Lo que dice la Biblia en cuanto a ser un padre virtuoso
En el Día del Padre, mi hija menor me regaló una tarjeta que me hizo derramar lágrimas. Me agradecía por haberla guiado con consejos sabios y apoyo hasta convertirse en adulta, y me dijo que era el mejor padre de todos los tiempos. Pero no me siento “El mejor padre”. Quiero ser un buen padre, pero siento que para serlo aún debo superarme en muchos aspectos.
Proverbios 4:1-4 señala el hecho significativo de que son nuestros padres quienes nos enseñan. “De tal palo, tal astilla”, solemos decir. Ni mi abuelo ni mi padre sabían algo de Dios o de la Biblia. Pertenecían a una generación fuerte y silenciosa. No recuerdo ningún consejo especial de ninguno de los dos, salvo que en nuestras partidas familiares de dominó mi abuelo comentaba: “El que anota el puntaje es el que gana”.
Nunca dudé del amor que mi abuelo y mi papá sentían por mí. Ambos eran un gran ejemplo de lo que es trabajar duro y ser buenos proveedores para la familia, y esperaban que nos fuera bien en la escuela. Después de la jornada escolar trabajábamos juntos en el negocio familiar de lavandería y limpieza en seco, y nos trataban como personas responsables y dignas de confianza. Mis tres hermanas y yo llegamos a tener vidas estables y exitosas y matrimonios felices. Mis padres respetaron mi decisión de formar parte de la Iglesia de Dios desde que cursaba mi penúltimo año de secundaria.
Ahora, a los 73 años, miro hacia atrás y hubiera querido enseñarles a mis hijos en forma más verbal. En vez, usé principalmente el buen ejemplo como medio de enseñanza, especialmente en los campamentos y las actividades juveniles, que esperaba que apreciaran y de las que pudieran aprender como yo aprendí. Ojalá me hubiera esforzado más en hacer estudios bíblicos familiares, porque con el tiempo hubiera podido aprender a hacerlos más interesantes y motivadores.
En Hebreos 12:10 hay una afirmación muy interesante sobre los padres humanos: “Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron” (Nueva Traducción Viviente en todo este artículo a menos que se indique lo contrario). Cuando admitimos que probablemente nosotros habríamos hecho lo mismo en las circunstancias que otros afrontaron, podemos ver lo mejor en ellos.
La mejor estrategia para ser un padre virtuoso
Dios creó a la familia para que fuera el núcleo de su plan de salvación. Si usted es soltero, dedíquese pacientemente a esperar en Dios y a buscar consejos sabios hasta encontrar a la que será su esposa y la madre de sus hijos. Si está casado, trabaje junto a su esposa, guiándola para que juntos busquen la orientación de Dios en todos los asuntos de la crianza de los hijos a fin de “criarlos con la disciplina y la instrucción que provienen del Señor” (Efesios 6:4). Una esposa sabia puede ayudar a que el padre evite la tendencia masculina de “[hacer] enojar a sus hijos” (Efesios 6:4).
El siguiente dicho es muy sabio: “Lo mejor que un hombre puede hacer por sus hijos es amar a la madre de ellos”. Esta cita se atribuye a Abraham Lincoln o a Theodore Hesburgh, pero es una verdad bíblica que la prioridad de un padre tiene que ser Dios, y luego la relación con su esposa. Los padres virtuosos son la clave para criar hijos con buenos valores, que honren a sus padres y que ojalá, con el tiempo, también lleguen a amar a Dios su Padre.
Ruegue, aliente e insista
En 1 Tesalonicenses 2:11-12, Pablo escribe: “Y saben que tratamos a cada uno como un padre trata a sus propios hijos. Les rogamos, los alentamos y les insistimos que lleven una vida que Dios considere digna. Pues él los llamó para que tengan parte en su reino y gloria”. La Nueva Versión Internacional dice: “Los hemos animado, consolado y exhortado a llevar una vida digna de Dios”.
