La Pascua Florida: Sustituto de una verdad bíblica

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La Pascua Florida

Sustituto de una verdad bíblica

A diferencia del público en general, para el cual la Navidad es el festival religioso más importante de la cristiandad, muchos teólogos consideran que la Pascua Florida y Semana Santa son las celebraciones más relevantes de todas por­que conmemoran la resurrección de Jesús.

Tal como sucede con la Navidad, encon­tramos que las costumbres populares aso­ciadas con la celebración de la Pascua Flo­rida y Semana Santa –conejos, búsqueda de huevos de Pascua y servicios al amane­cer– no tienen nada que ver con el registro bíblico de la vida de Cristo, en este caso, su resurrección de entre los muertos.

¿Dónde se originaron estas prácticas, en­tonces?

The Encyclopaedia Britannica [Enciclope­dia británica] nos dice: “En la Navidad, al igual que en la Pascua Florida, las costum­bres populares reflejan muchos vestigios paganos antiguos, en esta instancia, vincu­lados con los ritos de fertilidad de la prima­vera, como los símbolos del huevo de Pas­cua y el conejo de Pascua” (Decimoquinta edición, Macropaedia, vol. 4, p. 605, “Church Year” [Año de la iglesia]).

La palabra Easter [Pascua, en inglés] apa­rece una sola vez en la versión en inglés King James de la Biblia, en Hechos 12:4, y es una mala traducción. Intelectuales y obras de referencia de gran reputación señalan que la palabra Easter en este versículo pro­viene de la palabra griega pasca, que signifi­ca Pascua. Algunas traducciones modernas traducen esta palabra correctamente como “Pascua”, y, de hecho, la versión King James lo hace así en otros versículos (vea Mateo 26:2-19; Marcos 14:12; 1 Corintios 5:7).

Note lo que dice el Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamen­to Exhaustivo de Vine del término Easter y Pascua: “La Fiesta de la Pascua celebrada por los cristianos en tiempos posapostóli­cos era una continuación de la fiesta judía, pero no fue instituida por Cristo ni estaba relacionada con la cuaresma. . . . La fiesta pagana en honor a la diosa de la primave­ra, Eástre (otra forma del nombre Astarté, uno de los títulos de la diosa caldea, la reina del cielo), era totalmente distinta de aque­lla Pascua; sin embargo, la fiesta pagana se introdujo en la religión apóstata occidental como parte del intento de adaptar las fies­tas paganas en el seno de la cristiandad. Por cierto que en inglés recibe el nombre de Easter, derivado de Eástre, lo que evidencia el verdadero origen pagano de la llama­da ‘Pascua cristiana’, que no coincide en el tiempo con la Pascua judía” (1999, pp. 637- 638, “Pascua”, edición en línea).

La antigua historia de la Pascua Florida y Semana Santa

Las raíces de la celebración de la Pascua Florida y Semana Santa se remontan a mu­cho antes de la vida, muerte y resurrección de Cristo. Varias costumbres de la Pascua Florida pueden rastrearse hasta ciertas an­tiguas celebraciones de la primavera que giraban en torno a Astarté, la diosa de la primavera y la fertilidad. La Biblia se refiere a ella como “Astoret [,] ídolo abominable de los sidonios” (2 Reyes 23:13) y, además, se­gún menciona Vine, como “la reina del cie­lo”, cuya adoración fue condenada por Dios (Jeremías 7:18; 44:24-28).

Francis Weiser, profesor de filosofía en la Universidad de Boston, aporta los siguien­tes detalles: “El origen del huevo de Pascua está basado en la tradición de la fertilidad de las razas indoeuropeas . . . El conejo de Pascua debe su origen a una tradición pre­cristiana de la fertilidad. La liebre y el conejo eran los animales más fértiles que nuestros ancestros conocían, y servían como sím­bolos de una nueva y abundante vida en la temporada de la primavera” (Handbook of Christian Feasts and Customs [Manual de fiestas y costumbres cristianas], 1925, pp. 233, 236).

