Principios sobre la observancia del sábado

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Principios sobre la observancia del sábado

El dilema de comer o no en un restaurante en día sábado surge ocasionalmente dentro de la Iglesia, y como cristianos, indudablemente debemos tomar algunas decisiones basándonos en nuestra conciencia. El apóstol Pablo optó por no comer carne si ello podía ser motivo de tropiezo para otros; comer o no comer carne era una decisión consciente que él podía tomar, pero el acto en sí no constituía pecado.

“Por tanto, si la comida hace que mi hermano tropiece, no comeré carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano” (1 Corintios 8:13). No había ninguna razón para obligar a alguien a comer carne sacrificada a los ídolos si su conciencia se lo impedía, ni para avergonzarlo por ello.

Pablo manifiesta su opinión acerca de la conciencia en el libro de Romanos: “Pero el que duda, si come, se condena, porque come sin fe, y todo lo que no es de fe, es pecado” (Romanos 14:23).

¿Qué dice la Biblia acerca de la observancia del sábado, en particular sobre ir a un restaurante en este día? ¿Quebrantamos el día de reposo si salimos a comer afuera? En este estudio analizaremos las escrituras y principios bíblicos concernientes a este tema y su relación con la observancia del sábado.

Trasfondo bíblico y la ley oral judía

En las Escrituras encontramos 116 versículos referentes al sábado: 61 en el Antiguo Testamento y 55 en el Nuevo Testamento. Debido a que no existe ninguna declaración que afirme “así dice el Señor” en cuanto a ir o no ir a un restaurante en día de reposo, tenemos que interpretar estas escrituras y buscar los principios que se aplican en este caso: (1) mandato bíblico específico; y (2) ejemplo bíblico.

El tema de comer en un restaurante gira en torno a dos conceptos: hacer negocio en sábado (actividad comercial) y hacer que otros trabajen. Hay dos secciones de la Biblia que hacen referencia a la “compra” y “venta” en el día de reposo: Nehemías 13:15-21 y Amós 8:5. Estas son las dos secciones principales citadas por quienes creen que comer fuera en sábado es una violación del cuarto mandamiento. Tengamos en cuenta que de los 116 versículos mencionados más arriba, solo hay dos que tratan directamente la cuestión del comercio y el sábado.

Además de lo que dice la Biblia en cuanto a la observancia del sábado, en la comunidad judía existe la ley oral, que antaño debía ser interpretada por el Sanedrín. Desde luego, el Sanedrín desapareció hace más de 1.700 años, pero su influencia sigue vigente en la actualidad. La ley oral (que ahora está consignada en el Talmud) contiene 39 categorías de tareas prohibidas en el día sábado, de las cuales solo algunas se encuentran en la Biblia; sin embargo, el Sanedrín exigía el cumplimiento de todas ellas en la época de Cristo. Al igual que con cualquier otro tema, debemos distinguir cuidadosamente entre lo que dice la Biblia y la tradición. En su libro Sabbath–Day of Eternity [Sábado, día de eternidad] el rabino Aryeh Kaplan dice lo siguiente respecto a negociar en el día de reposo:

El Sanedrín promulgó la prohibición de todas las formas de compra, venta, comercio y cualquier clase de negocio por diversas razones. El sábado debe ser un día en que toda actividad comercial debe detenerse.1

Esto se legisló en la ley oral, que adquirió forma en el transcurso de muchos años, y que alcanzó su mayor desarrollo en el período intertestamentario (años 400 a.C. a 100 d.C.). Cuando terminó el Antiguo Testamento no había Sanedrín, pero éste ya era una institución pujante al inicio del Nuevo Testamento. El Sanedrín ejerció mucha influencia durante esa época en todo lo que se refería a la observancia del sábado. La prohibición de llevar carga (una de las 39 categorías de trabajo ya mencionadas) fue utilizada por el Sanedrín para objetar cualquier tipo de comercio.

Esta categoría prohibía por completo llevar cualquier tipo de carga en la calle. Incluso cosas muy triviales, como llaves o pañuelos, debían dejarse en casa. Por supuesto, no podían usarse bolsos, carteras, billeteras ni llaveros. Lo único que se permitía usar para salir era la ropa que se llevaba puesta.1

El poder del Sanedrín era incuestionable. Esta entidad era la autora y máxima representante de la ley judía.

