Lección 4 - Trasfondo histórico de los evangelios
La juventud de Jesucristo
Tal como lo había anunciado la profecía de Miqueas 5:2, Jesucristo nació en Belén de Judea, un pequeño pueblo agrícola a 8 kilómetros al sur de Jerusalén. El rey David nació y creció allí, llegando a ser pastor de ovejas, y varios siglos más tarde los pastores seguían cuidando de sus rebaños en esa área. Cuando se cumplió el tiempo, Jesús nació en Belén y un ángel anunció a los pastores el acontecimiento, ocurrido exactamente como había sido profetizado. Los pastores se apresuraron a ir al encuentro de Jesús proclamando la buena nueva por toda aquella región (Lucas 2:17). ¡Dios había cumplido su tan esperada promesa!
Posteriormente, unos sabios acudieron a adorar a Cristo y fueron advertidos mediante revelación divina que no volvieran a Herodes, quien impacientemente esperaba por ellos para determinar la ubicación del niño y así poder enviar a sus soldados para asesinarlo. En vista de ello, los sabios tomaron otro camino de regreso a Oriente (Mateo 2:12-13).
La masacre en Belén
Aunque Satanás estaba conspirando para destruir a Jesús, Dios le llevaba la delantera. Mateo escribió: “Después que partieron ellos [los sabios], he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo [Oseas 11:1]. Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los sabios. Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Voz fue oída en Ramá [una ciudad cercana], grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron” (Mateo 2:13-18).
El erudito A.T. Robertson comenta: “Herodes no sabía, por supuesto, la edad del niño, pero no corrió ningún riesgo e incluyó a todos los varoncitos de Belén de hasta dos años de edad, tal vez unos quince o veinte en total. No sorprende que Josefo no hiciera ningún comentario sobre este incidente en la cámara de los horrores de Herodes” (Word Pictures of the New Testament [Imágenes en palabras del Nuevo Testamento], notas sobre Mateo 2:16, énfasis agregado en todo este artículo).
¡Cómo habían cambiado las cosas! Belén, que había celebrado con gran alegría y euforia el anuncio hecho por los pastores acerca del nacimiento de Jesús y la visita de los sabios, se convirtió en un horrendo lugar de agonía y duelo. Satanás había comenzado el proceso de herir el talón de Cristo, como fue profetizado en Génesis 3:15.
Jesús el nazareno
Así pues, José mantuvo a su familia en Egipto hasta que un ángel le dijo en sueños que ya era seguro regresar a Israel. Mateo escribe: “Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno” (Mateo 2:19-23).
Expositor’s Bible Commentary (Comentario Bíblico del Expositor) hace un buen resumen de los detalles históricos de ese momento: “Herodes el Grande hizo un cambio de última hora en su testamento, y dividió el reino en tres partes. Arquelao, conocido por su crueldad, recibió Judea, Samaria e Idumea. Augusto César estuvo de acuerdo y le otorgó el título de ‘etnarca’ (más honorable que ‘tetrarca’), prometiéndole el título de ‘rey’ si se lo ganaba. Arquelao probó ser un mal dirigente y lo desterraron por su mal gobierno en el año 6 d.C. Roma rigió el sur a través de un procurador, pero para entonces José ya había establecido a su familia en Galilea. Herodes Antipas, quien reaparece en Mateo 14:1-10, recibió el título de ‘tetrarca’ y gobernó en Galilea y en Perea. Herodes Felipe llegó a ser tetrarca de Iturea, Traconite, y algunos otros territorios. Este fue el mejor de los hijos de Herodes el Grande. Jesús frecuentemente se retiraba a ese territorio, lejos del débil pero cruel Antipas. José, guiado por su quinto y último sueño, acomodó a su familia en Galilea. El pueblo que José escogió fue Nazaret, que según Lucas 1:26-27 y 2:39 era el antiguo pueblo de él y de María . . . Nazaret era un lugar despreciado (Juan 7:42, 52) incluso por otros galileos (Juan 1:46). Aquí Jesús no se crió como ‘Jesús de Belén’, con sus implicancias davídicas, sino como ‘el nazareno’, con todo el oprobio del desprecio. Cuando en Hechos se hacía referencia a los cristianos como la ‘secta de los nazarenos’ (Hechos 24:5), la expresión intentaba lastimar” (2002, notas sobre Mateo 2:19-20).
En consecuencia, Jesús creció en esta pequeña aldea de Nazaret, como lo registra Lucas: “Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:39-52).