Los ritos y costumbres de la fertilidad fueron incorporados a las prácticas religio­sas a principios de la historia. Después que Adán y Eva rechazaran a Dios en el huerto de Edén (Génesis 3), la humanidad buscó otras explicaciones acerca de la vida. Tanto las fuerzas de la naturaleza como las esta­ciones que no podían ser controladas co­menzaron a ser consideradas dioses, diosas y poderes sobrenaturales que debían ado­rarse y temerse. Al poco tiempo el hombre comenzó a inventar sus propios dioses, contradiciendo así la instrucción de Dios en contra de la idolatría (Éxodo 20:3-6; Deute­ronomio 5:7-10).

“Las naciones paganas establecieron es­tatutos o imágenes para representar a los poderes que adoraban. La mayoría de estos ídolos tenían forma de animales o seres hu­manos. Pero a veces los ídolos representa­ban los poderes celestiales, como el sol, la luna y las estrellas; fuerzas de la naturaleza, como el mar y la lluvia; o fuerzas de la vida, como la muerte y la verdad. . .

“Con el tiempo se desarrolló un com­plejo sistema de creencias en tales fuerzas naturales. Cada civilización y cultura tenía su propia estructura mitológica, pero estas con frecuencia eran similares. Los nombres de los dioses podían ser diferentes, pero sus funciones y acciones eran por lo general las mismas. Uno de los mitos más prominentes que cruzó barreras culturales fue el del ciclo de la fertilidad. Muchas culturas paganas creían que el dios de la fertilidad moría cada año durante el invierno, pero volvía a rena­cer cada año en la primavera. Los detalles diferían entre culturas, pero la idea princi­pal era la misma” (Nelson’s New Illustrated Bi­ble Dictionary [Nuevo diccionario ilustrado de la Biblia de Nelson], 1995, “Gods, Pagan” [Dioses, Paganos], p. 508).

En la mitología pagana, el sol representa­ba vida. El sol supuestamente moría cerca del solsticio de invierno, el día más corto del año. Complementando el renacimiento del sol, se llevaban a cabo ritos de fertilidad en la primavera, cuyos símbolos se abrieron camino a lo largo de las celebraciones de la Pascua Florida.

Además de los conejos y huevos, otra cos­tumbre popular de la Pascua Florida tam­bién tiene orígenes precristianos: “También popular entre europeos y estadounidenses es el jamón, porque el cerdo se conside­raba un símbolo de fortuna en la cultura europea precristiana” (The Encyclopedia of Religion [Enciclopedia de la religión], 1987, p. 558, “Easter” [Pascua Florida]).

Ritos sexuales en culturas antiguas

Los antiguos ritos de fertilidad giraban en torno a la inmoralidad sexual y la per­versión pública. A lo largo de la Biblia hay referencias de estos ritos bajo una variedad de nombres y descripciones.

La diosa de la fertilidad babilonia y asiria era Ishtar, de la cual derivan los nombres As­tarté y Astoret y muy posiblemente la Eastre anglosajona o la Ostara germánica, diosa de la primavera, de donde proviene la pala­bra Easter [Pascua Florida en inglés] y tam­bién la palabra este, que indica la dirección del amanecer).

Ishtar simbolizaba a la Madre Tierra en los ciclos naturales de fertilidad en la Tie­rra. Se crearon muchos mitos en torno a esta deidad femenina, la diosa del amor, y la práctica de los rituales de prostitución se propagó mediante el culto a la fertilidad dedicado a su nombre.

“Los templos de Ishtar tenían muchas sa­cerdotisas, o prostitutas sagradas, quienes representaban simbólicamente los ritos de fertilidad del ciclo de la naturaleza. Ishtar ha sido identificada con la Astarté fenicia, la semítica Astoret, y la Inanna sumeria. Fuer­tes similitudes existen además entre Ishtar y la Isis egipcia, la Afrodita griega, y la Venus romana.

“Asociada con Ishtar estaba el joven dios Tamuz (Ezequiel 8:14), considerado tanto divino como inmortal. En la mitología ba­bilonia, Tamuz moría anualmente y renacía año tras año, representando el ciclo anual de las estaciones y cosechas. Esta creen­cia pagana luego fue identificada con los dioses paganos Baal y Anat en Canaán” (Nelson’s New Illustrated Bible Dictionary, p. 509). Se creía que Ishtar era quien causa­ba el renacimiento y resurrección de Tamuz en la primavera, coincidiendo con el florecimiento de la naturaleza.