El esfuerzo que se invierte en educar a una familia digna de Dios debiera animar a los padres, puesto que, a pesar de las dificultades económicas a lo largo de los años, él provee para nuestras necesidades (Filipenses 4:19). Pablo dijo que “son los padres quienes mantienen a los hijos. Con gusto me desgastaré por ustedes y también gastaré todo lo que
tengo . . .” (2 Corintios 12:14-15). La alegría de los hijos es la verdadera riqueza a la que debemos apuntar.
Y “apuntar” es una idea apropiada, porque Dios dice: “Los hijos son un regalo del Señor . . . una recompensa . . . como flechas en manos de un guerrero. Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos” (Salmos 127:3-5). Un padre necesita las habilidades que enseña la Biblia y también experiencia para guiarlos hacia el blanco.
Preste atención a cómo nos trata Dios, nuestro Padre
Note lo que dice Hebreos 12:5-7: “¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? . . . Pues el Señor disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo. ¿ Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre?”.
“El Señor es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen. Pues él sabe lo débiles que somos; se acuerda de que somos tan solo polvo” (Salmos 103:13-14).
Todos los hijos son diferentes y se debe trabajar con ellos de manera individual para apoyar sus necesidades y personalidades. Una de las mejores formas en que un padre sabio puede llegar a conocer a sus hijos es leyéndoles y compartiendo actividades. Valoro mucho que mi padre dedicara tiempo para jugar al béisbol conmigo cuando llegaba a casa cansado del trabajo y con ganas de cenar. Muchos fines de semana llevaba a toda la familia a pasear en lancha y a hacer esquí acuático en un lago cercano. Pero, sin duda, ¡la sorpresa más grande y encantadora que me llevé fue ver a mi padre vestido de traje en mi graduación de secundaria!
Ejemplifique y enseñe todo el libro de los Proverbios
El libro de los Proverbios es la instrucción de un padre a su hijo (Proverbios 1:4, 8).
Proverbios 3:12 establece un punto fundamental: un padre es más eficaz si se complace en su hijo, en lugar de lamentarse. “Hago esto porque te amo” tiene sentido para ellos si saben que eso es lo que usted quiere decir. Mi padre y mi abuelo nunca me dijeron que me amaban, pero yo sabía que esa era la realidad. Decir “te quiero” y abrazar no es algo natural para mí, pero un padre debe decirlo y hacerlo a menudo porque facilita las cosas y es maravilloso para su esposa e hijos.
Proverbios 22:6 es el proverbio clásico para animar a un padre: “Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán”. Si ha experimentado el desencanto (o la culpa) de que sus hijos se hayan ido de la Iglesia, confíe en que su Padre celestial los guiará para que se cumpla su plan de “un futuro y una esperanza” para ellos en el momento justo (Jeremías 29:11). Ojalá hayan recibido la bendición que los ministros imparten a los niños siendo aún pequeños. Nunca se dé por vencido con ellos y continúe desarrollando su valiosa relación.
Gracias a que usted es miembro de la Iglesia de Dios, El Eterno considera a sus hijos santos y apartados (1 Corintios 7:14; Hechos 2:39). Usted puede hacer todo lo posible para guiarlos por el camino de Dios, pero no puede responder por el llamamiento que Dios les hace a ellos. Deben decidir por sí mismos aceptar su invitación y buscar el Reino de Dios y su justicia; pero gracias a que usted asumió el reto de tener hijos, ¡ellos tienen esta formidable oportunidad!
¡Busquemos a nuestro amoroso Padre celestial y las instrucciones que nos dejó en su Palabra! Si lo honramos, como instruye el quinto mandamiento, es más probable que nuestros hijos nos tengan por dignos y elijan adorar al Dios hacia el que los hemos encaminado.
No hay duda de que ser un padre virtuoso es un gran reto. ¡Luchemos por lograrlo! EC