#325 - Filipenses 3-4: "El gozo y el contentamiento cristiano"

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#325 - Filipenses 3-4

"El gozo y el contentamiento cristiano"

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Ahora tiene que advertirles acerca de un grupo de falsos hermanos “judaizantes,” líderes judío-cristianos que no se conformaron con el decreto de Jerusalén y querían que los gentiles conversos fueran circuncidados y someterse a las leyes rituales y orales. Les dice: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo” (Filipenses 3:2).

El Comentario Expositor explica: “Estos oponentes son los [cristianos] judaizantes, los que seguían a los apóstoles y deseaban obligar a los conversos gentiles a someterse a la circuncisión y otras prácticas judías para poder ser salvos. ‘Perros’ denota las criaturas salvajes y vagabundas que atacaban al pobre descuidado. Usado en forma figurada, era un término de reproche (vea Deuteronomio 23:18; 1 Samuel 17:43; 24:14; Proverbios 26:11; Isaías 56:10, 11). Pablo los llama sarcásticamente ‘mutiladores’ porque insistían en la circuncisión. Para esos como Pablo que veían la circuncisión algo innecesario para la conversión, esto no era más que una mutilación de la carne (Gálatas 5:12)”. 

Ahora Pablo contrasta ese falso concepto judaizante con la verdadera conversión: “Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Gálatas 3:3).

Sigue el mismo comentario: “Los cristianos no judaizantes eran los de la verdadera ‘circuncisión’ al no insistir en el rito físico y son los que recibieron la circuncisión del corazón, sean judíos o gentiles” (Ro 2:25-29; Col 2:11). Este concepto no era nada nuevo, pues el Antiguo Testamento frecuentemente lo menciona (vea Levítico 26:41; Deuteronomio 10:16; 30:6; Jeremías 4:4; Ezequiel 44:7). Los cristianos judaizantes mal entendían la doctrina del Antiguo Testamento al igual que la enseñanza cristiana.

Luego dice: “Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”. (Filipenses 3:4-6)

Pablo indica que no tiene celos de estos judaizantes, al contrario, una vez así pensaba y vivía. Este es un testimonio crucial, pues explica muchas de las cosas que estos judaizantes se jactaban y enseñaban que aparecen en las demás epístolas (Gálatas, etc.). Noten esa parte de la “justicia que es en la ley, irreprensible”, que aquí se refiere a las leyes de Dios según las normas fariseas, las leyes escritas y orales, que él antes había guardado meticulosamente como fariseo.

Sin embargo, esa forma de guardar la ley no le trajo ni satisfacción ni paz a su conciencia. Dice, “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3:7). El Comentario de Gill dice: “Eran tales cosas como la circuncisión física, la observancia de la ley ceremonial, el ser descendiente de Abraham, o el ser un fariseo que fielmente siguió la ley de esa manera”. 

Pablo sigue: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual le he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de los muertos” (Filipenses 3:8-11).

Aquí vemos que el verdadero camino al reino de Dios es condicional. Se requiere de creer en el sacrificio de Cristo por la fe, vivir con Jesucristo en nosotros y no por nuestros propios méritos, y perseverar hasta el fin. Noten la última frase, que dice que, a pesar de seguir fielmente a Cristo, no se considera ‘salvo’ sino que tiene que seguir siendo fiel hasta el final para ser salvo. Así, es claro que Pablo no cree en “una vez salvo, siempre salvo”.

Además, la frase “la resurrección de los muertos” en griego es, “la resurrección de algunos entre los muertos”, o a la primera resurrección. El Comentario Expositor explica: “El uso de la preposición ek dos veces indica fuertemente una resurrección parcial ‘aparte’ de otros muertos". Por eso Pablo aquí debe estar pensando no en términos de una resurrección general, sino en una de solo los creyentes (vea Apocalipsis 20:4-15)”.

Luego dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. (Filipenses 3:12-14)

Fíjense que todo lo expresado aquí indica que la salvación es condicional, y por eso se esfuerza a lo máximo, como si estuviera en una carrera que aún no se ha definido si llegará al final. 

Pablo continúa: “Así que, todos los que somos perfectos, [significa ser espiritualmente maduros] esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria en su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” (Filipenses 3:15-19).

Luego dice que los falsos cristianos judaizantes buscan sus propios fines lucrativos, al querer convertir al cristianismo en solo una secta del judaísmo, pero con un Mesías. Explica el Comentario de Clarke: “Los maestros judaizantes predican la necesidad de incluir la circuncisión y las otras ceremonias de la ley junto al evangelio. Pero son enemigos de la cruz al atribuir la justificación más bien a los sacrificios levíticos que al sacrificio de Cristo y así no sufrirán persecución por ello (de judíos). Agradan al mundo y no están en peligro de ser reprochados” (ver Gálatas 5:11-16).