A lo largo del Antiguo Testamento, Dios expresó su enojo con su pueblo cuando este sirvió a estos dioses falsos (Jueces 2:13-14; 10:6-7; 1 Reyes 11:5-11; Ezequiel 8:14-18).

La Pascua Florida no era parte de la adoración de la Iglesia primitiva

El Nuevo Testamento no menciona una celebración de Pascua Florida y Semana Santa. Los primeros cristianos no tenían nada que ver con estas. En vez, ellos guarda­ban la Pascua, instituida por Dios siglos an­tes en el tiempo del Éxodo (Éxodo 12:13-14; Levítico 23:5). Jesucristo personalmente guardó este festival (Mateo 26:17-18) y le dio un significado más claro bajo el nuevo pacto cuando instituyó los símbolos del pan y el vino por su cuerpo flagelado y su sangre derramada, representando su su­frimiento y muerte por nosotros (Mateo 26:26-29). Él es el Cordero de Dios, ofreci­do como el verdadero sacrificio de la Pas­cua por los pecados del mundo (Juan 1:29; 1 Corintios 5:7).

Jesús les dijo a sus seguidores que con­tinuaran esta observancia en conmemora­ción de él y su muerte (1 Corintios 11:23-26). Sin embargo, al poco tiempo se comenzó a ejercer presión para reemplazar la Pascua con las costumbres populares de la Pascua Florida. Este movimiento fue la base de mu­cha contención por los próximos tres siglos.

Note cómo The Encyclopaedia Britannica describe este período: “Los primeros cristia­nos celebraban la Pascua del Eterno al mis­mo tiempo que los judíos, durante la noche de la primera luna llena en el primer mes de la primavera (Nisán 14-15). Para mediados del segundo siglo, la mayor parte de las iglesias había transferido esta celebración al domingo que caía después de la fiesta judía. Pero ciertas iglesias en Asia Menor se aferraron a la costumbre antigua, por lo cual fueron denunciadas como ‘judaiza­doras’ (Eusebio, Ecclesiastical History [His­toria eclesiástica], libro 5, capítulos 23-25). El primer Consejo Ecuménico de Nicea en 325 decretó que todas las iglesias debían observar la fiesta al mismo tiempo y en un día domingo” (Décimoquinta edición, Ma­cropaedia, vol. 4, pp. 604-605, “Church Year” [Año de la Iglesia]).

“Después de largas y ardientes contro­versias con respecto a la fecha (la cual es gobernada por el calendario lunar), la fe­cha de la Pascua Florida establecida por el Concilio de Nicea en 325 es el primer do­mingo después de la luna llena que sigue al equinoccio de primavera. La Pascua Florida se convirtió en el centro de una estructura litúrgica fija de tiempos y festivales en el año de la iglesia” (ibid., p. 499, “Christianity” [Cristianismo]).

Presión en contra de la Pascua bíblica

¿Por qué fue reemplazada la Pascua por la Pascua Florida?

A pesar de que la Pascua Florida clara­mente tiene un origen pagano, los lideres cristianos de los primeros dos siglos des­pués de la crucifixión de Cristo utilizaron la misma filosofía para establecer este nuevo día festivo que posteriormente emplearon para la Navidad. En la convicción de que la gente es libre de escoger sus propios tiempos y costumbres de adoración, gra­dualmente fueron reemplazando la Pascua bíblicamente ordenada, por su celebración de diseño humano, la Pascua Florida.

Era más fácil atraer a adoradores paga­nos al cristianismo y mantener su devoción si asociaban el tiempo de la festividad de la resurrección de la primavera de las mis­teriosas religiones paganas con la resurrec­ción de Cristo.

