La práctica perfecta hace la perfección

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La práctica perfecta hace la perfección

Estoy seguro de que ha escuchado la frase “la práctica hace la perfección”. A mí se me grabó mientras asistía a la escuela, cuando tuve que aprenderme de memoria las tablas de multiplicación. El sitio web Brainfacts.org nos dice lo siguiente:

'“El antiguo refrán ‘la práctica hace la perfección’ ha sido aplicado a muchos tipos de enseñanza, desde las clases escolares de química y redacción creativa hasta música y deportes. Mientras los expertos todavía difieren respecto a la cantidad de horas y el tipo de ejercitación que se requieren para alcanzar el éxito, una cosa sí es clara: la práctica mejora el rendimiento y cambia el cerebro . . . Los avances tecnológicos han permitido obtener imágenes cerebrales, gracias a las cuales hoy sabemos que el cerebro humano mantiene la capacidad de modificar su estructura y función a lo largo de toda la vida mediante un proceso llamado experiencia o plasticidad dependiente del aprendizaje” (abril 9, 2014, “Does Practice Make Perfect”? [¿Hace la práctica la perfección?], énfasis nuestro).

Sin embargo, esta frase por sí sola está incompleta. No es conveniente practicar malos hábitos o vivir continuamente cometiendo errores. El autor Kenneth R. Murray escribió un libro que ha llegado a ser considerado el texto más autorizado sobre entrenamiento militar. Él dice: “Cualquiera que haya logrado perfeccionar una destreza entiende y valora el tiempo y la práctica que se requieren para alcanzar un nivel de excelencia . . . Primero, recuerde que la práctica no hace la perfección. . . sino que ésta se logra mediante la práctica perfecta. No pierda tiempo aprendiendo o intentando dominar una destreza ineficaz o incorrecta. Se necesitan muchas más repeticiones para desaprender un mal hábito que para aprender un hábito correctamente desde un comienzo. Enfóquese en la forma. Primero sea bueno en lo que hace, y solo entonces aumente la velocidad de su rendimiento” (Training at the Speed of Life [Entrenamiento a la velocidad de la vida], vol. 1, p. 120).

Es cierto que debemos practicar la perfección que viene de Dios, ¡pero no podemos hacerlo con cualquier cosa que nosotros queramos! La práctica perfecta es lo que hace la perfección.

Ejemplo sublime de fidelidad

El ejemplo del profeta Daniel demuestra que la práctica perfecta hace la perfección: sus detractores no pudieron encontrarle ninguna falta. Leamos en Daniel 6:4 lo que dijeron sobre él: “Entonces los gobernadores [presidentes] y sátrapas [príncipes] buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta [corrupción o negligencia] fue hallado en él”.

Los antónimos de las palabras corrupto y negligente nos ayudan a definir, por contraste, el significado de lo que es ser fiel en nuestra vida diaria. La palabra corrupto es lo opuesto de “honesto” o “ético”, y la palabra negligente es lo opuesto de “cuidadoso”, “reflexivo” y “considerado”.

Fidelidad es lo opuesto de voluble y poco fiable. La persona fiel lo es hasta el final y también es fiel a Dios y a las promesas que ha hecho a los demás. Da su palabra y la cumple, se presenta a sus compromisos y citas, y mantiene sus promesas.

Una persona voluble cambia de opinión, lealtades y estándares, y es inestable, compulsiva y renuente al compromiso. No se le puede entregar responsabilidad a una persona que no es confiable, ni depender de ella. Y aun cuando Dios quiere que le sirvamos fielmente, también espera que le obedezcamos y que no seamos inconstantes o poco confiables en cuanto a nuestra vida espiritual.

¿Puede Dios ver la fe que usted tiene en él? ¿Está usted viviendo fielmente cada día, cumpliendo con sus deberes espirituales como hijo de Dios? ¿Está practicando esta fidelidad día a día, haciéndose perfecto como Dios lo es? No siempre podemos hacerlo a la perfección. Algunas veces “nos arrastramos” por fe. Todos tenemos épocas malas, pero dejamos de arrastrarnos, nos paramos y comenzamos a caminar de nuevo.

Debemos usar los talentos espirituales que Dios nos ha dado y fortalecer nuestra fe y creencia en lo que él está haciendo por nosotros. Debemos desarrollar un carácter cristiano, perseverar y luchar por alcanzar el sublime llamado de la salvación, llenos del poder del Espíritu Santo.

Se nos ha prometido que, si nos esforzamos por crecer y caminar en fe, nuestro Padre en el cielo un día nos dirá: “Bien, buen siervo y fiel” (Mateo 25:21). Practique el camino de Dios cada día. La práctica no hace al maestro, pero la práctica perfecta sí.