La primera visita de una persona nueva a los servicios sabáticos
¿Cómo hacer que las personas nuevas en la Iglesia se sientan bienvenidas? ¿Se acerca usted a ellas y se presenta? ¿Evitamos usar un vocabulario que no entienden durante este tipo de conversaciones, y nos enfocamos a cambio en el amor de Dios?
En su carta a los miembros el 16 de noviembre de 2017, Víctor Kubik hizo las siguientes preguntas: “Hemos hablado sobre el fenómeno de la gente que asiste a nuestros servicios pero deja de hacerlo después de solo unas cuantas visitas. ¿Por qué sucede esto? ¿Estamos fracasando en algún aspecto? ¿Será que las ahuyentamos con nuestro lenguaje propio de la Iglesia o que nos demoramos mucho en integrarlas a nuestra comunidad?”
Creo sentirme capaz de responder a estos interrogantes.
Entré a mi primera congregación de la Iglesia de Dios Unida en la primavera de 2016, sin saber nada sobre Herbert Armstrong ni la Iglesia de Dios Universal. Dios me guió a la Iglesia. Descubrí primero la verdad acerca del sábado y, después de haber estudiado y adorado a Dios por mi cuenta durante muchos meses, sentí la necesidad de encontrar al pueblo de Dios. El camino que me llevó a la IDUai no fue fácil: la Iglesia era difícil de localizar, aun cuando Dios mismo estaba iluminando mi sendero.
Mi búsqueda en Internet de iglesias que guardaran el sábado arrojó solo dos listados, y ambos eran de congregaciones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Asistí a una de ellas aproximadamente por un mes, hasta que me di cuenta de que esta organización había adoptado la Trinidad. Para mi sorpresa, la mayoría de los miembros ni siquiera estaban al tanto de que su doctrina oficial ahora incluía la Trinidad, ni entendían sus raíces paganas. Lamentablemente, llegué a la conclusión de que no podía seguir con ellos ni ser bautizada en esta denominación. Así, me retiré de ella y fui en búsqueda del remanente de Dios. ¡Tenía mucho miedo de ser la única que sabía la verdad!
Debido a que mi extensa investigación se había centrado en iglesias que guardaran el sábado, concluí que no iba a poder encontrar al pueblo de Dios de esa manera. Después de mucho orar, se me ocurrió buscar al “pueblo de Dios”. Escribí en la barra buscadora “¿Dónde está el pueblo de Dios?”, y presioné el botón de búsqueda.
Como los resultados de búsqueda de cada persona son diferentes, no sé qué les aparecerá en la pantalla a otros, pero mis resultados me mostraron una página muy sencilla con un texto en blanco y negro que decía: “Estas son las características de la Iglesia de Dios”. A medida que fui leyendo las treinta y tantas características, observé que cada una de ellas calzaba con mi entendimiento de la verdad, ¡y que no había tal cosa como la Trinidad! Rápidamente me adelanté hasta el final de la página para ver si podía encontrar al autor. El enlace abajo solamente decía: “Iglesia de Dios”, y la verdad es que solté una carcajada. “No hay ninguna Iglesia de Dios”, me dije. “Solamente en la Biblia existe una ‘Iglesia de Dios’”. Pero igual hice clic en el enlace, que me llevó al sitio web principal de la Iglesia de Dios Unida.
Aquella noche pasé varias horas en el sitio de la IDUai leyendo sobre sus creencias doctrinales y escuchando uno o dos sermones. Todo parecía estar de acuerdo con lo que, según yo, era la verdad. Así que hice clic en “Congregaciones”, pero no sin algo de duda. Supuse que la congregación más cercana se hallaría a más de 400 km, pero me equivoqué. ¡Solo estaba a media hora de distancia! La noche que hice este descubrimiento era jueves; pasé esa noche, todo el viernes y hasta el viernes en la noche preguntándome cómo sería la Iglesia. Tenía cierta imagen en mi mente: sería un lugar colmado de gozo y celo [por las cosas de Dios]. Después de todo, ¡estos eran los elegidos de Dios! ¡Su pueblo escogido! Me pregunté si conocía a alguno de ellos.