El prejuicio antijudio también parece ha­ber sido un factor importante que influyó en la decisión de los líderes de hacer tales cambios. Según R.K. Bishop: “El temprano desarrollo de la celebración de la Pascua y las disputas relacionadas con el calendario eran en gran parte el resultado del intento del cristianismo de emanciparse del judaísmo. El domingo ya había reemplazado al sábado judío a comienzos del segundo si­glo, y a pesar de los esfuerzos [de las iglesias cristianas] en Asia Menor para mantener la fecha de la Pascua judía [es decir, la verda­dera Pascua] el 14 de Nisán (de donde pro­viene el apodo de cuartodecimanos que se les dio a los primeros cristianos por guardar la Pascua en la víspera del día “decimocuar­to” ), el Concilio de Nicea adoptó para [la ce­lebración de] la Pascua Florida el domingo anual después de la luna llena que seguía al equinoccio de primavera (21 de marzo)” (Walter Elwell, editor, Evangelical Dictionary of Theology [Diccionario evangélico de teología], 1984, “Easter” [Pascua Florida]).

Antes del año 70 d. C., el cristianismo era “considerado por el gobierno romano y por la mayoría de la gente como una rama de la religión judía” (Jesse Lyman Hurbult, The Story of the Christian Church [La historia de la iglesia cristiana], 1954, p. 34). El cristia­nismo y el judaísmo compartían los días de las fiestas, a pesar de que los cristianos los observaban con significados adicionales in­corporados por Jesús y los apóstoles.

Sin embargo, las dos rebeliones judías en contra del Imperio romano, en 64-70 y 132-135 conllevaron a una persecución ge­neralizada de los judíos y a la supresión de las prácticas religiosas judías. Los judíos in­cluso fueron expulsados de Jerusalén, pro­hibiéndoseles regresar bajo amenaza de muerte. A medida que la presión aumentó, algunos cristianos comenzaron a abando­nar ciertas creencias y prácticas que eran percibidas como demasiado judías. Con el tiempo, muchos abandonaron su sábado semanal de descanso y adoración en favor de la adoración en el día domingo, el día pagano del sol, como también la Pascua en favor de la Pascua Florida y Semana Santa, para distanciarse de los judíos.

The New Catholic Encyclopaedia (Nueva enciclopedia católica) explica: “Original­mente, ambas observancias [la Pascua y la Pascua Florida] eran permitidas, pero gra­dualmente comenzó a parecer incongruen­te que los cristianos celebraran la Pascua Florida durante una fiesta judía, y se hizo un llamado de unidad para celebrar la princi­pal fiesta cristiana” (1963, vol. 5, p. 8, “Easter Controversy” [La controversia de la Pascua Florida]).

Debate acerca de la Pascua bíblica y la Pascua Florida

La aceptación de la Pascua Florida en fa­vor de la Pascua bíblica no se produjo sin resistencia. Dos líderes religiosos de media-dos del segundo siglo, Policarpo, obispo de Esmirna en Asia Menor, y Aniceto, obispo de Roma, debatieron este mismo punto.

Aniceto favorecía la Pascua Florida mien­tras que Policarpo, un discípulo del apóstol Juan, defendía observar “La Pascua cristiana en el 14 de Nisán, el primer mes del calen­dario eclesiástico judio, sin importar el dia de la semana” (The Encyclopaedia Britanni­ca, decimoquinta edición, Micropaedia, vol. 8, p. 94, “Polycarp” [Policarpo]).

Policarpo enseñaba la observancia de la Pascua tal como la Iglesia primitiva lo había hecho. Eusebio y Policarpo así lo hacían porque esta era la manera “puesto que siempre lo había observado, con Juan, discípulo de nuestro Señor, y con los de­más apóstoles, cuyas lecciones él escuchó” (Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, 1988, pp. 333). Estos cristianos del segundo siglo todavía seguían el ejemplo de Jesu­cristo al observar la Pascua (compare con 1 Corintios 11:1; 1 Pedro 2:21; 1 Juan 2:6).

Varias décadas después hubo otro líder de la iglesia en Asia Menor, Polícrates, quien debatió con Víctor, un nuevo obispo de Roma, acerca del mismo tema. Eusebio escribió acerca del continuo debate: “Por entonces surgió una controversia de gran importancia, porque las congregacio­nes de toda Asia, basándose en una antigua tradición, creían que se había de guardar el decimocuarto día de la luna para la fiesta de la pascua del Salvador; en ese día se or­denaba a los judíos ofrecer el cordero . . .