Durante la época de las persecuciones romanas, se hizo muy difícil preservar las academias donde se enseñaba la Torá oral, por lo que surgió el temor de que se olvidara y perdiera. Para evitar tal cosa, hace unos 1.700 años finalmente se puso por escrito para conformar lo que llamamos el Talmud.1

En el propio Talmud se afirma que la Torá escrita alude a las leyes del sábado en mínima proporción, sin embargo, en la ley oral se magnifican como montañas.2

Este organismo [el Sanedrín] tenía una doble autoridad. En primer lugar, era el guardián de la Torá oral, y se encargaba de su interpretación. Como tal, constituía la Corte Suprema de la ley judía. En segundo lugar, tenía la potestad de promulgar leyes religiosas. Dado que esta autoridad se derivaba de la propia Torá, era tan obligatoria como la ley bíblica. Una vez aprobada la legislación, solo podía ser derogada por el propio Sanedrín. El objetivo primordial de dicha legislación era mantener tanto el espíritu como la letra de la ley.3

La principal misión encomendada al Sanedrín era “crear un cerco alrededor de la Torá”.4 Jesucristo no avaló las numerosas normas y cláusulas elaboradas por el Sanedrín para regular la observancia del sábado. Por el contrario, él rechazó muchas de estas tradiciones (Marcos 7:9, 13). Esto debe hacernos pausar y reflexionar en cuanto a las normas y reglamentos judíos sobre la observancia del sábado.

Nehemías 13:15-21

Para entender esta parte de las Escrituras, debemos tener en cuenta lo que estaba pasando en ese momento. Esdras llegó a Jerusalén desde Babilonia en el año 457 a.C. (el séptimo año del rey). El templo ya se había construido, pero a su llegada las cosas no marchaban bien. Bajo su liderazgo el pueblo fue reprendido por haberse mezclado con mujeres extranjeras, ya que los judíos habían comenzado a casarse con habitantes de los alrededores. Esdras puso fin a esta práctica mientras permaneció en Jerusalén, pero sus esfuerzos no prevalecieron.

Nehemías oficiaba como copero del rey (o su asistente especial) cuando se enteró de las dificultades en Jerusalén. El monarca le dio permiso para viajar hasta allá a fin de resolver los problemas que había y lo nombró gobernador de Judea. Corría el año 20 del rey, y habían pasado 13 años desde que Esdras había ido a Jerusalén. Nehemías encuentra que, una vez más, las cosas andan muy mal. El templo no ha sido mantenido, el muro no ha sido reconstruido, y Jerusalén está en ruinas. Entonces Nehemías hace otra reforma, similar en algunos aspectos a la hecha anteriormente por Esdras, y se dedica a reconstruir el muro alrededor de Jerusalén, obra que tarda solo 52 días a pesar de los muchos obstáculos que deben enfrentar (Nehemías 6:15).

Después de reconstruir el muro, Esdras y Nehemías instituyeron otra reforma. Esdras leyó la ley al pueblo (Nehemías 7) y la gente respondió positivamente. Después de esto, Nehemías propuso un pacto al pueblo, el cual se describe en Nehemías 9:38 a 10:29.

“A causa de todo esto, nosotros hacemos un pacto fiel por escrito; y en el documento sellado están los nombres de nuestros jefes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes. En el documento sellado estaban los nombres de Nehemías el gobernador, hijo de Hacalías, y Sedequías” (Nehemías 9:38-10:1, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy).

Dicho pacto contemplaba siete requerimientos que los judíos debían cumplir (Nehemías 10:29-39):

1. Obediencia a la “ley de Dios, dada por medio de Moisés, siervo de Dios” (Nehemías 10:29).

2. Que no hubiera matrimonios con los habitantes de la tierra.

3. No comprarían en sábado ni en ningún día santo las mercancías que ingresaran a Jerusalén.

4. Dejarían descansar la tierra en el año séptimo y perdonarían toda deuda, según la ley de remisión.

5. Habría un impuesto especial para financiar el mantenimiento del templo.

6. Los levitas serían los depositarios de los diezmos y las primicias.

7. Los levitas deberían contribuir con un diezmo (del diezmo que recibían) para el templo.

Algunos de estos puntos están en la “ley de Moisés”, pero algunas personas van más allá de la ley misma. En el caso del sábado, esta es la primera mención relativa a la prohibición de negociar en sábado. Algunos eruditos judíos sostienen que incluso fue la primera vez que se trató el tema de comprar y vender en el día de reposo.

