Lección 8
El poder de la oración y las súplicas en el Espíritu
Artur Aleksandrov, un joven que acaba de graduarse de la escuela secundaria en Tallinn, Estonia, compartió esta experiencia con nosotros:
“Hasta hace poco, yo cursaba el último año de la escuela secundaria. Me había esforzado mucho para equilibrar el estudio, las cosas de Dios y ‘los distintos afanes de esta vida’. Al comienzo del año académico me concentré en prepararme para los exámenes nacionales que debía rendir. Una vez que lo hice, ni siquiera se me pasó por la mente que alguna de las pruebas pudiera estar programada para un día sábado. Como por naturaleza soy más bien olvidadizo y distraído, no me di cuenta de que los dos primeros exámenes debían ser rendidos en día sábado. Solo tres semanas antes del primer examen, uno de mis profesores mencionó casualmente algo que hizo que mis pupilas se triplicaran en diámetro. ¡Recién en ese momento me di cuenta de mi error!
“. . . Escribí una carta a las autoridades correspondientes, explicándoles que pertenecía a una iglesia que guardaba el sábado, y esperé. Ellos pusieron a prueba mi fe y paciencia durante un mes entero antes de responderme, el 5 de mayo. Me dijeron que necesitaban una carta de confirmación de parte de la Iglesia como prueba, la cual fue extendida debidamente por mi pastor (el Sr. Johnnie Lambert).
“Ellos respetaron mis creencias, y a pesar de que mi solicitud fue presentada demasiado tarde, me permitieron rendir los exámenes en otro día fijado por ellos. Esto fue otra bendición de Dios y la respuesta a mis numerosas oraciones mientras esperaba la contestación de las autoridades. En aquel periodo me preparé para la posibilidad de una respuesta negativa, que implicaría no poder graduarme y tener que seguir otro año más en el colegio, pero también confiaba en que Dios me ayudaría a encontrar una salida, ¡y él me la proporcionó!
“. . . Como pueden ver, queridos hermanos, nuestro misericordioso y todopoderoso Dios responde a nuestras oraciones con abundantes bendiciones. No hay nada más poderoso en este mundo que las plegarias de los siervos de Dios — sus santos”.
Orar en todo tiempo
La armadura de Dios es algo muy completo. En esta serie hemos dedicado bastante tiempo a analizarla, desde los conceptos que de ella se tienen hasta su propósito y aplicación, ya que es absolutamente necesaria para poder sobrevivir y ganar nuestras batallas contra Satanás. Sin embargo, después de que Pablo termina la descripción de ella, nos dice que debemos “orar en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios 6:18).
¿Hay alguna razón para que Pablo nos amoneste a orar, inmediatamente después de describir la armadura de Dios? ¡Claro que sí!
Según el autor de Barnes’ Notes[Comentario bíblico de Barnes], “No importa cuán completa sea la armadura, cuán valientes seamos, ni cuán diestros en el arte de la guerra. Si no oramos, nuestra derrota está garantizada. Dios es el único que puede otorgarnos la victoria, y cuando el soldado cristiano marcha completamente armado para el conflicto espiritual después de haber buscado a Dios en oración, puede tener la certeza de su triunfo” (Edición Heritage, vol. 12, p. 133).
Si nos equipamos con la armadura de Dios, debemos también proponernos mantener una conexión permanente con él. Nuestro Padre celestial es el comandante de su ejército espiritual, y solo él sabe cómo conducirlo a la victoria.
¿Cómo podemos “orar en todo tiempo”?
Lucas 18:8
Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
Lucas escribió que Jesús entregó esta parábola para enseñarnos que “los hombres deben orar siempre y no desmayar”, lo cual sirve como punto de partida para entender lo que significa oraren todo tiempo.
