Una base sólida
”La última encuesta dice . . .” Cuando usted ve un noticiero, ¿qué tan seguido escucha al comentarista hablar de la última encuesta? Tal vez él diga que cierto porcentaje de la gente está a favor del aborto, de la homosexualidad, de fortalecer nuestras fronteras, o de cederles la ciudadanía a los inmigrantes ilegales que se encuentran en nuestro país. Muchos políticos basan sus acciones en las cifras que arrojan las encuestas, por lo tanto, sus valores y creencias no están basados en sus propias convicciones, sino en lo que ellos creen que el público desea.
Esto no quita que algunos políticos puedan tener convicciones personales y honestas acerca de la familia, el matrimonio y la ética, pero su definición de estos términos a menudo difiere mucho de la nuestra. Quizá se consideren a sí mismos como muy religiosos, pero no saben mucho de la Biblia. ¿Ha oído alguna vez a un político defender el matrimonio, pero después se ha dado cuenta deque su definición del pacto conyugal se refiere a la unión de dos personas del mismo sexo, no a la de un hombre y una mujer?
Como cristianos, nuestras creencias y acciones no deben basarse en la opinión popular ni en la perspectiva predominante en la actualidad. No podemos crear nuestra propia definición de ciertos temas que vaya en contra de lo que enseña la Biblia. Nuestros valores y puntos de vista deben estar basados en las Escrituras. La manera en la que vemos al mundo y lo que se enseña en la sociedad se conoce comúnmente como nuestra “visión del mundo”. Nuestra visión del mundo generalmente se refiere al patrón de ideas y creencias a través del cual un individuo, grupo o cultura interpreta al mundo e interactúa con este.
La idea prevaleciente en nuestra sociedad es que la evolución darviniana es cierta, y que demuestra cómo llegó a existir la vida en la Tierra. Incluso, muchos cristianos que afirman creer en Dios explican la creación mediante la evolución. Sin embargo, las Escrituras claramente nos dicen que “en el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Y hablando de la Palabra, Dios escribió que “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3).
¿Por qué es esto importante? Porque revela si usted cree en la Biblia o no. No somos libres de escoger arbitrariamente las secciones de la Biblia que queremos creer. Jesús dijo que “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (Lucas 4:4). ¿Confiamos en las Escrituras como la revelación divina de Dios para toda la humanidad? ¿Escogemos según nos parezca los valores que vamos a adoptar, o consideramos a Dios como la autoridad suprema? Jeremías explicó que “el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23). La Biblia es la revelación de Dios en cuanto al conocimiento y entendimiento espiritual que la humanidad no podría descubrir por sí misma. Dios nos da a conocer cómo debemos dirigir nuestros pasos.
Hubo un tiempo en que la educación en este país [Estados Unidos] estaba basada en la Biblia y los valores de la Escritura. Mientras asistía a la escuela primaria en los años cincuenta, teníamos que memorizar versículos de la Biblia y se nos regalaba un Nuevo Testamento como premio. En la escuela secundaria, cada día se iniciaba con una oración y nadie se hacía problemas al respecto. Hoy en día, los niños están siendo moldeados según el humanismo secular en las escuelas. Note lo que Wikipedia dice acerca del humanismo secular: “Basado en el método científico, la ética y el naturalismo filosófico, descarta [todo] dogma religioso, sobrenaturalismo, pseudociencia y superstición como las bases para la moralidad y toma de decisiones”. El humanismo secular postula que los seres humanos son capaces de ser éticos y morales sin necesidad de la religión ni de un dios.
Como consecuencia, tenemos generaciones completas de jóvenes que crecen formulando sus propios códigos de valores basados en sus creencias personales. Muchas de sus ideas y puntos de vista se forman mediante las enseñanzas y la educación que reciben de instructores que no creen en Dios ni en valores eternos. El humanismo se apoya en la razón humana, en la ética humana y en el rechazo del dogma religioso para la base de la moralidad.
Entonces, ¿cuál debe ser el cimiento de nuestras creencias? Jesús explica: “Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca” (Lucas 6:47-48).
Debemos edificar nuestras vidas sobre el sólido fundamento de la Palabra de Dios, que es espíritu y vida. Las ideas y perspectivas populares cambian con el tiempo, pero la Palabra de Dios se mantiene firme por toda la eternidad.