La prohibición iba dirigida contra el establecimiento de un mercado en sábado o en día santo, pero no se menciona nada alusivo a la comida en esos días. Los judíos habían convertido el sábado en un día no religioso en el cual era aceptable ir al mercado, actividad que tomaba todo un día. En la mayoría de las sociedades de la Antigüedad (como en varias zonas del mundo actual) se reservaba un día específico para ir al mercado, debido a que ello consumía mucho tiempo. Ese fue el propósito que Nehemías tenía en mente al proponer este pacto: No dediquen el sábado a ir al mercado o hacer las compras semanales. Esto, sin duda, progresivamente se había vuelto habitual entre los judíos.

Ya en la época de Nehemías el sábado se había convertido en un día de mercado, lo cual era incorrecto e impedía que se guardara el sábado adecuadamente. El acuerdo consistía en que los judíos no compraran “bienes” ni mercancías en sábado, es decir, involucraba mucho más que la compra de comida. La prueba de que se trataba de un día de mercado (y que les tomaba todo el día) es el hecho de que los comerciantes que pasaban la noche fuera de las murallas de Jerusalén (Nehemías 13:20-21) no hacían esto todos los días, sino solo un día de la semana, cuando todos los comerciantes llegaban a la ciudad. La lección que se nos entrega aquí es que el sábado no debe ser nuestro día de compras. Este ejemplo de por sí no prohíbe ir a comer en un restaurante. Comer en un restaurante no es lo mismo que hacer las compras semanales de lo que se necesita en el hogar.

Nehemías salió de Jerusalén y volvió donde el rey, pero “al cabo de algunos días” (Nehemías 13:6) le pidió permiso a éste para volver a Jerusalén. A su llegada se encontró con que todos los acuerdos convenidos con anterioridad habían sido abandonados. Esto lo afectó muchísimo, y le suplicó a Dios que tuviera en cuenta el bien que él había hecho y no el resultado final de lo que encontró en Judá (Nehemías 13:14).

Nehemías se enteró del mal proceder del sumo sacerdote, que le había dado un cuarto en el templo a Tobías, y se enojó tanto, que arrojó todas las pertenencias de éste fuera del templo. Luego volvió a abrir los despensas para los diezmos.

Él vio cómo algunos pisaban uvas durante el sábado, en clara violación al mandamiento de no trabajar en este día  (Éxodo 20:8-11, Deuteronomio 5:12-15). Además, cargaban sus productos para llevarlos y venderlos en Jerusalén. Una vez más habían hecho del sábado un día de mercado. Todas las actividades mencionadas aquí (Nehemías 13:15-17) tienen que ver con un día de mercado; éste no era un restaurante y no hay ninguna referencia al consumo de comida. ¡Era un día de mercado! Fíjese en los productos mencionados aquí: vino, gavillas, uvas, higos, provisiones (maíz y otros productos alimenticios), pescado y “toda clase de mercancías” (NBLH). El sábado se había convertido en el día de la semana para ir al mercado. Esta era una abierta violación al acuerdo alcanzado antes de la partida de Nehemías.

Hay una enorme diferencia entre abrir y atender una tienda  o ir a comprar en el día de reposo, y comer en un restaurante. Nehemías quedó anonadado al ver el templo en desorden, la falta de provisiones en la bodega y el sábado destinado a ir al mercado, por lo que se dispuso a corregir el problema.

Nehemías cerró el mercado los sábados; sin embargo, los comerciantes extranjeros siguieron llegando, así que cerró la puerta y apostó guardias alrededor de la ciudad para mantenerlos fuera. Es interesante notar que Nehemías asumía que algunos “trabajarían” durante el sábado. Dispuso guardias (Nehemías 13:22) y amenazó con agredir físicamente a los extranjeros que permanecieran fuera del muro (Nehemías 13:21). La reacción de Nehemías frente a los que quebrantaban el sábado se produjo en un momento en que el poder civil controlaba su observancia. En la actualidad no ocurre así, y es obvio que ciertos aspectos de la conducta de Nehemías no son aplicables a nuestra forma de vida actual.

