#142 - 2 Reyes 17-18: Los samaritanos; reyes de Judá; Ezequías

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#142 - 2 Reyes 17-18

Los samaritanos; reyes de Judá; Ezequías

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Al llevar los asirios a las 10 tribus de Israel al norte de Asiria, dejaron vacío el norte de Israel. Como era su política, trajeron otros pueblos, principalmente a los babilonios a poblar esta tierra deshabilitada de Israel. Dice la Biblia: “…e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy. Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria y habitaron en sus ciudades” (2 Reyes 17:23-24). Así quedó el mapa de Israel:

De modo que lo único que quedaba del pueblo de Dios en Israel era la nación de Judá. Los nuevos habitantes de Babilonia también eran cautivos de los asirios y unas de las pocas cosas que trajeron era su antigua religión a Israel. Pero al empezar a celebrar los ritos babilónicos en Israel, Dios los castigó rápidamente por sus abominaciones.

"Y aconteció al principio, cuando comenzaron a habitar allí, que no temiendo ellos al Eterno, envió el Eterno contra ellos leones que los mataban. Dijeron, pues, al rey de Asiria: Las gentes que tú trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no conocen la Ley de Dios de aquella tierra, y él ha echado leones en medio de ellos, y he aquí que los leones los matan, porque no conocen la Ley de Dios de la Tierra. Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá y viaja y habite allí, y les enseñe la ley del Dios del país. Y vino como de los sacerdotes que habían llevado cautivo de Samaria, y habitó en Bet-el, y les enseñó cómo habían de temer al Eterno.

Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba" (2 Reyes 17:25-29).

Sigue el relato: "Temían al Eterno, e hicieron del bajo pueblo sacerdotes de los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos. Temían al Eterno, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados. Hasta hoy hacen como antes: ni temen al Eterno, ni guardan sus estatutos… ni hacen según la ley y los mandamientos… ellos no escucharon; antes hicieron según su costumbre antigua. Así temieron al Eterno aquellas personas, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy" (2 Reyes 17:32-42).

Este es el origen de lo que la Biblia llama "los samaritanos". Tenían una mezcla de dos religiones, llamado sincretismo, y así combinaron los misterios de la religión babilónica fundada por Nimrod y Semiramis con la religión verdadera.  Esto se llamaría en el Nuevo Testamento la religión de los misterios: "UN MISTERIO: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA" (Apocalipsis 17:5).

Los israelitas tuvieron que combatir a esta religión falsa durante el resto del tiempo del Antiguo Testamento, y los apóstoles tuvieron que hacer lo mismo en el Nuevo Testamento. Simón el mago, un samaritano mencionado en Hechos 8, y que seguía en la historia posterior, es el fundador del cristianismo con bases babilónicas. Al igual que los samaritanos mezclaron sus creencias babilónicas con la religión verdadera, así sucedió en el Nuevo Testamento, al entrar Simón el mago en contacto con el cristianismo. Muchos cristianos no saben que sus creencias emanan de esta fuente corrompida, y también hacen lo mismo que los samaritanos, como dice 2 Reyes 17:41: ''Ni hacen según la Ley y los mandamientos que prescribió el Eterno… Así temían al Eterno aquellas gentes y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos". Para mayores detalles pueden leer el libro, ''Babilonia: Misterio Religioso" de Ralph Woodrow, que se encuentra en algunas librerías cristianas. Respecto a ese cristianismo samaritano, Cristo advierte a su iglesia: "Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos y los has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son (Simón Mago y su grupo), y los has hallado mentirosos… los que dicen ser judíos y no lo son" (Apocalipsis 2:2; Apocalipsis 3:9). Como veremos en futuros estudios, los samaritanos tratarán de ser sustitutos de los judíos, pero nunca fueron aceptados. Cristo le dijo a la mujer samaritana que estaba adoctrinada en sustituir a los judíos: "Vosotros adoráis lo que no sabéis: nosotros (los judíos, no lo samaritanos) adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos (no los samaritanos con su mezcla religiosa)" (Juan 4:22).

