de Dios nuestro Padre, que él mismo ha puesto también dentro de su Iglesia (Hebreos 13:17).
Análogamente, cuando ayunamos nos humillamos ante Dios y nos sometemos a él. Considere las palabras de Esdras: "Después de esto nos reunimos junto al río de Ahava y allí mismo ordené que hiciéramos un ayuno para humillarnos ante nuestro Dios" (Esdras 8:21, TLA). El acto físico de ayunar es también un ejercicio espiritual para enfocar nuestros pensamientos en el cambio de mente y corazón que deberíamos llevar a cabo íntimamente. Le encomendamos nuestras vidas. Obedecemos sus mandamientos e instrucciones. También confiamos en que él siempre actuará atendiendo a nuestras peticiones, de acuerdo con lo que es bueno y lo que es mejor para nosotros.
Siempre tenga en mente esto: Actualmente, el principal deseo de Dios es que usted pueda llegar a comprender y buscar esa resurrección disponible cuando Cristo regrese (Hebreos 11:35).
Si usamos el ayuno de esta manera, como un medio para someternos a Dios con humildad, para solicitar sanación y alivio a nuestros problemas de salud, podemos estar seguros de que él escuchará y considerará cuidadosamente nuestras oraciones. Junto con esto, si nos sometemos humildemente a su potestad sobre nuestras vidas, también aceptaremos su respuesta a nuestras peticiones, incluso si la respuesta es "no".
Así que ayune, ore a Dios y dele a conocer sus peticiones. Tenga fe en que, como sea que Dios responda, él ha tomado una decisión deliberada como el Padre amoroso que es. Es un padre que tiene en mente lo que más nos conviene a largo plazo.