 

Además de las reformas de Nehemías relacionadas con el día de reposo, hubo otras que se esperaba que los judíos cumplieran. Nehemías estaba muy preocupado porque muchos de los niños judíos no hablaban hebreo, sino el idioma de Asdod (Nehemías 13:24). Estaba tan molesto con sus padres, que de acuerdo a su propio relato en Nehemías 13:25, “reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos”. Además, les hizo jurar que no permitirían a sus hijos casarse con gente de los pueblos vecinos. ¿Qué debemos aprender de este ejemplo? ¿Cómo podemos aplicar esto a nuestras vidas hoy en día? ¿Debemos atacar a la gente y arrancarle el cabello si no estamos de acuerdo con su comportamiento?

Los principios que debemos extraer de Nehemías 13 son el respeto por el sábado y que uno debe casarse con alguien de la misma fe. Todo lo que se hizo en Nehemías 13 no se puede aplicar literalmente a nuestros tiempos actuales. Consideremos las siguientes medidas implementadas en la época de Esdras y Nehemías:

1. Emplazamiento de guardias armados (con espadas y lanzas) en los muros de la ciudad. ¿Debemos portar armas si somos cristianos? ¿Puede un seguidor de Cristo portar un arma y trabajar como guardia de seguridad? ¿Puede trabajar como guardia de seguridad en sábado?

2. Amenazas de agresión física a los que estaban fuera de Jerusalén a la espera de hacer negocios con los judíos en día sábado. ¿Debe un cristiano amenazar con agredir a alguien que intente quebrantar este día santo?

3. Ataques a las personas, lastimándolas y arrancándoles el cabello por la forma en que criaban a sus hijos. ¿Es admisible que un cristiano ataque a otro cristiano por la forma en que cría sus hijos?

4. Divorcio obligatorio para quienes estaban casados con extranjeros (como en el caso de Esdras). ¿Debe la Iglesia imponer el divorcio a quienes estén casados con una persona extranjera una vez que entran a la Iglesia? ¿Debería la Iglesia empeñarse en que todo aquel que esté casado con persona no creyente se divorcie antes de convertirse en miembro de la Iglesia?

Debemos ser muy cuidadosos al interpretar las Escrituras para no llegar a conclusiones incompatibles con la vida moderna, cuyas leyes civiles escapan completamente al control de quienes observan el sábado. No podemos extrapolar los eventos de aquel entonces a nuestros días. Nehemías 13 no se refiere a comer en un restaurante, pues ese no era el problema. Los judíos habían convertido el sábado en día de mercado y en él vendían todo tipo de mercancías, es decir, el comercio no se limitaba a productos comestibles. En Jerusalén, el sábado se había convertido en el día preferido para negociar o hacer las compras de la semana, lo cual contradecía el espíritu del cuarto mandamiento. En la ley no existía ninguna instrucción específica en cuanto a negociar o ir al mercado los sábados, sin embargo, Nehemías tomó la ley y aplicó el principio correspondiente a las actividades de los judíos. Cuando no existe un “así dice el Señor,” no nos queda más que estudiar la ley y extraer los principios aplicables a nuestra realidad actual.

Además, es necesario señalar que estas restricciones solo tenían efecto en Jerusalén. ¿Qué pasaba en las otras ciudades de Judea, y en las posadas donde la gente dormía y comía durante un viaje? Si alguien se encontraba viajando por la región de Judea en día sábado, ¿podía conseguir una comida en alguna de las posadas ubicadas en su trayecto? ¿Cómo se aplicaron esos principios en las demás ciudades de Judea? Debemos admitir que simplemente no sabemos las respuestas a estas preguntas, y en las Escrituras no se mencionan las otras ciudades de Judea en tiempos de Nehemías.

Amós 8:5

Amós hace referencia a una situación similar a la de Nehemías 13. El debate se centra en transacciones comerciales y no tiene nada que ver con comer en un restaurante.

