Carta del Presidente: 21 mayo 2020 - La verdad y el respeto en una era de pandemia

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Carta del Presidente

21 mayo 2020 - La verdad y el respeto en una era de pandemia

Millones de personas, incluidos los miembros de la Iglesia, se preguntan lo mismo en nuestra época actual de la epidemia COVID-19. En esta era de incertidumbre e información inadecuada, muchas personas tienen preguntas como: “¿Qué es este virus? ¿De dónde vino? ¿Es parte de una conspiración mundial? ¿Qué debería hacerse?”

Este novedoso coronavirus ha desencadenado una dolorosa y costosa pandemia mundial. Directamente, continúa infligiendo enfermedades graves y muerte para algunos, mientras que indirectamente inspira miedo, desconfianza, ansiedad, angustia mental y financiera para muchos. ¿Cómo debemos responder como cristianos ante esta crisis de enorme sufrimiento humano? ¿Qué diremos y haremos, como embajadores de Cristo en este mundo, que será recordado en el futuro Reino de Dios?

En tiempos como estos la gente quiere respuestas, y las quiere ahora. Cuando los medios de comunicación y las autoridades gubernamentales dicen cosas como “hay tantas cosas que no sabemos”, algunas personas responden con “eso no es suficiente” y buscan sus propias respuestas. La división política, ya bastante aguda y enconada en ambos lados, solo empeora y la confianza es cada vez más escasa.

Un punto importante: los resultados de esta división discordante están resultando casi tan problemáticos como el propio virus.

A medida que las autoridades gubernamentales en todos los niveles luchan por hacer frente a la necesidad de producir remedios para la pandemia, las opiniones y soluciones alternativas crecen. En la comunidad de la Iglesia de Dios, muchos se aferran a un enfoque de búsqueda de tratamientos naturales. Por otro lado, muchos aceptan y buscan el tratamiento médico tradicional. Todos buscan la curación de Dios (Santiago 5:14-15), pero pueden elegir diferentes caminos para apoyar esa curación.

Con respecto a esto, es importante señalar aquí que, como Iglesia, no somos expertos en la práctica de la medicina. Por ejemplo, la Biblia no enseña que la vacunación o inmunización es un pecado. Además, mientras que la Iglesia Unida de Dios enseña positivamente que ser inmunizado es un asunto médico y no es pecado, la Iglesia tampoco juzga a aquellos que, por conciencia, optan por no ser inmunizados.

Enfatizamos el respeto por la decisión personal tomada por el individuo. El asunto puede complicarse, especialmente si los gobiernos locales exigen vacunas para la participación en escuelas públicas y similares, pero seguimos reconociendo el respeto por las decisiones personales.

También hemos experimentado que en la dinámica de la existencia humana, siempre que hay una crisis abundan las nuevas creencias en teorías de conspiración. Los temores no resueltos alimentan una búsqueda o una apertura para considerar información alternativa, particularmente hoy en día en Internet. En el mundo político subjetivo, la teoría de la conspiración de una persona puede considerarse como la verdad de otra persona.

En este sentido, recientemente se ha popularizado una controvertida producción de vídeo como explicación política alternativa del origen y la propagación del coronavirus. La producción de vídeo, titulada Plandemic, se ha hecho muy popular y consiguientemente está atrayendo millones de visitas. En lugar de tranquilizar y consolar a los seres humanos durante una crisis dolorosa y solidarizar con ellos, promueve la división, asume motivos malvados y siembra la duda.

Permítanme hablar claramente, pero con respeto. La promoción de este tipo de pensamiento no debe ser nuestro legado como embajadores de Cristo. En cambio, como ciudadanos del cielo, debemos elevarnos por sobre este mundo para revelar corazones de misericordia, bondad, paciencia, perdón, compasión, humildad y amor (Colosenses 3:12-14). Debemos pensar de manera diferente. Debemos permanecer en alerta y rechazar conscientemente el engaño, la ira, la rabia, la malicia y la calumnia que nos rodean en este presente mundo malvado.

En algunas comunidades de la Iglesia de Dios, esta producción de video y otras explicaciones alternativas de los orígenes del coronavirus han producido una creciente confusión y división.

Como hemos afirmado muchas veces en nuestras publicaciones y en el programa Beyond Today, reconocemos que la ciencia tiene un papel positivo (la excepción, por supuesto, es cuando alguien intenta elevar los principios científicos por encima de Dios). También reconocemos plenamente y enseñamos el principio bíblico de que “Dios no es Dios de confusión,  sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos” (1 Corintios 14:33, énfasis añadido en todo el texto). La Nueva Traducción Viviente lo expresa de manera aún más clara: “Pues Dios no es Dios de desorden sino de paz, como en todas las reuniones del pueblo santo de Dios”.

Entonces, ¿cuál es nuestro papel en este asunto? No es el papel de la Iglesia juzgar la veracidad de producciones como Plandemic. Como se ha dicho, no somos expertos en medicina. Pero sí es el papel de la Iglesia enseñar y predicar lo que Jesús nos ordenó: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, que también os améis  unos a otros” (Juan 13:34, énfasis añadido en toda esta carta).

¿Podemos entender plenamente lo que esto significa? ¡Esta orden es fundamental para el éxito de la predicación del evangelio! “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (versículo 35). El amor pregunta “¿Cómo puedo ayudar?”

La forma en que nos tratamos unos a otros representa una parte vital de lo que es ser una luz para el mundo (Mateo 5:14-16). Significa que nos respetamos mutuamente. Significa que nos abstenemos de publicar cosas que puedan causar ofensa. Significa que no nos provocamos mutuamente de forma negativa (Gálatas 5:26).

En la Iglesia de Dios tenemos una gran ventaja. Tenemos las palabras seguras e inquebrantables de Jesucristo: “Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse” (Lucas 12:2). Podemos estar seguros de que la verdad prevalecerá, la misma verdad que Pilatos le pidió a Jesús.

Entonces, ¿qué es la verdad? Hay una conspiración de la que sí podemos estar seguros: nuestro mundo es rehén de una fuerza maligna . . . y eso no es una teoría. Satanás es el dios de este mundo (2 Corintios 4:4) y trabaja para engañar a los mismos elegidos de Dios. Hay una fuerza invisible que dirige las mentes de la humanidad para aceptar cualquier tipo de “verdad”, siempre y cuando no sea la verdad de Dios. Satanás trabaja incansablemente para engañar y confundir y disfruta entorpeciendo la distinción entre el bien y el mal. Aquí es donde necesitamos que el Espíritu de Dios juzgue sabiamente y nos muestre el camino. Dios tiene un Plan, un Plan que está garantizado para funcionar bien. Ahí es donde debe estar nuestra esperanza. Dios está totalmente a cargo y nos revela el resultado final.

Es probable que experimentemos incertidumbre, pruebas y dificultades durante algún tiempo. Por lo tanto, en los próximos días dejemos de lado lo que es incierto y causa división y en su lugar practiquemos lo que Pablo enseña: “Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, como Cristo nos amó” (Efesios 5:1-2, Nueva Versión Internacional). En estos tiempos de aparente incertidumbre, no prestemos atención a las teorías especulativas, sino fijemos nuestros ojos en Jesucristo, nuestro Hermano Mayor y Rey venidero, “el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).

Al servicio de Cristo,

Víctor Kubik