Este es un resumen de los primeros 30 años de Jesús hasta que comenzó formalmente su ministerio. Algunos han especulado que pudo haber viajado por todo el mundo acumulando todo tipo de conocimiento místico, pero eso no es lo que indica la Biblia. Cuando comenzó su ministerio, los de Nazaret hablaban de él como si hubiera estado entre ellos todo el tiempo.
Carpintero o constructor
Cuando comenzó su ministerio, alrededor de los 30 años de edad (Lucas 3:23), note lo que la gente del pueblo decía de él: “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Marcos 6:3-4).
Observe que incluso los de su propia casa no lo apreciaban ni le creían. Era conocido como un carpintero o, mejor traducido del griego tekton(de donde proviene la palabra arquitecto), un constructor que trabajaba no solo con la madera, sino también con la piedra.
A.T. Robertson comenta: “Evidentemente, desde la muerte de José, Jesús quedó a cargo del negocio y era ‘el carpintero’ de Nazaret. La palabra tekton proviene de tekein, tikto, producir, crear, como techne (artesanía, arte). Es una palabra muy antigua, usada desde la época de Homero. Originalmente designaba al que trabajaba la madera o construía con ella, tal como nuestros carpinteros en la actualidad. Posteriormente se utilizó para designar a cualquier artesano o trabajador en metal, piedra, o madera, e incluso en escultura. Sin duda Jesús trabajó la madera. Justino Mártir habla de arados, yugos, etc., hechos por Jesús. También puede haber trabajado en piedra e incluso pudo haber ayudado a construir algunas de las sinagogas de piedra en Galilea, como la de Capernaum. Los habitantes de Nazaret lo conocían y también a su familia (no se menciona a José) y su trabajo, pero ahora no daban crédito a lo que veían con sus propios ojos y oían con sus propios oídos” (ibídem, notas sobre Marcos 6:3).
El término hebreo equivalente a tektones haras, y se utiliza en 1 Crónicas 4:14: “Seraías engendró a Joab, padre de los habitantes del valle de Carisim, porque fueron artífices”. Ésta era una profesión muy respetada, que requería habilidad y comprensión de matemáticas. Pero, aun así, se trataba de algo físico, y los habitantes del pueblo no podían aceptar que ahora Jesús fuera un rabino, o maestro religioso, y mucho menos el tan esperado Mesías.
Expositor’s Bible Commentary observa: “La hostilidad del pueblo hacia Jesús se aprecia más claramente en las preguntas obvias en este versículo, ‘¿No es éste el carpintero?’ En otras palabras, ‘¿No es éste un hombre común y corriente, que se gana la vida trabajando con sus manos, como el resto de nosotros? ¿Cómo pretende ser un maestro y obrador de milagros?’ La segunda pregunta, ‘¿No es éste el hijo de María?’ parece despectiva ya que no era costumbre entre los judíos referirse a un hombre como el hijo de su madre, aun cuando el padre hubiera muerto. Detrás de esta pregunta podía estar el rumor difundido durante la vida de Jesús, de que él era hijo ilegítimo (Juan 8:41; 9:29) . . .
“La palabra traducida como ‘escandalizaban’ viene de skandalizomai [el Nuevo Testamento nunca usa esta palabra; el autor probablemente se refería al verbo skandalizo, de donde se deriva la palabra ‘escándalo’] . . . La idea que transmite el verbo griego es la de ofensa y repudio al punto de abandonar . . . la creencia en la Palabra (Lucas 8:13) o la relación personal con Jesús (14:27, 29). Jesús respondió a las dudas planteadas acerca de la legitimidad de su enseñanza y sus milagros usando un proverbio que tiene paralelos en la literatura judía y griega. Uno de estos proverbios establece el principio en el que se basan todos los demás: la familiaridad engendra desprecio . . . La gente de Nazaret era incapaz de apreciar quién era Jesús porque, al igual que la propia familia de Jesús, lo consideraban como alguien muy cercano a ellos” (ibídem, notas sobre Marcos 6:3-4).
Al parecer José, padre legítimo de Jesús, murió antes de que él comenzara su ministerio, pues cuando se menciona a la familia más adelante, solo se nombra a María y a los hermanos de Jesús.
La casa de Anás, un sacerdocio corrupto
Durante sus primeros 30 años, Jesús se preparó para su ministerio y lo mismo hizo su primo, Juan el Bautista. Si bien Jesús estaba en Nazaret, Juan el Bautista vivía en el desierto de Judea, y el padre de éste, Zacarías, oficiaba en el templo cuando a su familia (la orden de Abías, Lucas 1:5) le correspondía su turno.