“Ustedes no se aguantan a que termine el día de descanso y a que se acaben los festivales religiosos para volver a estafar al desamparado. Pesan el grano con medidas falsas y estafan al comprador con balanzas” (Amós 8:5, Nueva Traducción Viviente).

En este caso, los israelitas se habían vuelto muy corruptos en el ejercicio de sus prácticas comerciales. Ellos querían continuar sus negocios en sábado, y en el proceso cometían muchos fraudes. Según este versículo, escasamente esperaban a que pasara el sábado para volver a sus costumbres engañosas. La sociedad entera se había vuelto deshonesta.

El mandamiento del sábado

El mandamiento del sábado no menciona nada acerca de comer o no en un restaurante, ya que esto no constituía un problema en la época de Moisés. Hay que tener cuidado de no fabricar normas para la observancia del sábado que superen los límites de lo que Dios ha ordenado. Cristo condenó a los fariseos por agregar normas al sábado; ellos crearon 39 categorías de trabajo prohibidas en sábado, pero Cristo no aceptó la explicación que ellos daban en cuanto a lo que era permitido o prohibido hacer durante ese día.

Cristo fue condenado por los fariseos por sanar en sábado. Además, éstos lo condenaron a él y a sus discípulos por arrancar espigas y restregarlas entre las manos en día de reposo. Según los fariseos, tal cosa era cosechar, y hacerlo implicaba mucho trabajo.

Mateo 12 presenta dos casos de las normas que se establecieron sobre el sábado y que fueron rechazadas por Cristo. Sus discípulos “tuvieron hambre” (v. 1), por lo que arrancaron espigas y las desgranaron, lo que los fariseos consideraban trabajo. Cristo claramente dijo que los discípulos no hicieron nada malo al satisfacer su hambre en sábado. Él afirmó que era “Señor del sábado” (v. 8) y más tarde procedió a curar enfermos, también en sábado. Cristo claramente demostró lo equivocado de imponer nuestras propias reglas para la observancia del día de reposo. Los fariseos observaban el mandato bíblico de no trabajar en sábado, pero habían llevado el asunto a niveles que Dios jamás tuvo en mente.

Los siguientes versículos resumen el sábado en el Antiguo Testamento:

1. Génesis 2:2-3. Dios descansa en el séptimo día, o día sábado.

2. Éxodo 31:13, 16; Ezequiel 20:12. Hay un pacto sabático. El sábado es una señal del pueblo de Dios.

3. Éxodo 16:4-36. El maná no debía recogerse en día sábado.

4. Éxodo 16:23. Principio acerca del día de la preparación. Dios instruyó a Israel para prepararse en el sexto día, a fin de que ningún trabajo innecesario se hiciera en el día de reposo. Esta ordenanza se refiere específicamente al tema de hornear y hervir los alimentos, ya que ambas actividades demandaban mucho trabajo. Los hornos de los tiempos antiguos exigían un fuego extremadamente intenso a fin de generar el calor suficiente para hornear y hervir algo. No hay ningún problema con encender fuego para calefacción o con calentar los alimentos antes de consumirlos. El asunto era que cocinar para toda la familia requería un día entero de preparación a fin de no quebrantar el sábado.

5. Éxodo 16:29. La gente no debía desplazarse a otros sitios si no era necesario. “Quédese cada uno en su lugar; y que nadie salga de su lugar en el séptimo día”.

6. Éxodo 34:21. No se debía ejecutar ningún trabajo, para que tanto las personas como los animales pudieran descansar.

7. Éxodo 35:3. No debía encenderse fuego en el sábado con el fin de trabajar, hornear o cocinar. Encender fuego para calefacción no estaba prohibido.

8. Números 28:9-10. Era necesario hacer sacrificios especiales en el día sábado.

9. Nehemías 13:15-22. El sábado no debía destinarse a día de mercado.

10. Éxodo 31:14; Números 15:32-36. La sanción por quebrantar el sábado era la muerte.

11. Isaías 58:13-14. Observar el sábado con la debida reverencia acarrea grandes bendiciones.

No debemos hacer nuestro trabajo (labores) en el día de reposo. En la versión de la Biblia Dios Habla Hoy, el versículo 13 dice: “Respeta el sábado; no te dediques a tus negocios en mi día santo. Considera este día como día de alegría . . .”

