Carta del Presidente
2 de diciembre de 2021
La vida y "algo tan insignificante"
¿Qué piensa cuando ve o lee los noticieros en estos días? Parece cada vez más difícil encontrar noticias alentadoras.
Es probable que haya oído hablar de la preocupación por la nueva variante del Covid-19, “Omicron”. También es probable que haya leído o escuchado que el primer ministro ruso Vladimir Putin respondió agresivamente a las advertencias de la OTAN sobre una posible invasión a Ucrania. El servicio de noticias Reuters informó recientemente que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió directamente a Putin: “Rusia deberá pagar un alto precio si vuelve a usar la fuerza contra la independencia de la nación de Ucrania”. Reuters también informó que el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, respaldó los comentarios de la OTAN, diciendo: “Cualquier nueva agresión desencadenaría graves consecuencias”. Putin respondió enérgicamente, amenazando con desplegar la nueva capacidad de misiles hipersónicos de Rusia que, según él, pueden volar nueve veces más rápido que la velocidad del sonido.
Y mientras tanto, cuando las relaciones entre Rusia y Occidente se deterioran precipitadamente, la República Popular China, que también posee misiles hipersónicos, abarrota agresivamente el espacio aéreo seguro en torno a Taiwán, enviando aviones de caza y bombarderos con capacidad nuclear para hostigar a la nación insular. La incursión más reciente se produjo después de que los legisladores estadounidenses visitaran a la presidenta de la República China, Tsai Ing-wen, lo que la nación china condena. Los líderes militares estadounidenses han advertido en múltiples ocasiones este año que China podría invadir la nación insular dentro de unos cuatro años.
Si no entendemos el contexto bíblico de todo esto, este tipo de noticias pueden quitarnos la esperanza. No es de extrañar que la gente esté ansiosa y deprimida. Pero no debe ser así para nosotros, como llamados en la Iglesia de Dios.
Tenemos el maravilloso entendimiento de que mientras Satanás, el adversario, actualmente influye sobre todos como el “dios” de este mundo (2 Corintios 4:4), solo tiene un poder limitado. Dios mismo dirige el resultado de los asuntos globales y los dirige de acuerdo a su plan. Como revela la Biblia, podemos leer y comprender con confianza que “Él [Dios] controla el curso de los sucesos del mundo; él quita reyes y pone otros reyes. Él da sabiduría a los sabios y conocimiento a los estudiosos” (Daniel 2:21 Nueva Traducción Viviente, énfasis añadido en todo el texto).
Gracias a Dios por habernos dado el privilegio humilde y especial de no ser como las demás personas del mundo, ya que “el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).
Cuando vemos que los líderes, que parecen ser poderosos titanes del ámbito político, amenazan o se embarcan directamente en conflictos, no debemos temer ni resentirnos. Esto es cierto incluso cuando podemos sentirnos frustrados o molestos por los acontecimientos humanos. De hecho, como nos dice poderosamente el apóstol Pablo, nuestra verdadera ciudadanía eterna sirve al Rey de reyes, ¡quien volverá a esta Tierra con un poder que cambiará el mundo! (Filipenses 3:20).
Pero por el momento no somos más que frágiles seres humanos, sujetos a las fuerzas de la inflación, la injusticia política, la presión económica y de todo tipo. Cuando nuestros recursos económicos disminuyen o nos preocupamos por la comida y otras necesidades de la vida, es fácil apartar los ojos de nuestro propósito espiritual y de nuestra meta de parecernos más a Jesucristo.
¿Qué debemos hacer?
Durante el ministerio de Jesucristo, nuestro Salvador entregó consejos vitales que siguen vigentes a pesar de los siglos transcurridos. En cierta ocasión, “juntándose por millares la multitud” para escucharlo (Lucas 12:1), Jesús se dirigió primera y directamente a sus discípulos. Les explicó la importancia de ser “ricos para con Dios”. Después de un breve discurso a la multitud sobre lo que es importante en la vida (Lucas 12:13-21), Jesús volvió a instruir en privado a sus discípulos. Lo que les enseñó tiene una importancia fundamental para nosotros hoy, como discípulos del siglo XXI.
A partir del versículo 22 de Lucas 12, Jesús explicó detalladamente por qué sus discípulos no debían preocuparse por los asuntos de este mundo; dijo que de hecho, ni siquiera debían preocuparse por las necesidades físicas terrenales. Como él enseñó: “La vida tiene más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa” (Lucas 12:23, Nueva Versión Internacional). Después de hablar de cómo Dios alimenta incluso a los cuervos, aves que no son físicamente atractivas y que a menudo son una molestia, Jesús exclamó tiernamente: “¡Cuánto más valen ustedes que las aves!” (v. 24, NVI).
Enseguida Jesús les hizo dos profundas preguntas para enfatizar su punto: “¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?” (v. 25, NVI). Uno puede imaginarse a los discípulos mirándose unos a otros con perplejidad, como si reconocieran: “¡Claro que no, ninguno de nosotros puede hacer eso!”
A continuación, Jesús pone en un profundo contexto la verdadera impotencia de la vida humana: “Ya que no pueden hacer algo tan insignificante, ¿por qué os preocupáis por lo demás?” (v. 26, NVI).
“¿Algo tan insignificante?” Esta es una afirmación en la que vale la pena pensar y meditar detenidamente. ¿Por qué cosas debemos preocuparnos o angustiarnos? Jesús nos insta a pensar en el poder y el propósito de Dios tal como aparece en la naturaleza.
“Miren cómo crecen los lirios. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni siquiera Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Y, si dios cuida de manera tan maravillosa a las flores que ahora están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe?” (vv. 27-29, Nueva Traducción Viviente).
Jesús vuelve a poner nuestra vida humana en contexto, señalando que Dios mismo sabe lo que necesitamos para vivir: “No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades” (vv. 29-30, NTV).
Nuestro Salvador nos dice que en lugar de preocuparnos por los asuntos cotidianos, incluida la ansiedad por el impacto que puedan causarnos los acontecimientos mundiales, debemos tener un enfoque diferente: “Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten” (v. 31, NTV).
Cuando leemos u oímos hablar de misiles hipersónicos, de maquinaciones políticas mundiales que presagian la destrucción e incluso un posible colapso global, tal vez anunciando acontecimientos temibles que sabemos que finalmente conducirán a un tiempo de “gran tribulación”, ¿qué nos dice Jesús que hagamos?: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, levántense y alcen la cabeza, porque se acerca su redención” (Lucas 21: 28).
En los días venideros, aferrémonos con confianza al precioso conocimiento de que nuestro Dios es un Dios que tiene un plan y “controla el curso de los sucesos del mundo”. Y recuerde, lo que nosotros consideramos imposible, para Dios es “algo tan insignificante”.
Estoy agradecido por su fe y oro constantemente por ustedes. Por favor, oren por nosotros y por los demás hermanos. Como ya dije, “levántense y alcen la cabeza, porque se acerca su redención”. Agradezcamos que Dios nos haya mostrado cómo va a resultar todo finalmente.
En servicio a Cristo,