Hacer lo correcto aunque nadie lo haga

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Hacer lo correcto aunque nadie lo haga

Dirigido a los padres de adolescentes: Bienvenidos a esta serie de artículos escritos pensando en ustedes. En estos “polémicos” artículos abordaremos específicamente temas culturales de actualidad y los retos que puedan estar enfrentando como familia y, lo más importante, cómo manejarlos con éxito a la luz de la Biblia.

Al conocer las verdades bíblicas, uno de los retos que debemos enfrentar como cristianos es que a veces nos vemos forzados a tomar decisiones en ciertas situaciones difíciles. Sabemos qué es lo correcto, pero si optamos por hacerlo seremos diferentes a todos los que nos rodean. Desde una perspectiva humana, es difícil hacer lo correcto cuando todos los demás no lo hacen.

Esto es difícil para todos los cristianos, pero en el caso de los niños y los adolescentes el reto es aún mayor.

La presión para amoldarse que enfrentan jóvenes y adultos

¿Cómo enfrentamos en la etapa adulta la presión para conformarnos a las normas?

Como adulto, usted ha desarrollado una capacidad para rechazar influencias, presiones y tentaciones negativas. Ya no le preocupa tanto lo que otros piensen cuando se niega a seguir la corriente y participar de algo que usted sabe que es malo. La presión para transigir sigue ahí, pero al ser más maduro, ahora es más capaz de resistir el apremio que debe soportar. No se preocupa por la opinión de los demás cuando no comparte algo que sabe que es incorrecto.

Como cristiano, ha aprendido la importancia de darle a Dios el primer lugar en todo momento. Es una lección que los apóstoles aprendieron poco después del día de Pentecostés: no cedieron ante la presión que ejercían los líderes religiosos de su tiempo para que dejaran de predicar el mensaje del evangelio que Jesucristo les había encomendado. Su respuesta a quienes les advertían que dejaran de compartir la verdad fue: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:27-30).

Los apóstoles estaban comprometidos a predicar la verdad sin importar las consecuencias y no iban a claudicar ante la presión religiosa o gubernamental. Al igual que los apóstoles, usted sabe que debe hacer lo correcto, aun cuando otros no lo hagan, pero ¿entienden sus hijos adolescentes este principio fundamental de la vida cristiana?

Transigencia

Más que los adultos, los niños en edad escolar sienten la necesidad de amoldarse, de ser semejantes a los demás. Esto lo sé por experiencia personal.

En mis primeros años de adolescente asistí a una escuela en la que había una mezcla de jóvenes de buena situación económica y otros, no tanta. En ese tiempo había reglas de vestuario tácitas y muy definidas entre mis compañeros. Ciertas prendas de vestir muy populares estaban fuera del alcance económico de las familias menos adineradas. Una de esas prendas eran los pantalones Levi. Era una vergüenza tener que usar imitaciones de esa marca (que se conseguían en tiendas de departamentos) en lugar de los famosos Levi originales. Era particularmente embarazoso cuando señalaban a alguien que llevaba puestos pantalones “baratos”. Yo no quería ser un blanco de tales comentarios, pero cuando sucedía me sentía abochornado. ¡Qué alivio fue recibir mi primer pantalón Levi auténtico y sentirme al nivel de mis compañeros! En esos años de adolescencia, mi necesidad de amoldarme era para mí una gran prioridad.

Para los adolescentes la presión por parecerse a otros es intensa, pues aún están madurando y sus valores no se han afianzado bien en su mente. El hecho de que los adolescentes no tengan valores firmemente arraigados hace imperiosa la necesidad de que sus padres les impartan valores verdaderos. Dios inspiró a Moisés para que recalcara la forma en que se debía impartir la enseñanza, en Deuteronomio 6:7: “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Las enseñanzas que inculcamos a nuestros hijos deben ser constantes, y debemos aprovechar todas las oportunidades que se nos presenten para enfatizarles la necesidad de hacer lo correcto a pesar de la presión de sus pares para que hagan lo que hace la mayoría.

Llamados a hacer lo correcto

Vamos a examinar algunas áreas en las cuales los cristianos están llamados a hacer lo correcto, aunque el resto del mundo no lo haga.

El pueblo de Dios, incluidos los adolescentes, ha sido llamado a mantener santo el séptimo día. Por guardar el día de reposo se pueden perder oportunidades de empleo, amistades, deportes, fiestas y la diversión de los viernes por la noche y los sábados. Cuando decidimos guardar el sábado, automáticamente nos diferenciamos de un mundo que no lo guarda, y hay una gran presión para hacer lo que todo el mundo hace. Como padre, usted puede hablar con sus hijos acerca de cómo afrontar las presiones asociadas con la observancia del sábado.

Hemos sido llamados a honrar y reverenciar el nombre de Dios. Los cristianos deben honrar su nombre, aunque muchos a su alrededor constantemente exclamen: “¡Ay, Dios mío!”, “¡Dios!” “¡Jesús!” y abreviaturas como “OMG” [¡Ay, Dios mío!, según las iniciales de Oh My Goden inglés] en mensajes de texto. Muchos no tienen la menor idea de cómo honrar y reverenciar el nombre de Dios; pero una vez que Dios nos abre el entendimiento a la verdad del tercer mandamiento, debemos ponerlo en práctica y hacer de él un hábito. Puede preguntarles a sus hijos acerca de cómo están manejando el tema de honrar el nombre de Dios.