“Pero Polícrates se dirigía a los obispos de Asia, afirmando que era necesario guar­dar la antigua costumbre que se les había transmitido desde el principio. El propio Polícrates, en un escrito que dirige a Víctor y a la iglesia de Roma, refiere la tradición que les llegó, con los siguientes términos: ‘Noso­tros celebramos este día sin cambio alguno, sin añadir ni sacar nada. Pues en Asia tam­bién yacen . . . importantes luminarias, que resucitarán el día de la venida del Señor, en la que vendrá de los cielos con gloria en busca de todos los santos . . .

“‘Incluso está Juan, el que se hallaba re­costado sobre el pecho del Señor . . . Tam­bién Policarpo en Esmirna, obispo y mártir. Y Traseas . . . Sagaris . . . Papirio . . . Melitón. Todos estos conservaron el día de la deci­mocuarta luna como el de la pascua, de acuerdo con el Evangelio, y no realizaban ninguna transgresión, sino que seguían los cánones de la fe. También yo, Polícrates, el más pequeño de todos vosotros, sigo la tradición de mis parientes, a algunos de los cuales he alcanzado, pues habiendo sido siete parientes míos obispos, yo soy el octa­vo, y mis parientes siempre celebraron este día cuando el pueblo rechaza la levadura.

“‘Así pues, hermanos, yo, tras setenta y cinco años en el Señor, habiendo tratado con hermanos de todo el mundo y habien­do repasado toda la Santa Escritura, no me amedrento por los que intentan descon­certarme, pues aquellos que son más im­portantes que yo, han dicho: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres’” (pp. 331-332).

Lamentablemente, el razonamiento de la gente se impuso sobre las instrucciones de Dios y el ejemplo de Jesucristo y sus discípulos originales.

Un nuevo tema de adoración

La Pascua Florida reemplazó a la Pascua cristiana. No solo se escogió una nueva fe­cha (el domingo después del equinoccio de primavera en vez del 14 de Nisán ordenado en la Biblia), sino que además se introdujo un nuevo tema. En vez de conmemorar la muerte de Cristo como instruyen las Escri­turas (1 Corintios 11:26), el nuevo día festi­vo fue diseñado para celebrar su resurrec­ción. Este nuevo tema acomodó fácilmente los símbolos paganos de fertilidad. Ade­más, ayudó a marcar una diferencia entre la comunidad cristiana y los judíos, una gran meta para los líderes eclesiásticos de ese tiempo.

Y si bien la resurrección de Cristo es un importante apoyo a nuestra esperanza de que nosotros también podremos ser resu­citados (1 Corintios 15:17; Romanos 5:10), y fue algo crítico para la continuación del plan de salvación de Dios, Dios el Padre, Cristo ni las Escrituras nos instruyen explíci­tamente que celebremos este evento.

De hecho, el amor de Dios es expresa­do principalmente a toda la humanidad mediante la crucifixión de Jesucristo (Juan 3:16; Hebreos 9:28). Su muerte, a través de la cual nuestros pecados pudieron ser per­donados, es el tema medular de la Pascua, no su resurrección. Muchos de los detalles precisos de su muerte y los eventos que condujeron a esta fueron profetizados en las Escrituras hebreas cientos de años antes.

La decisión de Dios el Padre de entregar voluntariamente a su único Hijo engendra­do, y la de Jesucristo de someter su vida a la tortura y la ejecución como sacrificio por los pecados de la humanidad, fueron mu­cho más difíciles que la demostración del poder de Dios sobre la muerte por medio de la resurrección.

Por qué la humanidad necesita un Salvador

Pero aún hay más que considerar. La Bi­blia habla sobre el pecado y nuestra necesi­dad de ser perdonados y reconciliados con Dios (todo lo cual es el tema de la Pascua y Días de Panes sin Levadura que ordena la Bi­blia) con mucha más frecuencia que sobre la resurrección. En la versión Reina-Valera de la Biblia, la palabra pecado aparece 603 veces en comparación con la palabra resurrección, que solo se utiliza 48 veces. No olvide que el pecado fue la causa de la muerte de Cris­to, y que solo mediante el arrepentimien­to de nuestros pecados y la reconciliación con Dios por medio de la muerte de Cristo podemos asegurarnos de ser resucitados (Hechos 2:38; Juan 5:29, 11:25).