Trágicamente, durante este tiempo los jefes de los sacerdotes habían llegado a convertirse en títeres de Herodes el Grande y más tarde, de su hijo Arquelao. Posteriormente las cosas empeoraron bajo el gobierno directo de los romanos, pues se corrompieron aún más al hacerse cargo de varias de las funciones de la dinastía de Herodes. Cierta familia de sumos sacerdotes, la casa de Anás, estableció una alianza política con los romanos que duró décadas, y forjó una lucrativa empresa con los cambistas. Esta familia se apropiaba de gran parte de las ganancias, exigiendo con frecuencia precios exorbitantes a los peregrinos que acudían al templo a pagar sus impuestos o a ofrecer sacrificios. Esta fue la razón principal por la cual Jesús volcó las mesas en el recinto del templo y llamó al lugar “cueva de ladrones”.
F.F. Bruce señala: “Desde luego, el cargo [de sumo sacerdote] no era tan influyente como lo había sido en el apogeo de la dinastía asmonea [sucesores directos de los macabeos]. Por otra parte, ya no estaba sujeto a la humillante minusvalía que había sufrido bajo Herodes y Arquelao. El sumo sacerdote era el representante y portavoz indiscutido de la nación, no solo ante el gobernador de la provincia, ya fuera de Judea o de Siria, sino también ante el emperador en Roma. Sin embargo, había un límite a su autoridad que sus predecesores no conocieron durante el lapso de tres siglos y medio que hubo entre Ciro el Grande y Antíoco IV.
“Durante los primeros treinta y cinco años de la administración provincial de Judea, los sumos sacerdotes eran nombrados y destituidos por los gobernadores romanos, que tanto en éste como en otros aspectos se sometían a la voluntad de Herodes y Arquelao. A pesar de los estatutos oficiales contra el soborno y la extorsión, para los gobernadores de las provincias romanas era difícil resistirse a la tentación de recurrir a tales prácticas cuando se les presentaban tantas oportunidades; y el hecho de poder nombrar y destituir a los sumos sacerdotes era una de esas oportunidades. No es de extrañarse que desde el año 6 d.C. en adelante, el sumo sacerdocio llegara a ser prácticamente del dominio exclusivo de un reducido número de familias sacerdotales ricas, partidarias de la secta de los saduceos, celosas de no hacer o permitir cualquier cosa que pudiera comprometerlas a los ojos de Roma o poner en riesgo el acuerdo existente con ella.
“Anás se convirtió en jefe de una de las familias de sumos sacerdotes más influyentes en las décadas postreras al segundo templo. Después de él, cinco de sus hijos, más un yerno y un nieto, se convirtieron en sumos sacerdotes en distintos momentos. Él mismo tuvo el cargo de sumo sacerdote entre los años 6 al 15 d.C. . . . y siguió siendo el poder detrás del trono por muchos años más. El apóstol Juan sugiere que como Caifás (yerno de Anás) fue el sumo sacerdote el año en que murió Jesús [ofició entre los años 18 a 36 d.C.], Anás jugó un papel fundamental en los preparativos para presentar cargos contra Jesús ante Pilato. Lucas le atribuye un papel importante en el primer intento del sanedrín por reprimir la predicación de los apóstoles en Jerusalén” (New Testament History [Historia del Nuevo Testamento], 1972, p. 64-65).
Alfred Edersheim dice lo siguiente en su obra Life and Times of Jesus the Messiah (Vida y tiempos de Jesús el Mesías):“Todo este tráfico comercial –el cambio de moneda, la venta de palomas y mercadeo de ovejas y bueyes– era en sí mismo, con todas sus circunstancias relacionadas, una terrible profanación y también causa de graves abusos. Pero, ¿había algo en tiempos de Cristo que hiciera esta práctica especialmente detestable e impopular? El sacerdocio siempre debió haber obtenido un beneficio considerable de esa posición. Por supuesto, no los sacerdotes comunes, que ministraban en el templo conforme el turno de cada ‘orden’, sino los funcionarios sacerdotales permanentes, los líderes inamovibles del sacerdocio, y sobre todo la familia del sumo sacerdote . . . De la avaricia y la corrupción de esta familia de sumos sacerdotes, tanto Josefo como los rabinos tienen el peor concepto. Josefo describe a Anás, el hijo del Anás del Nuevo Testamento, como ‘un gran acaparador de dinero’, muy rico, que despojaba con violencia a los sacerdotes comunes de sus ingresos oficiales” (volumen 2, 1890, pp. 370 -371).
Próxima lección: El ministerio de Juan el Bautista.