De ahora en adelante habrá pugna salvaje entre los samaritanos que desean apoderarse de la religión verdadera y los Israelitas en Judá. Por eso los judíos desconfiaban de ellos y no los aceptaban, al temer contaminar su religión pura de Dios.

Ahora tenemos que retroceder un poco antes de la conquista de Samaria y retomar la historia de los reyes de Judá. El Último rey de Judá que estudiamos, Amasías, fue un buen rey pero que, al derrotar a los edomitas, se dejó deslumbrar por los ídolos de plata y oro y los trajo a Jerusalén. Ahí, dice la Biblia, "los adoró, les quemó incienso" (2 Crónicas 25:14). Por eso, no fue ayudado en su batalla contra Israel y fue derrotado. Luego murió por una conspiración en la ciudad de Laquis.

Así comenzó a reinar Uzías, hijo de Amasías, a los 16 años. Tuvo un reinado larguísimo de 52 años, y fue un buen rey. "Hizo lo recto ante los ojos del Eterno, conforme a todas las cosas que había hecho Amasías su padre" (2 Crónicas 26:4). Fue un gran constructor e inventor de armas militares. Todo esto serviría para defenderse de los asirios. "Y Uzías preparó para todo el ejército escudos… e hizo en Jerusalén máquinas inventadas por ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras. Y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso" (2 Crónicas 26:14-16). 

Lamentablemente, a Uzías le volvió a suceder lo que le pasó a tantos reyes. El éxito se le subió a la cabeza. "Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su rabia; porque se rebeló contra el Eterno su Dios, entrando en el templo del Eterno para quemar incienso en el altar del incienso. Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes del Eterno, varones valientes. Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso al Eterno, sino a los sacerdotes hijos de Aarón… Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira: y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente...y él… se dio prisa a salir, porque el Eterno lo había herido. Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada… y durmió Uzías con sus padres… y reinó Jotam su hijo en lugar suyo" (2 Crónicas 26:16-23).

Jotam también fue un buen rey como su padre: "E hizo lo recto ante los ojos del Eterno, conforme a todas las cosas que había hecho Uzías su padre, salvo que no entró en el santuario del Eterno" (2 Crónicas 27:2). Había aprendido la lección de respetar a los sacerdotes de Dios y no tratar de asumir el sacerdocio, como su padre lo había intentado. Fue otro rey vigoroso que fortificó a Judá y derrotó a los amonitas.

Su hijo Acaz no siguió el camino bueno, "y no hizo lo recto ante los ojos del Eterno su Dios… antes anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo… Entonces Rezin rey de Siria y Peka… rey de Israel, subieron a Israel para hacer guerra y sitiar a Acaz; mas no pudieron tomarla" (2 Reyes 16:5). Sin embargo, según el relato paralelo en 2 Crónicas 28:5, los israelitas y sirios lo derrotaron en otras partes, además de matar a su hijo. En su desesperación, Acaz pidió ayuda del rey de Asiria, que derrotó a los israelitas y los sirios, pero casi también a Judá. "Vino contra él Tiglat-pileser rey de los asirios, quien lo redujo a estrechez, y no lo fortaleció. No obstante que despojó Acaz la casa del Eterno, y la casa real, y las de los príncipes, para dar al rey de los asirios, éste no le ayudó" (2 Crónicas 28:20-21). Luego de 16 años como rey, murió y su hijo Ezequías tomó su lugar.

Este rey Ezequías, que vio todos los líos en que se había metido su padre al dejar a Dios, fue el mejor rey que tuvo Judá después de David. "Hizo lo recto ante los ojos del Eterno, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán (cosa de bronce). El Eterno Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió al Eterno, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que el Eterno prescribió a Moisés. Y el Eterno estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. Él se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió. En el cuarto año del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas… rey de Israel, subió Salmanasar… contra Samaria y la sitió y la tomaron al cabo de tres años" (2 Reyes 18:3-7).