En su búsqueda de justicia, la viuda nunca dejó de pedir ayuda al juez injusto. En lo que a nosotros respecta, jamás debemos dejar de pedir apoyo a nuestro perfecto Dios. El mandamiento de orar siempre no significa que debemos embarcarnos en un diálogo continuo e incesante con Dios cada segundo del día, sino más bien que debemos desarrollar una conexión con nuestro Padre que se pueda mantener a través de la oración frecuente, el estudio de la Biblia, y una vida cristiana que nos permita presentarnos instantáneamente ante él en oración cuando llegan los momentos difíciles.
¿Qué son las “súplicas”?
Filipenses 4:6
Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios (La Biblia de las Américas).
La palabra griega traducida como súplicaso peticionesen Efesios 6:18 y Filipenses 6:16 es deesis,y cierta concordancia bíblica (Strong’s Concordance [Concordancia de la Biblia Strong]) la traduce como “una solicitud o petición especial a Dios”.
¿Qué función cumple el Espíritu en las oraciones de los cristianos?
Romanos 8:26-27
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Pablo dice que como no siempre sabemos cómo orar, el Espíritu de Dios nos guía e intercede por nosotros (Hechos 2:38; Romanos 8:14). Esto significa que aunque no siempre sepamos exactamente por cuáles cosas deberíamos estar orando, Dios conoce nuestros corazones, porque hace morada en éstos mediante su Espíritu Santo (Juan 17:23).
No importa si los cristianos presentan sus peticiones de oración de manera torpe y poco clara, ya que Dios siempre sabe lo que están tratando de decir. Mediante su Espíritu que obra en nosotros, él conoce íntimamente nuestra mente y corazón, nos entiende y hará que a largo plazo las cosas funcionen para nuestro bien.
¿Por quién o por qué deberíamos orar?
Mateo 6:9-13
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
En esta oración, que se conoce como el Padre Nuestro, Jesucristo nos entrega un modelo de cómo debe ser nuestra oración. No es un formato estricto e inflexible al que debemos ceñirnos cada vez que nos presentamos ante Dios (Mateo 6:7) sino más bien un excelente recordatorio de las cosas por las que debemos pedir. Constantemente tenemos que orar por éstos y otros asuntos, por la voluntad del Padre, por nuestras necesidades, por el perdón de nuestros pecados y para que seamos librados de Satanás.
Mateo 7:7-8
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Lucas 21:36
Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Además de orar por otros, es vital que pidamos por nosotros mismos. En nuestras vidas hay constantes recordatorios de que solos no podemos vencer, y sería inconcebible que evitáramos pedirle a Dios la ayuda que desesperadamente necesitamos.
Nuestro Dios está siempre listo para entregarnos la fuerza, la sabiduría y el valor que necesitamos para enfrentar a nuestro enemigo, pero él quiere que primero vayamos ante su presencia y se lo pidamos. ¿Lo haremos?
Mateo 26:39
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
Cuando Jesús oró fervientemente antes de su crucifixión, expresó lo que él quería que sucediera; sin embargo, no olvidó que su Padre era quien estaba a cargo y que él deseaba lo mejor para cada uno. Es importante que nosotros oremos para que se cumpla la voluntad de Dios.
Efesios 6:18-20
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.
Los ministros de la Iglesia de Dios, en quienes recae mayormente la responsabilidad de su obra, son tan humanos como todos nosotros. Ellos no solo son vulnerables al cansancio, enfermedades y tristeza, sino que además pueden –ocasionalmente– no estar a la altura de lo que Dios espera. También pueden enfrentarse a situaciones aflictivas (Pablo estuvo en la cárcel por obedecer a Dios) y muchas decisiones difíciles en su labor de llevar a cabo obra de Dios. A Pablo le preocupaba de manera particular que Dios continuara dándole el valor, las oportunidades y la claridad para predicar su verdad, aunque esto implicara sufrimiento o muerte.
Por esta razón, tenemos que tener presente en nuestras oraciones a los siervos de Dios, pero no solo a sus ministros, sino a todo su pueblo. Todos estamos juntos en esta batalla y la oración es una de las formas más efectivas en que podemos apoyarnos unos a otros, cuidarnos mutuamente y cumplir el mandamiento inspirado por Dios que nos fue dado en Filipenses 2:4.