El sábado en la mañana estaba tan emocionada, que esperaba con ansias el momento de conocerlos a todos; pero para cuando llegué al pequeño edificio donde se llevaban a cabo los servicios, me habían invadido otras dos emociones: temor y duda. ¿Qué pasaría si esta iglesia era igual que las demás? ¿Qué pasaría si también tenía graves errores doctrinales? ¿Adónde iría entonces? Me estacioné un poco lejos de la puerta y me senté en mi auto por unos quince minutos, observando a quienes ingresaban al edificio. Finalmente los escuché cantar, y me armé de valor para entrar.
Muchos miembros de la IDU han estado en la Iglesia por muchos años, y otros han crecido en ella. Creo que para los primeros debe ser muy difícil recordar lo que se siente asistir a la Iglesia por primera vez. Y para quienes han crecido en ella, debe ser imposible explicar lo que es vivir en un mundo que carece de la luz de la verdad. El mundo se ha vuelto mucho más sombrío desde los días del Sr. Armstrong, y está siendo cada vez más difícil encontrar el sendero correcto. ¡Por lo tanto, el hecho de que uno de estos hermanos perdidos encuentre el camino hasta la entrada de nuestra Iglesia debe ser motivo de gran celebración!
He escrito una guía sencilla desde la perspectiva de alguien que se hallaba en el umbral hace muy poco tiempo atrás:
Guía para dar la bienvenida a los visitantes de la IDU
Sea amable y cordial: Se requiere valentía para cruzar la puerta de una congregación de la IDU por primera vez. La mayoría de nuestros edificios no parecen una iglesia convencional, y es difícil para alguien nuevo pasar desapercibido porque hay bastante menos gente que en las iglesias del mundo. La música, las oraciones y los mensajes son desconocidos. En cuanto a las Biblias, el hecho de tomar notas y portar maletines también son conductas atípicas a ojos de un visitante, quien probablemente ni siquiera lleva una Biblia. Lo que él está buscando es un grupo de personas que reflejen y demuestren el amor y el carácter de Dios, y el fruto del Espíritu. Cuando Dios llama a las personas, la mayoría de ellas deja atrás iglesias grandes y acogedoras, amigos y familiares. Por lo tanto, sea amable y servicial y siéntase feliz de que uno de los hijos de Dios haya encontrado el camino a casa.
Actúe con tacto y delicadeza: Recuerde que el visitante tal vez acaba de salir del engaño del mundo. Quizás acaba de descubrir que se le mintió respecto al sábado, el cielo, el infierno, los festivales del mundo, los mandamientos de Dios y otras verdades bíblicas. Es posible que todavía tenga vestimentas, lenguaje, relaciones y hábitos mundanos. Este no es el momento de confrontarlo en cuanto a su hábito de fumar, sus tatuajes, cómo se viste, su conocimiento (o la falta de él) respecto a las fiestas bíblicas, el diezmo y los otros requisitos de Dios. ¡Puede que recién se esté dando cuenta de las dramáticas implicancias de guardar el día sábado! Hasta que no sienta el amor y la aceptación de la familia de Dios, el agregarle más carga de la que ya tiene puede ser demasiado para él.
Hágalo sentirse parte de la congregación: Escuche al visitante y comparta con él su historia de cómo llegó a la Iglesia. Invítelo a su casa para el sábado siguiente. Rodéelo de un grupo de personas con las cuales pueda tener cosas en común. Mantenga las conversaciones livianas y positivas. Comparta su gozo y obséquiele material de lectura si pregunta sobre ciertos temas. Entréguele un calendario de las actividades, eventos sociales y comidas en grupo que se aproximan. Dele su número telefónico y dirección de correo electrónico para que lo contacte en caso de tener alguna pregunta. (No le pida su información personal a menos que él se la ofrezca). A veces es difícil para una persona nueva saber cómo participar. Trátela como un nuevo miembro de la familia que acaba de casarse con su hijo o hija. Invítela a diferentes actividades, comparta con ella las Escrituras, muéstrele cómo encontrar cosas en nuestro sitio web, ayúdele a inscribirse en nuestra página de Internet, pregúntele si tiene algún talento especial que quisiera compartir. Apóyela durante el proceso de alejarse del mundo, ¡y llénese de gozo! ¡Dios acaba de enviarnos a otro miembro de su familia!
