Carta del Presidente: 31 de diciembre de 2020

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Carta del Presidente

31 de diciembre de 2020

Hoy es el último día del año 2020. ¡La mayoría de nosotros estaremos encantados de decirle adiós a este año que acaba de concluir!

Ayer publiqué en mi página de Facebook una encuesta en la que solicité “Describa el 2020 en una sola   palabra”. Recibí casi 200 respuestas, tales como espantoso, interminable, turbulento, excluyente, difícil, increíble, destructivo, alucinante, desconcertante, caótico, indignante, destructivo, triste, humillante, solitario, extraño, controlador, desquiciado, pesadilla, conspiración, histórico, ¡y 180 más! Las palabras  “encierro” y “pandemia” han sido desplazadas por “cuarentena”, que será coronada como la Palabra del Año 2020. Fue el término más buscado en el Diccionario de Cambridge.

En la edición enero-febrero 2020 de Las Buenas Noticias, hace un año, publicamos el artículo “El año 2020 ya está aquí. ¿Está usted listo?”

No lo estábamos.

Creo que nadie estaba preparado para lo que siguió a principios de año y aún persiste hasta el día de hoy. Y ahora, un año más tarde, el artículo principal de la edición enero-febrero de 2021 nos plantea un desafío: “Cómo ayudar a quienes están abrumados y cansados”. En él se abordan algunos de los efectos que han tenido sobre nosotros los sucesos de este año pasado y se ofrece instrucción práctica sobre lo que debiéramos hacer para el beneficio de todos. Nos haría bien leer y practicar estos consejos, ya que contienen el remedio esperanzador incluso para nuestros momentos más tristes.

¡Gracias a nuestro ministerio!

Quisiera manifestar mi especial agradecimiento a todos nuestros ministros alrededor del mundo por su fiel servicio. Sé que ha sido un año difícil. Las pruebas de 2020 han impactado su trabajo, sus familias, su salud y sus congregaciones como consecuencia de las cancelaciones, restricciones, bloqueos, información conflictiva, aislamiento y engaño constante. La soledad y la incertidumbre han sido la norma y han cobrado un precio. Echamos de menos el tiempo que pasamos juntos en persona y también los abrazos. No sabemos exactamente qué planear y qué hacer, lo cual puede tenernos con los nervios de punta.

Sin embargo, nuestros hombres y mujeres del ministerio han actuado heroicamente. Los felicito por hacer el esfuerzo de cumplir con su vocación y hacer su trabajo con paciencia y diplomacia.

Los miembros me escriben regularmente diciéndome cómo sus ministros se han tomado el tiempo para llamarlos y preguntar por su bienestar. Algunos me han dicho que aunque rara vez ven en persona a alguien de la Iglesia, saben que su pastor está pensando en ellos.

Han comentado sobre sus innovadores estudios bíblicos, a veces a mediodía y usando videoreuniones, que se han vuelto muy apropiadas para el debate interactivo. También han mencionado que sus hijos se han beneficiado mucho de la Escuela Sabática en línea.

Además aprecian sus boletines, grupos de Facebook de la congregación y otros medios electrónicos para mantenerse conectados, sentirse incluidos y no ser olvidados. Ministros, los hermanos los aman y aprecian. ¡Sigan haciendo bien su trabajo!

Esto me lleva de vuelta al artículo de Terri Eddington, “Cómo ayudar a quienes están abrumados y cansados”. El meollo de su artículo es profundo: no se trata de buscar ayuda principalmente para uno   mismo, sino que se trata de ayudar a los demás.

Levantar el ánimo de alguien es muy importante en momentos como este. La semana pasada un ministro me llamó y entablamos una conversación. Estuve esperando en vano que me dijera el propósito de su llamada, y finalmente se lo pregunté. Dijo que simplemente me llamaba para ver cómo estaba. No tenía preguntas, ni peticiones, ni problemas, solo se trataba de una amable llamada para ver cómo me encontraba. Su gesto me dio ánimo para el resto del día.

Hay muchas personas a su alrededor ahora mismo que sienten lo mismo que usted. Puede que no le demos mucha importancia a su estado mental, pero ellas pueden beneficiarse de nuestros gestos de preocupación y palabras de aliento. Este artículo detalla cómo podemos hacer eso por medio de la asistencia física, la gentileza, la paciencia y la oración.

Los amigos cansados quieren hacer saber lo agradecidos que están por su perdón, por escucharlos y por recordarlos. En los difíciles tiempos en que vivimos, algunos de los elementos más simples y a la vez más cruciales de la interacción humana a menudo se pasan por alto y se olvidan. Dos de los más importantes son decir genuinamente “gracias” y “lo siento”.

Nuestras palabras amables a los demás pueden hacer maravillas, como se describe en estos pensamientos en Proverbios 25:

- Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene.

- Como zarcillo de oro y joyel de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

- Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían, pues al alma de su señor da refrigerio.

- Con larga paciencia se aplaca el príncipe, y la lengua blanda quebranta los huesos.

Vivimos en los tiempos peligrosos de los últimos días descritos en 2 Timoteo 3:1-6: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores  de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”.

Pero antes de evitarlos debiéramos iluminar el espacio que nos rodea. Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).

No solo debemos ser visibles, sino que debemos iluminar el espacio que nos rodea con actitudes, comportamiento y hechos que reflejen a Dios.

El año 2021 llega mañana. ¿Estamos listos? Piense en cómo reaccionaremos proactivamente a lo que pueda traer este año. Deberíamos estar espiritualmente listos para resplandecer e iluminar este horrible mundo.

Cuando lleguemos a finales de 2021 y se nos pida que describamos el año, tal vez algunas de las palabras que usaremos serán: superación, perseverancia, ayuda, agradecimiento, servicio, confianza, cariñoso, optimista, alegre.

Mis oraciones están con todos ustedes; por favor, oren también por nosotros.

Al servicio de Cristo,