En el Nuevo Testamento, Cristo nos entrega una guía para la observancia del sábado. Él rechazó muchas de las reglas establecidas por los judíos, pero nunca quebrantó la ley de Dios. Cristo enseña los siguientes principios:

1. El sábado fue hecho para el hombre. Es una herramienta para adorar a Dios y no un objeto de adoración en sí mismo.

2. Cristo es Señor del día de reposo. Él fue quien creó todas las cosas, incluyendo el sábado.

3. Es lícito sanar y hacer el bien en sábado. A pesar de que para los judíos tal cosa era quebrantar el sábado, Cristo afirmó que esto es aprobado por Dios.

4. Es correcto alimentarse en sábado, aunque sea necesario arrancar espigas y sacar sus semillas. No tenemos por qué pasar hambre en el día de reposo.

5. El mandamiento del sábado sigue vigente hoy en día. Este séptimo día representa el reposo que Dios promete a su pueblo en el Milenio (Hebreos 4).

6. Las emergencias (el buey en el pozo) justifican “trabajar”. Cuando uno tiene una emergencia legítima (un asunto de vida o muerte, enfermedades, accidentes, etc.), no hay problema en hacer lo necesario para afrontarla.

7. Igual como a los sacerdotes del Antiguo Testamento que “quebrantaban” el sábado y se les consideraba libres de culpa, hoy en día hay personas que deben “trabajar” para servir en sábado.

Conclusión

Hay mucho que aprender acerca del sábado. Este día es un maravilloso regalo que Dios nos ha dado para que en él lo alabemos. En nuestra época, la tendencia general es considerar el sábado como algo común y corriente. En apariencia, hay muchas más personas demasiado liberales en su manera de guardar el sábado, comparadas con aquellas que son demasiado estrictas. La Iglesia anima a sus miembros a tomar el sábado en serio y a no permitirse tantas libertades, de modo que el sábado se vuelva solo un día más.

Tenemos que hacer un mejor uso del día de la preparación, para así evitar actividades profanas en el día de reposo. Además, es necesario que planeemos mejor nuestros traslados para no viajar sin necesidad durante el sábado. Todo esto encaja muy bien con los principios bíblicos sobre este día santo.

Comer en un restaurante no infringe los principios que figuran en la Biblia acerca del sábado. De hecho, comer en un restaurante después de los servicios del sábado con su familia espiritual puede ser para ciertas personas uno de los eventos más agradables en la semana. En muchas congregaciones pequeñas todos salen juntos a comer después de los servicios, ya sea a almorzar o a cenar, y es una maravillosa manera de pasar una parte del día de reposo. Por supuesto, también es necesario pasar tiempo en privado con nuestras familias en el hogar. Asimismo, necesitamos congregarnos en los servicios del sábado para apreciar plenamente el significado de este día. La clave en todos estos aspectos es el equilibrio. Aun las mejores cosas pueden convertirse en una maldición si se utilizan inadecuadamente.

¿Qué hay acerca de las preguntas específicas sobre comer en un restaurante?

1. ¿Es malo hacer que alguien nos sirva en un restaurante? ¿Está el o ella trabajando para nosotros?

La respuesta a ambas preguntas es “no”. Las camareras, meseros, cocineros, etc., de un restaurante no son empleados nuestros y tampoco viven en nuestro hogar. Este es el principio que figura en Éxodo: que quienes vivan bajo el techo de uno, o que estén bajo nuestro control, no deben trabajar en sábado. Esto no puede ser aplicado a una camarera a menos que uno tenga autoridad sobre ella y pueda obligarla a no trabajar. Hay instancias en que incluso alguien que vive bajo nuestro techo no puede ser obligado a guardar el sábado. Un ejemplo de esto puede ser un hijo o una hija que a pesar de su mayoría de edad ha optado por vivir en casa. Muchas personas hoy en día tienen hijos de entre 25 y 30 años de edad que aún viven en el hogar. ¿Debería acaso obligárseles a guardar el sábado? ¿Puede prohibírseles trabajar en este día? Debemos ejercer sabiduría para determinar quién es parte del hogar y, por lo tanto, está aún bajo nuestro control.