Pablo otra vez los hace enfocarse en la meta: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.

Noten que Pablo sabía cuándo iba a ser resucitado—en la venida de Cristo y no antes. Somos ciudadanos del reino de Dios, pero aún no ha llegado ese reino de Dios a la tierra. 

Por eso Pablo dice: “Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados” (Filipenses 4:1). Fíjense cuánto amaba Pablo a los hermanos filipenses, que eran su orgullo, aunque eran tan imperfectos. Ese es el espíritu correcto de un ministerio servidor.

¿Había problemas entre los hermanos y mujeres líderes en ese entonces? ¡Claro que sí! Noten: “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio…” (Filipenses 4:2-3). 

El Comentario Expositor dice: “Se les amonesta a estas dos mujeres que se reconcilien. Pablo no indica cuál de ellas tenía más culpa, sino que si cambiarán sus actitudes para estar ‘en el Señor’ y sus animadversiones desaparecerían. El uso del doble verbo indica que las diferencias eran graves. 

Luego continúa: “y con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Filipenses 4:3). 

Este es un verso importante, pues demuestra quiénes tienen sus nombres en el libro de la vida, o sea, los que recibirán la vida eterna. Son los colaboradores de Pablo, personas convertidas y líderes en la iglesia. Desde luego, que tener el nombre en el libro de la vida es condicional, pues ese nombre puede ser borrado (vea Apocalipsis 3:5).

Pablo intenta animarlos con ese gozo de Dios que debemos tener. Dice: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:4-7).

El Comentario Expositor aclara: “Al haber instado a tener armonía y su esfuerzo por restaurar el caso de desavenencia, Pablo los exhorta a mantener actitudes gozosas. Al repetir que deben regocijarse siempre, se debe a que contesta la pregunta: ¿cómo podemos regocijarnos en vista de nuestras dificultades? Dice que, a pesar de todas las vicisitudes, hay que mantener ese gozo y paz interior al saber que se está haciendo la voluntad de Dios que a veces es sufrir injusticias, pero con gozo y entereza como lo hizo Cristo. Y en vez de llenarse de ansiedad, debemos, a través de la oración eficaz, presentar nuestras peticiones ante Dios. La palabra “gentileza” es difícil de traducir del griego, y significa la capacidad de ceder los derechos personales y mostrar la consideración y la amabilidad hacia los demás, incluyendo a los difíciles de tratar”. 

Luego dice: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros” (Filipenses 4:8-9).

Esta es una de las frases más hermosas en la Biblia y muestra en qué debemos concentrar nuestras mentes y pensamientos, por difícil que a veces sea. Los insta a usarlos como modelo a seguir.

Pablo entonces les agradece por la ayuda que le enviaron por medio de Epafrodito. Dice: “En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:10-13).

Pablo sabía que había sido difícil traer la ayuda a él después de las interrupciones sufrido de un naufragio y después terminar en una cárcel romana, pero quiere enseñarles otra lección respecto a las pruebas. Les explica que ha tenido que aprender a conformarse cualquiera que sea su circunstancia, y depender de Cristo para ser fortalecido y animado. Solo la gran madurez espiritual permite sentirse así. Dice el Comentario Expositor: “Pablo aclara que, a pesar de las necesidades, eso no era lo más importante, pues había aprendido a estar contento con lo que Dios le daba, no importa cuáles eran las circunstancias. Es significante que tuvo que ‘aprender’ esta virtud, pues el contentamiento no es algo natural para la mayoría de la humanidad”.

Luego les explica: “Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aún a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Filipenses 4:14-20).

Es interesante que Pablo aquí usó varios términos de negocio, pues él estaba en el negocio del cuero curtido. Menciona que “se les había anotado y acreditado su aporte” pero no ante los hombres, sino ante Dios. Considera esa contribución como una ofrenda sacrificial ante Dios, que fue aceptable y agradable porque vienen de corazones obedientes y sinceros. Luego les explica el principio de la promesa de lo que habían sacrificado para entregar, Dios se lo iba a devolver con creces de sus ilimitados tesoros. 

Después, Pablo se despide, y revela que, hasta algunos de la corte de César, que en ese entonces era el cruel Nerón, se habían convertido a la fe. “Todos los santos os saludan, especialmente los de la casa de César” (Filipenses 4:22). Estos seguidores pueden haber sido algunos de los altos dignatarios, o guardias palaciegos, o hasta los sirvientes de César que se habían convertido por las enseñanzas de Pablo.