Esto no minimiza la importancia de la re­surrección de Cristo, porque ella también es un paso crucial en el proceso de salvación (1 Corintios 15). Después de ser reconcilia­dos con Dios el Padre por medio de la muer­te de su Hijo, somos hechos salvos gracias a la vida de Cristo ya que, como nuestro Sumo Sacerdote, él vive en nosotros por medio del Espíritu Santo, ayudándonos a superar el pecado (Romanos 5:10; Hebreos 4:14-16; 1 Juan 2:1; Gálatas 2:20). El proceso de nuestra redención del pecado es repre­sentado en la fiesta bíblica que tiene lugar inmediatamente después de la Pascua, la Fiesta de los Panes sin Levadura, durante la cual ocurrió la resurrección de Cristo.

Pero, reiteramos, la Biblia no instruye en ninguna parte que los cristianos deben lle­var a cabo una celebración especial de la resurrección de Cristo, ni tampoco hay un registro bíblico de que los primeros cristia­nos lo hayan hecho. Sí es claro que tanto Jesucristo como el apóstol Pablo espera­ban que los seguidores de Dios conmemo­raran su muerte sacrificial por nosotros en una ceremonia especial (Mateo 26:26-28; 1 Corintios 5:7, 11:23-28).

Sin embargo, la celebración de la Pascua Florida prevaleció. Aquellos que permane­cieron fieles al ejemplo de Cristo, guardan­do la Pascua y la Fiesta de los Panes sin Le­vadura, disminuyeron en número y fueron perseguidos por aquellos que favorecían la Pascua Florida.

Examinemos ahora cómo las tradiciones de este día festivo no logran calzar con el registro bíblico.

¿Resurrección la mañana del domingo?

La elección de una fecha de domingo para la Pascua Florida está basada en la su­posición de que Cristo resucitó de la tumba un domingo por la mañana. La creencia po­pular es que Cristo fue crucificado un vier­nes y resucitó un domingo. Pero ninguna de estas suposiciones es respaldada por el registro bíblico.

Mateo 12:38 muestra a algunos de los escribas y fariseos preguntándole a Jesús por una señal que comprobara que él era el Mesías. Jesús les dijo que la única señal que les daría sería la del profeta Jonás: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:40).

Pero, ¿cómo podemos calzar “tres días y tres noches” entre la crucifixión en la tarde de un viernes y la resurrección en la maña­na de un domingo? El punto de vista gene­ral en cuanto a la crucifixión y la resurrec­ción solo permite que Jesús haya estado en la tumba un día y medio.

Algunos tratan de conciliar las palabras de Cristo con su creencia en una crucifixión llevada a cabo un viernes y una resurrec­ción en domingo argumentando que los “tres días y tres noches” de Cristo no requie­ren un tiempo literal de 72 horas. Alegan que parte de un día puede considerarse como un día entero. Por lo tanto, como Jesús murió en la tarde (alrededor de la “la hora novena” después del amanecer, o aproximadamente a las tres de la tarde (Ma­teo 27:46-50), ellos piensan que el resto del viernes constituye el primer día, el sábado el segundo, y parte del domingo el tercero.

No obstante, se equivocan al no tomar en consideración que en esta explicación se cuentan solo dos noches: la noche del viernes y la del sábado. Después de todo, la Biblia dice claramente que Jesús ya había resucitado antes del amanecer del domin­go (Juan 20:1). Hay algo obviamente inco­rrecto en esta popular conclusión de cuán­do fue puesto Cristo en el sepulcro.

Jonás 1:17, escritura a la que Cristo se re­firió, dice claramente que “estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches”. No hay ninguna razón para pensar que aquí se habla de fracciones de días, ni tampoco para concluir que Jesús solo quiso decir dos noches y un día, más partes de dos días, cuando predijo cuánto tiempo estaría en el sepulcro. Tal razonamiento socava la inte­gridad de las palabras de Jesús.