Mientras que había tanto revuelo por afuera, Ezequías inició su reinado consagrándose a Dios. "En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa del Eterno, y las reparó… dijo: Yo he determinado hacer pacto con el Eterno de Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira… Y quedó restablecido el servicio de la casa del Eterno. Y se alegró Ezequías con todo el pueblo, de que Dios hubiese preparado el pueblo; porque la cosa fue hecha rápidamente" (2 Crónicas 29:3-36).

Al obedecer a Dios uno de los efectos es celebrar las Fiestas Santas. "Y el rey había tomado consejo… para celebrar la pascua en el mes segundo porque entonces no la podían celebrar, por cuanto no había suficientes sacerdotes santificados, ni el pueblo que había reunido en Jerusalén… Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la pascua al Eterno Dios de Israel en Jerusalén; porque en mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está escrito… Pasaron pues los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón. Mas se reían y se burlaban de ellos (recuerden que Israel todavía no era conquistada sino hasta el cuarto año de Ezequías; este era el primero). Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron, y vinieron a Jerusalén. En Judá también estuvo la mano de Dios para cumplir el mensaje del rey… conforme a "la palabra del Eterno… entonces sacrificaron la pascua a los catorce días del mes segundo… y los levitas sacrificaban la pascua por todos los que no se habían purificado, para santificarlos al Eterno. Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón no se había purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: Eterno que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios… y oyó el Eterno a Ezequías, y sanó al pueblo. Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura por siete días con grande gozo…Y toda aquella asamblea determinó que celebrasen la fiesta por otros siete días; y la celebraron otros siete días con alegría… Hubo entonces gran regocijo Jerusalén; porque desde los días de Salomón… no había habido cosa semejante en Jerusalén… Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo" (2 Crónicas 30:2-27).

¿Cuál es el resultado de volver a guardar las Fiestas Santas y buscar la voluntad de Dios en su Palabra? Es una gran reforma religiosa: "Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que habían estado allí salieron por las ciudades de Judá, y quebraron las estatuas y destruyeron las imágenes de Asera, y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabarlo todo" (2 Crónicas 31:1).

De nuevo empezaron a guardar los diezmos (2 Crónicas 31:5-6) y Dios bendijo económicamente al pueblo (vs.10). Esto a la vez impulsó la obra de Dios y su ministerio. Ahora el pueblo recibía en forma apropiada la Palabra de Dios. Los sueldos ministeriales se administraban desde la casa central en forma equitativa: "Y a su servicio estaban Edén… en las ciudades de los sacerdotes para dar con fidelidad a sus hermanos sus porciones conforme a sus grupos, así al mayor como al menor...a todos los que entraban en la casa del Eterno para desempeñar su ministerio según sus oficios y grupos...De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante del Eterno de Dios. En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado" (2 Crónicas 31:15-21). ¡Qué gran ejemplo fue para nosotros el rey Ezequías!

Lo más importante de todo esto es aprender que cuando "Dios es por nosotros, ¿quién puede contra nosotros? (Romanos 8:31). Todo lo que había hecho el rey Ezequías serviría para ganarle a la potencia más grande de ese entonces – los temidos asirios. Nadie los había detenido, y ¿qué podía ser la pequeña Jerusalén contra ellos? Parecía imposible evitar ser conquistados como sus hermanos israelitas. "Después de estas cosas y de esta fidelidad (ante Dios) vino Senaquerib rey de los asirios e invadió a Judá… y mientras sitiaba a Laquis con todas sus fuerzas, envió sus siervos a Jerusalén para… espantarles y atemorizarles, a fin de poder tomar la ciudad" (2 Crónicas 32:1,9,18). Veremos en el siguiente estudio lo que pasa.