Las Escrituras nos dicen: “Tampoco haya obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino más bien acciones de gracias” (Efesios 5:4, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy). ¿Saben sus hijos lo que es correcto en el aspecto del lenguaje? ¿Están dispuestos a hablar correctamente en un mundo donde la vulgaridad y las palabras soeces son comunes?

Otra área que debemos tomar en cuenta respecto a nuestro llamado es lo que Dios nos dice en 1 Corintios 6:18: “Huid de la fornicación”. Nuestro mundo está saturado de inmoralidad sexual por todos lados, y pareciera que todos los que nos rodean son muy permisivos en este aspecto de la vida. Pero, ¿es esto realmente aceptable? Aun cuando muchos estén involucrados en pecados sexuales en una forma u otra, ¿qué debemos hacer nosotros? Elegir lo que es correcto ante los ojos de Dios. No conformarnos al mundo que nos rodea, sino procurar hacer lo que es bueno y agradable ante Dios (Romanos 12:2). Hable con sus hijos sobre “huir de la fornicación”.

Un último aspecto que se debe considerar en cuanto a lo que es correcto es el que concierne al alcohol y las drogas. El consumo excesivo de alcohol y de drogas en diversas formas está siendo aceptado cada vez más por la sociedad. El verdadero desafío respecto al uso de estas sustancias se presenta cuando los amigos de uno se están dejando llevar por algo que sabemos que es malo. Pregúnteles a sus hijos adolescentes: “¿Te ha sucedido? ¿Cómo estás manejando este problema?”

Hemos mencionado solo algunas áreas de la vida en las que debemos enfrentar presión para conformarnos a este mundo. Hay muchas otras en las que los valores cristianos son probados, así que debemos estar atentos y decididos a hacer lo bueno, poniendo en práctica  el conocimiento que tenemos.

A medida que entendemos la diferencia entre el bien y el mal, nos damos cuenta de que debemos hacer lo que es correcto (Santiago 1:22-25). La decisión de seguir este camino nos hace distintos, pero debemos tomar conciencia de que vale la pena soportar el sufrimiento que podríamos acarrearnos por ser diferentes a consecuencia de nuestra elección.

¿Por qué hacer lo correcto?

En la Biblia encontramos esperanza, pues está llena de ejemplos de personas, jóvenes y adultas, que enfrentaron gran presión por oponerse a lo que sabían era incorrecto. ¿Por qué hay tantos ejemplos registrados para nosotros en la Biblia? Una de las razones es que esos ejemplos de rectitud están ahí para mostrarnos el camino que debemos seguir. Otra razón es mostrarnos el resultado positivo de hacer lo que es agradable a Dios y que él aprueba.

Consideremos el ejemplo de Daniel

El profeta Daniel y sus amigos son los ejemplos más destacados de personas que decidieron seguir a Dios a pesar de que ello los haría quedar al descubierto. Todos los demás se habían conformado a las normas establecidas por los gobernantes.

Daniel, Ananías, Misael y Azarías fueron seleccionados para formar parte de un programa de entrenamiento para servir en el gobierno de Babilonia. Sin embargo, se enteraron de que la comida y la bebida ofrecidas en el programa eran inaceptables para ellos, según la Biblia.

¿Que debían hacer? ¿Por qué no hacer lo mismo que todos? Nadie hubiera sabido que habían hecho lo incorrecto. Pero ellos sí, y, lo más importante, Dios también.

Daniel y sus amigos escogieron poner a Dios en primer lugar, en vez de contaminarse con la comida del rey (Daniel 1:8). Prefirieron hacer lo correcto a pesar de que los otros participantes del mismo programa consumieron los alimentos que les dieron.

La lección alentadora es que Dios estaba involucrado en el asunto. Al ver su fidelidad, hizo que hallaran gracia ante el encargado del programa de entrenamiento, y debido a que comieron lo que Dios ordena, al final del período de prueba los jóvenes claramente lucían más saludables.

Cuando somos confrontados con hacer lo que es correcto y lo hacemos, Dios estará con nosotros, tal como estuvo con Daniel y sus amigos.

El reto

En la actualidad, tanto jóvenes como adultos deben enfrentarse a la disyuntiva de hacer lo correcto o no. No debemos ceder a las presiones de ir en contra de las verdades de Dios.

¿Vas a ceder ante la presión de dejarte arrastrar por la influencia y las tentaciones a tu alrededor o, por el contrario, vas a mantenerte en la verdad que conoces?

Al hacer lo correcto aunque todos los demás no lo hagan, nuestro Salvador Jesucristo sabrá que lo amamos tanto, que vamos a negarnos a nosotros mismos con el fin de agradarlo.

Decídete a hacer lo correcto en tu vida aunque los demás opten por lo contrario. EC