¿Se cumplió la señal de Cristo?

Si Jesús hubiese estado en la tumba solo desde la tarde del viernes hasta algún momento temprano en la mañana del do­mingo, entonces la señal que dio de ser el Mesías profetizado no se cumplió. La pro­clamación de su mesiazgo se sostiene en el cumplimiento de sus palabras; es algo muy serio.

Examinemos cuidadosamente los deta­lles de esos días fatídicos. Cada uno de los autores de los evangelios nos entrega un relato de los acontecimientos, pero presen­tando diferentes aspectos que deben ser correctamente sincronizados y armoniza­dos para producir una secuencia clara que permita entender lo que ocurrió. Veremos que, al considerar cada relato, todos los de­talles cronológicos encajan perfectamente.

Por ejemplo, Juan 19:31 presenta un punto crucial que esclarece las otras narrativas. El día de preparación en el que Jesús fue crucificado es descrito como el día antes del sábado. Pero Juan aclara aún más diciendo que este sábado que se acercaba “era de gran solemnidad”. Esto no se refiere al sába­do semanal (de la puesta de sol del viernes a la puesta de sol del sábado), sino al primer día de los Panes sin Levadura, el cual es uno de los días solemnes o sábados anuales de Dios (Éxodo 12:16-17; Levítico 23:6-7) que puede caer (y generalmente cae) en otros días de la semana.

Algunos creen que ese año el día solem­ne cayó en el séptimo día de la semana, coincidiendo con el sábado semanal, cuya preparación se llevó a cabo el viernes. Pero el relato de Lucas muestra que este no fue el caso. Fíjese en la secuencia de aconteci­mientos descrita en Lucas 23. El momento del fallecimiento de Jesús, como también su apresurado entierro debido a la inmi­nencia del sábado, es narrado en Lucas 23:46-53. Lucas 23:54 luego dice: “Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo”.

Mención de dos sábados

Muchos han supuesto que el día que se menciona aquí es el sábado semanal, pero esto es incorrecto. Más bien fue un sábado que cayó en un día jueves, ya que el versículo 56 muestra que las mujeres, después de haber visto cómo colocaban el cuerpo de Cristo en la tumba, “prepararon especias aromáticas y ungüentos” para la prepara­ción final del cuerpo.

Tal labor no pudo haberse llevado a cabo en un día de reposo, ya que se la habría considerado una violación del sábado. Esto es verificado en el relato de Marcos, el cual dice: “Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Sa­lomé, compraron especias aromáticas [que no hubiesen comprado en un día de reposo solemne] para ir a ungirle” (Marcos 16:1).

Las mujeres tuvieron que esperar hasta que el sábado hubiese acabado para poder comprar y preparar las especias que usarían para ungir el cuerpo de Jesús. Luego, tal como Lucas 23:56 dice, fue después de comprar y preparar las especias y aceites el viernes que “descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento”. Este segundo sábado mencionado en los relatos de los evangelios es el sábado semanal, observa­do desde la puesta de sol del viernes a la puesta de sol del sábado.

Al comparar los detalles en ambos evan­gelios, donde Marcos nos dice que las mu­jeres compraron especias después del día de reposo y Lucas relata que prepararon las especias y luego descansaron en el día de reposo, podemos ver claramente que se mencionan dos sábados diferentes. El pri­mero fue un “día de gran solemnidad” (Juan 19:31) –el primer día de la Fiesta de Panes sin Levadura–, que en aquel año 31 d. C., cayó en un día jueves. El segundo fue el sá­bado semanal.

Señal del Mesías

Después de descansar en el sábado se­manal, las mujeres fueron a la tumba de Jesús temprano el primer día de la semana (domingo), “siendo aún oscuro” (Juan 20:1), y descubrieron que ya había resucitado (Mateo 28:1-6; Marcos 16:2-6; Lucas 24:1-3). Cuando dejamos que las Escrituras se inter­preten a sí mismas, los cuatros relatos de los evangelios armonizan y comprueban la va­lidez de la promesa de Jesús de que estaría en el sepulcro tres días y tres noches — no solo parte de ese tiempo.