Si usted es el único propietario de un negocio, debe cerrarlo en el día de reposo. Pero aun en este caso, las personas que trabajan para usted que no guardan el sábado, tienen la opción de conseguir un segundo trabajo con otro jefe o de dedicarse a otras actividades que no están de acuerdo con el día de reposo. En el caso de los restaurantes, los meseros trabajan aunque nosotros no utilicemos sus servicios. Uno no está obligándolos a trabajar ni a quebrantar el sábado por comer en el restaurante.

No obstante, si se llega a la conclusión de que una camarera está trabajando para uno, debería aplicarse la misma lógica a las personas que trabajan en las centrales eléctricas produciendo energía para nuestro uso (y el de otros), al igual que los que trabajan en las plantas de agua o en los hospitales. De acuerdo con este razonamiento, y a fin de ser consecuentes, una correcta observancia del sábado requeriría que nos abstengamos de usar electricidad o agua en nuestras casas.

¿Qué ocurre cuando necesitamos usar transporte público para llegar a los servicios en el día de reposo? Uno debe pagarle al taxista o comprar un pasaje de bus o metro. Muchas veces tenemos que alquilar salones para los servicios sabáticos de la Iglesia, y en algunos casos es obligatorio que haya un portero presente. Si uno cree que ir a comer en un restaurante en el día de reposo es “hacer negocios”, entonces, en principio, lo anterior también lo sería. ¿Qué decir de la recolección de basura que en algunos distritos debe hacerse en el día de reposo? ¿Y qué pasa con las personas que toman en alquiler una casa o apartamento? El pago del alquiler no cesa en sábado. Estos ejemplos e inquietudes respaldan nuestra posición de que comer en un restaurante no es infringir el sábado.

2. ¿Está uno participando en una transacción comercial al salir a comer en día sábado?

Es obvio que se debe pagar por la comida que se consume en un restaurante en día sábado, pero ello no significa que al hacerlo uno está efectuando negocios en este día santo: se trata simplemente de pagar por la comida que nos han servido, y no hay indicio en las Escrituras de que esto sea quebrantar el día de reposo. En realidad, para muchos es menos trabajo ir a comer a un restaurante y pagar por la comida, que tener un grupo de invitados a comer en el día de reposo. Aunque uno se esfuerce diligentemente por preparar todo el día anterior, siempre se requiere trabajar en alguna medida para atender a los huéspedes.

Si se asume que comer en un restaurante en el sábado es quebrantar el día de reposo, entonces se debe admitir que otras áreas también se verían igualmente afectadas. Por ejemplo, cuando vamos a la Fiesta de los Tabernáculos, ¿deberíamos salir del hotel el viernes por la noche y regresar el sábado después de la puesta del sol a fin de no infringir el día de reposo? Hospedarse en un hotel durante el sábado implica ser atendido y pagar por dicho servicio, ya que hay todo un equipo de personas dedicado a satisfacer nuestras necesidades las 24 horas del día.

En esta misma categoría deberíamos incluir los hogares de ancianos u hospitales. En estos centros de atención se cobra una cuota de alimentación, y alguien tiene que servir esas comidas. ¿Están quebrantando el sábado los miembros de la Iglesia que viven en hogares de ancianos, o que están hospitalizados, por el hecho de ingerir sus comidas durante ese día? No creemos que ese sea el caso.

Hay muchas otras cosas que se pueden decir sobre este tema, pero la conclusión de la Iglesia es que comer fuera en sábado no constituye una infracción al mandamiento del día de reposo. Salir o no a comer fuera en sábado es una decisión personal, y no debe ser motivo de división dentro de la Iglesia.

Sin embargo, si aún después de analizar todas las escrituras sobre este tema alguien siente que no es correcto comer en un restaurante en día sábado, la Iglesia respeta su posición. Solo le pedimos que mantenga su decisión como algo privado y personal, y que no trate de persuadir a otros de su punto de vista, pues ello sería causar división (1 Corintios 14:26). Todas las cosas deben hacerse con el propósito de edificar y animar, no para dividir.