Trabaje con el poder del Espíritu Santo: Un nuevo visitante ha tenido la ayuda del Espíritu Santo para traerlo a la Iglesia, pero hasta que se bautice no podrá superar fácilmente las cosas mundanas. Por esta razón, es posible que desee bautizarse lo antes posible. Tome en serio su solicitud y recuerde que hasta que el Espíritu Santo no esté operando en él, no podrá recibir plenamente la Palabra ni vencer sus antiguos hábitos. Su pastor sabrá cuándo es el momento apropiado para bautizarlo, pero sea tolerante y comprensivo frente a sus errores hasta que se lleve a cabo el bautismo, y también después.
Muestre empatía: Rechazar los festivales mundanos y adoptar los días santos bíblicos es algo muy difícil para un miembro nuevo de la familia de Dios. Es particularmente difícil dejar de lado las costumbres navideñas, porque el adversario ha entretejido eficazmente este festival con los conceptos de amistad, familia, celebraciones y alegría. Cuando yo me sentaba alrededor del árbol de Navidad a cantar villancicos, nunca se me pasó por la mente que esta festividad fuera pagana. Para mí, era la celebración del nacimiento de Jesucristo, nuestro Salvador. Las Escrituras registran la historia del nacimiento de Jesucristo; este acontecimiento es parte de los evangelios por alguna razón, y esto es lo que un nuevo miembro recuerda cuando celebra Navidad, no los elementos paganos. Por el contrario, las fiestas santas son difíciles de entender porque tradicionalmente se les considera festivales judíos y prácticas del Antiguo Testamento que no se aplican a nuestros tiempos. Toma tiempo entender los múltiples significados de las fiestas y cómo son una sombra de las cosas por venir. Un nuevo miembro observa a los demás que le rodean para saber cómo observarlas de manera adecuada. Debemos reflejar esa perfecta actitud de amor, gozo y de “regocijarse grandemente” en la Fiesta de los Tabernáculos, y de introspección y servicio mutuo en la Pascua.
No se enfoque en el pasado: Todos sabemos lo que se siente al iniciar una nueva relación con alguien que habla constantemente de otras relaciones pasadas. Enfóquese en los logros y cosas positivas de la Iglesia de Dios Unida y evite hacer comentarios negativos. Este es un tiempo para celebrar y compartir las maravillas del plan de Dios con esta nueva persona que está tan ansiosa por aprender la verdad.
Comparta la misión: Comparta con la nueva persona la verdad de su extraordinaria misión; explíquele que estamos aprendiendo cómo ser maestros y líderes –reyes y sacerdotes– en el Reino de Dios. El rol principal de todas las personas, hombres y mujeres, es el de aprender tanto como les sea posible acerca de la Palabra de Dios y sus caminos para poder enseñar a quienes entren a la Iglesia ahora, y para llevar a la luz de la verdad de Dios a los sobrevivientes de la tribulación venidera. Todas las otras metas y ocupaciones mundanas palidecen en comparación. Compartir la verdad con un nuevo creyente produce gran satisfacción, porque nos fortalece y refresca nuestra perspectiva para enseñarle a otra persona, y el Espíritu se llena de gozo cuando compartimos la Palabra con los demás.
Dios mediante, habrá muchos visitantes cruzando los umbrales de nuestros lugares de reunión en los días y años venideros, pero vendrán en el momento apropiado. Espero y ruego que la Iglesia esté lista para recibirlos. EC
Katherine Larson asiste a la congregación de Ann Arbor, Michigan, Estados Unidos.