Varias traducciones de la Biblia reco­nocen que hay más de un sábado men­cionado en estos eventos. En Mateo 28:1, algunas versiones de la Biblia, incluyendo Marshalll's Parallel New Testament in Greek and English (Nuevo Testamento paralelo en griego e inglés de Marshall), la Traducción literal de Fenton y la Traducción literal de Green, traducen correctamente esta frase como “después de los sábados”. Young’s Lite­ral Translation (Traducción literal de Young) y The Complete Word Study Dictionary: New Testament [Diccionario completo de estu­dio de palabras: Nuevo Testamento], 1992, p. 1270) similarmente reconocen que esto se refiere a varios sábados.

La fraseología de Marcos 16:1-2 es confu­sa para algunos porque parece sugerir que las especias fueron compradas después del sábado semanal en vez de antes, el viernes. Sin embargo, esto es explicado en Lucas 23:56, que claramente muestra que las mu­jeres compraron las especias antes del sá­bado semanal y no después, y “descansaron el día de reposo, conforme al mandamien­to”. Marcos no mencionó este día de repo-so semanal en su relato, pero Lucas, quien escribió el relato de estos acontecimientos más tarde, si lo hizo.

Algunos también se confunden con Mar­cos 16:9, no tomando en cuenta que no hay indicación de la puntuación en el griego original. Por lo tanto, para que haya armonía con el material presentado en los otros evangelios, una mejor traducción seria: “Ha­biendo, pues, resucitado Jesús, el primer día de la semana por la mañana apareció primeramente a María Magdalena . . .” Estos versículos no están diciendo que Jesús re­sucitó temprano la mañana del domingo, sino que se apareció temprano la mañana del domingo a María Magdalena, habiendo ya resucitado un tiempo antes.

Cuando consideramos los detalles en los cuatro relatos del evangelio, el panorama es muy claro. Jesús fue crucificado y sepul­tado al final de la tarde del miércoles, justo antes de la puesta de sol que daría comien­zo al día de reposo. Sin embargo, era un día sábado solemne, de la puesta de sol del miércoles a la puesta de sol del jueves, en vez del sábado semanal, de la puesta de sol del viernes a la puesta de sol del sábado. Él permaneció en la tumba desde la puesta de sol del miércoles hasta la puesta de sol del sábado, cuando resucitó de entre los muer­tos. Por lo tanto, cuando María Magdalena fue a la tumba el domingo por la mañana antes del amanecer, “siendo aún oscuro”, encontró que la piedra había sido quitada y la tumba estaba vacía.

Podemos tener la certeza de que el pe­riodo que Jesús estuvo en la tumba antes de su resurrección, que según predijo seria la prueba de que él era el Mesías, duró pre­cisamente el tiempo que había dicho, igua­lando el tiempo que Jonás estuvo “en el vientre del gran pez tres días y tres noches” (Mateo 12:40). Por lo tanto, Jesús resucitó la tarde del sábado cerca de la puesta de sol –no al amanecer del domingo–, que fue exactamente tres noches después de que fuera colocado en la tumba, justo antes de la puesta de sol del miércoles.

La profecía de Cristo acerca del tiempo que estaría en la tumba fue cumplida con precisión. Debido a que la mayoría de las personas no entienden los días solemnes bíblicos guardados por Jesucristo y sus seguidores, no logran comprender los de­talles cronológicos que han sido tan preci­samente preservados para nosotros en los evangelios.

Una mejor manera

Como hemos visto, la Pascua Florida y sus costumbres no se originaron en la Bi­blia sino en ritos de fertilidad paganos. Esta celebración es una curiosa mezcla de prácticas mitológicas antiguas y el estable­cimiento arbitrario de fechas que empañan y desacreditan la prueba de la resurrección de Jesucristo y su condición de Mesías.

Después de haber aprendido cuáles son las fuentes y antecedentes históricos de dos de los más importantes festivales religiosos del mundo, uno puede preguntarse, y con toda razón, qué días debiera celebrar un cristiano. En su Palabra, Dios revela una me­jor manera de vida con mejores días de ado­ración que él ha diseñado para su pueblo. EC